Luisa C. Perosán: «La casa de Carmen y la ley»

Luisa C. Perosán: «La casa de Carmen y la ley»

Carmen es una vecina de Castellar cuya casa estuvo okupada durante bastante tiempo. Una casa que posiblemente ya perteneciera a sus padres. Una casa que destrozaron de una forma casi inimaginable. A la destrucción sistemática, hay que añadir la inmensa cantidad de basura, que incluía heces por toda la casa. A esa destrucción hay que añadir que Carmen tuvo que pagarles el gasto en suministros ya que la ley protege a los okupas.

Pero a Carmen no la protegió nadie. Ninguna institución veló por ella. A la justicia solo le importó seguir la ley a rajatabla, y a la policía también. Nadie, salvo una empresa privada, se hizo cargo del problema.

Desokupa es una empresa muy necesaria y exitosa, pero ojalá no tuviera que existir para dar este servicio.

Daniel Esteve, responsable de la empresa, se hizo cargo de la desokupación de forma gratuita, como ya ha hecho muchas veces, sobre todo, cuando las víctimas son personas mayores. Y lo hace porque en esta sociedad absurda y en cierto modo podrida, los más desamparados son nuestros mayores, esos que construyeron lo que hemos heredado. No conforme con desalojar a la gentuza que okupaba esta vivienda y otra más de la misma localidad (focos de delincuencia y mugre), y sabedor de su popularidad, lanzó un llamamiento a empresarios valencianos para colaborar en la reconstrucción del destrozado inmueble. Como en otras ocasiones, fue un éxito.

Los citaré, porque es muy importante que se sepa quien respondió, quien tuvo ese gesto de generosidad.

OCTOPUS, Empresa de Construcción, Javier Selma, R.G. SERVICIOS 2007, S.L. (Pladur, sate, Humedades, pintura en general) Vero Ortiz, CARPINTERÍA KUVI, Vicent Cuisinier, MUEBLES LOS LEONES,  Javi, OBRAS y REFORMAS LEVANTE, rehabilitación y refuerzos de edificios, Miguel Ángel Arranz, ESPACIO CONTINUO, Microcemento,  Nacho Luz, LOHA S.L., Reformas y obra nueva,  Oscar, STEIL UTILITY ILUMINACIÓN,  Pablo, FRANCISCO SIMÓ PINTURAS S.L., ALGESAT Electrodomésticos Hugo, TRESSAS CONFORT Colchones Pedro Álvarez, CRISTALERÍA BEROL José Luis Sellés, INTERIORIZA HOUSE, S.L. Esther Pradas  Interiorista, decoradora, MARBRES RAMONS, S.L. Sergio, TWIST RENOVA, S.L Textiles, Bernardo.

A Carmen la ayudaron estas personas, estas empresas privadas, esta gente de bien.

A nadie más le importó que esta señora perdiera su casa y tuviera que estar pagando impuestos y suministros. A nadie le interesaba más allá de hacer valer una ley que solo protege a los delincuentes. Una ley que como todas las leyes que pretenden un empalagoso buenismo, solo sirve para desamparar a los más débiles.

Una ley preparada para que la propiedad privada no exista realmente.

Una ley que pretende cargar sobre los ciudadanos el problema de la falta de viviendas y los precios desorbitados. Una ley injusta, redactada para hacer legal el robo. Una ley, que en muy pocas ocasiones habrá servido para parar el desahucio de una familia sin recursos, eso que tanto se “publicitó”. La realidad, que es muy tozuda, nos muestra que está redactada para dejar en la más absoluta indefensión a los dueños de un inmueble. ¿Es esto razonable?. ¿Un país puede permitirse este descontrol? ¿Alguien en su sano juicio puede ver algo positivo en esa ley?. No.

Pero ni unos ni otros (políticos y demás parásitos) han cambiado ni una coma de esta aberración.

Y no lo han hecho porque sabían de sobras en que acabaría esta ley anti desahucios. La intención estaba muy clara. En vez de hacer frente al problema de la vivienda, de los altísimos precios y de la escasez, se permite el robo de forma legal y que sea el ciudadano, el paganini, quien cargue con el mochuelo. Es la única lectura que puede hacerse. Están acostumbrados a ver al ciudadano como ganado en una granja, ganado que está ahí para ser explotado.

El caso de Carmen es tan habitual que casi ningún medio se atreve a dar cifras reales ni a informar del problema.

¿Cuántas personas han perdido los ahorros de su vida o la seguridad de su vejez, en favor de gentuza? Las cifras reales no las sabemos, y es muy probable que no las sepamos nunca

La triste conclusión es que pagamos un altísimo precio a un estado que no nos protege. Un estado que funciona por inercia en muchas cuestiones, pero que es inútil o perjudicial para el ciudadano honrado, en otras muchas.

Por eso, iniciativas como la de Daniel Esteve se ven respondidas inmediatamente, porque ya está muy claro, que la única ayuda posible, será la que nos prestemos unos a otros.