Adolfo Tena: Catafalco y Azabache

Catafalco y Azabache. Opinión semanal en Valencia News de Adolfo Tena.

El lenguaje taurino es rico en expresiones y terminología, de ahí que, a los colores de los trajes de luces, la cornamenta del toro, el pelaje del mismo, o las diferentes suertes de la lidia se asocian adjetivos o sustantivos que trascienden al lenguaje diario.

Pues bien, la fiesta de los toros, como si se tratara de un primer espada, viste ya desde mucho tiempo negro catafalco y azabache, el color elegido por muchos toreros para simbolizar el luto.

Ya estaríamos en tiempo de toros en Valencia, la feria de Fallas tendría ya conformados sus carteles y abiertas sus taquillas para colgar con ilusión el “no hay billetes” en alguna de las tardes programadas.

A las 17:00h. Después de vivir el trasiego en los burladeros, los corrales, la capilla y el patio de cuadrillas… con los “avíos” preparados y con la mayoría del público acomodado en el tendido comenzarían los compases de “Pan y Toros”, tradicional pasodoble que abre el paseíllo de cada tarde en el coso Valenciano. Con el ruedo “arreglao” y los alguacilillos habiendo cumplido su cometido, sería el momento de la apertura de la puerta de chiqueros, dejando vía libre al toro para salir de toriles.

Ahí comenzaría el debate… “mansea”, “está cojo”, “eso no es toro para una plaza de primera”, “uy! ahí hay mucho toro”… Y rematando con el “bueno, vamos a ver”.

El morlaco astifino, abrochao, veleto… negro zaíno, bragao, listón… con sus diferentes características no dejaría indiferente a nadie.

Comenzaría la lidia, capotazos y algún quite meritorio por verónicas al paso en los primeros lances… vendría el tercio de varas… Tras algún quite por chicuelinas o gaoneras entran en acción los picadores o varilargueros y…bronca del personal porque se ha picado mucho o se ha picado poco… debate y al tercio de banderillas.

Si el primer espada decide ser él el encargado de los poner los garapullos o “juntar los palos” en el cervigüillo del astado, se vería algún par al engaño o al violín.

Y ahora sí, comenzaría lo serio, la muleta… Brindis montera en mano y “al lío”… derechazos y tandas de naturales conformarían la lidia.

El estaquillador como si fuera un pincel, va dibujando de la mano del maestro el arte del toreo… Manoletinas o estatuarios rematan la faena y se cambia la ayuda por el estoque… se haría el silencio esperando un volapié en el hoyo de las agujas, “tirandose” a la cuna de los pitones.

El mozo de espadas prepara el verduguillo deseando que no entre en escena.

El animal cae sin puntilla y un cielo de pañuelos blancos piden los trofeos para el diestro… vuelta al ruedo con saludos al respetable mientras las mulillas se llevan al toro y los areneros se afanan por dejar de nuevo el ruedo inmaculado.

Así serían las tardes de Fallas en Valencia y muchas otras ciudades si no fuera por la pandemia, que ha dejado en una situación muy complicada al mundo del toro… empresarios, toreros, ganaderos, cuadrillas, etc… La fiesta siempre sobrevive por mal que esté, pero hay que cuidarla por tradición y también por economía (¿Por qué no?).

Espero haberles trasladado un segundo a un festejo taurino y que lo hayan disfrutado, y como si fuera un torero, brindo este artículo a mi padre y mi suegro que me han trasladado su pasión por el toreo. Y por supuesto a mis compañeros, los areneros de la plaza de toros de Valencia.

Adolfo Tena

«Tecla a Tecla»

 

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