Fernando de Rosa : Conflictos 

Fernando de Rosa : Conflictos 

Todas las semanas, el alcalde  Ribó y su vicealcaldesa Sandra Gómez generan despropósitos y caos  en la ciudad de Valencia  que vienen a añadir más dificultad a la vida diaria de los ciudadanos. Para ellos parece que estos tres meses de crisis sanitaria, y que han provocado la situación de mayor shock social desde la riada de 1957, no han tenido transcendencia alguna. Siguen anclados a los días previos a la declaración de alarma, volviendo a su política sectaria y de división social, en vez de preocuparse por las secuelas sociales, económicas y emocionales de los valencianos. No hemos oído aún al alcalde y su vicealcaldesa propuesta alguna que suponga un punto de inicio  para poner en marcha proyectos de unión. Insisten en la división y en mantener esa política previa a la pandemia, consistente en  crear problemas donde no existían por simple motivos de ideología sectaria.

Esta semana hemos conocido la sentencia dictada por  la Audiencia Nacional en la que  se declara que el Ayuntamiento de Valencia cometió una «infracción muy grave» en  la realización de la vergonzante encuesta fallera del año 2017. Con esta encuesta  se pretendió la politización y manipulación del mundo fallero, dividiéndolo en buenos y malos.

Resulta extraordinariamente preocupante y alarmante, que la Justicia haya puesto de manifiesto que el concejal de Fiestas, Pere Fuset, respaldado por el alcalde Ribó y con el consentimiento de Sandra Gómez, hayan actuado al margen de la Ley, a la vez que no han respetado nuestra cultura y tradiciones. Una de las grandes cosas que tiene Valencia es la de su vertebración ciudadana, y sin duda, las comisiones falleras son claves para esa articulación. No es una casualidad la fijación obsesiva del alcalde, de la vicealcaldesa y su concejal con nuestra fiesta y con el mundo fallero. Pero el masclet les ha explotado en las manos.

Con una soberbia insultante, la reacción del alcalde frente a esta sentencia ha consistido en afirmar que «no existe, ni existió, sanción alguna para el Ayuntamiento de Valencia». Esta afirmación no deja de ser una falsedad, desde un punto de vista jurídico, como  desde el prisma político.  La mayor sanción para una Administración Pública es que la Audiencia Nacional declare la comisión de una infracción en el tratamiento de datos especialmente protegidos, como los relacionados con la ideología y la religión. Con dicha sentencia, la Audiencia Nacional confirma que el Ayuntamiento no ha respetado el ordenamiento jurídico, y eso, en un Estado de Derecho pone de manifiesto un  claro autoritarismo que cada vez, en una mayor medida, va impregnando las instituciones gobernadas por el partido socialista y sus socios comunistas y catalanistas.

A este intento de politización de las fallas,  con una clara manipulación y poniendo de manifiesto la voluntad política de desactivación del colectivo fallero, hay que sumar el coste económico que ha implicado el recurso interpuesto contra la resolución de la Agencia Nacional de Protección de Datos. No olvidemos que ese dinero sale de los bolsillos de los ciudadanos. Y aún así, Ribó se está planteando la posibilidad de que el Ayuntamiento interponga otro recurso, esta vez ante el Tribunal Supremo. Más gastos innecesarios en este grave momento de crisis social y económica.

Nos encontramos ante una muestra más de que al alcalde solamente le mueve su carácter autoritario como buen comunista, pero de trabajar por mejorar la ciudad anda escaso de tiempo. Es un ejemplo más de que el uso del dinero de todos los valencianos, sirve únicamente para pagar sueldos de amigos y subvencionar a entidades catalanistas y de paso, intentar destruir el mundo de las fallas.

El alcalde Ribó  y su vicealcaldesa parece que les motiva ver cabreados a los valencianos. Basta ver el enorme caos que se está produciendo cada día en la circulación de la ciudad de Valencia, en  la calle Colón, o en el acceso a la Plaza del Ayuntamiento desde la calle de la Paz. En el primero de los casos, se están  produciendo atascos con aumento de la polución en nuestra ciudad, estrés y la ruptura de una arteria económica clave de la ciudad de Valencia.

Mientras tanto, somos líderes en destrucción de empleo, somos líderes en falta de ayudas a nuestros autónomos y pequeños empresarios y comerciantes, se entorpece la gestión  de los mercados municipales, pero en cambio somos campeones de subidas de impuestos y de falta de transparencia.

Por desgracia, seguiremos padeciendo nuevas puestas en escena e inventos que se llevarán a cabo para hacer una ciudad en la que no se va a contar con todos, en la que se querrá enfrentar a unos ciudadanos contra otros creando conflictos innecesarios.  Ribó y Sandra Gómez son unos políticos que en tiempo de tormenta no saben navegar a buen puerto. Por cierto, los problemas del puerto darían para otro artículo.

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