Ferran Gil: Un alcalde sin «trellat»

Un alcalde sin «trellat» opinión semanal en Valencia News de Ferran Gil.

Hoy tocaba «l’estoreta», y en ella estaba cuando me sorprendió una noticia que provocó un cambio de planes a la hora de confeccionar este escrito semanal. No sin antes contrastar y verificar aquello que por mi estupor inicial más parecía un «fake’, como dicen ahora, es decir un soberano bulo.

Pero era cierto y me vi en la obligación no solo por aquello de que la actualidad manda. Sino porque la rabia contenida se consumía en mi interior por los hechos acaecidos en la noche de Reyes, en la misma ciudad de Valencia.

Se había suspendido con bastante antelación la clásica cabalgata que tanto entusiasma a niños y adultos. Pero por lo visto, a última hora el alcalde y sus sumisos concejales, o viceversa, decidieron sustituir la responsabilidad del ejemplo que debe imperar como corresponde a sus cargos, por la foto, el postureo y el efecto populista ante parte de la ciudadanía.

Ese es el talante de nuestros gobernantes municipales. Así montaron un pasacalle más o menos improvisado, por la destarifada plaza mayor donde aparecieron unos autobuses descapotables que transportaban a sus Majestades de Oriente, al más puro estilo de celebración de títulos deportivos, para regodeo de unas 1500 personas que se agolparon frente a las vallas colocadas frente al consistorio. Una buena pista para los perspicaces, que acudieron movidos más por filtraciones y chivatazos que por intuición propia, sin respetar las debidas medidas de distanciamiento, con el consiguiente peligro que supone.

Iban los Reyes a la recepción oficial en el Salón de Cristal, de manera secreta, según se dijo, pero resultó ser un secreto a voces, teniendo en cuenta la acumulación del personal que acudió al reclamo del evento.

Y si faltaba…

Y todo ello, coincidiendo con el día en que se batieron records de contagios y fallecimientos. Y también al tiempo que el President de la Generalitat anunciaba más y severas restricciones. A eso se le llama tener el don de la oportunidad.

Un acto que además de irresponsable era evitable, pues quien provoca ilegalidades como es el caso, tiene más culpa que quien la comete. Con el agravante de que encima el promotor la infringe. Quién permite tiene más delito.

Pero eso no parece conocerlo la marabunta de palmeros y pelotas, que, en redes sociales, sorprendentemente, condenaban la actitud de los asistentes. Que también la tienen y en alto grado, pero que, por el contrario, trataban de justificar, cuando no de aplaudir, la decisión de Ribó y su súbdito Galiana. Insólito y merecedor del repudio más rotundo.

La osadía y desfachatez de los caraduras no tiene límites.

Perfectamente se podía haber hecho la recepción acudiendo de incógnito en coches particulares por la puerta trasera del Ayuntamiento o incluso disfrazándose los Reyes en las mismas dependencias, pero no, se optó por el folclore y farandulero popular, muy adecuado en otros años, pero no en este con la que está cayendo.

No encuentro calificativos adecuados para condenar tan mayúsculo despropósito. Faltan palabras en el diccionario.

Algo no funciona además de esa minoría de insensatos, imprudentes que se saltan las normativas a la torera.

Que se lo hagan ver los que mandan sin «trellat».

 

Un alcalde sin «trellat»

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