Ferran Gil: Los excesos de una política deficiente

Los excesos de una política deficiente . Opinión semanal en Valencia News de Ferran Gil.

riboEn la actualidad para una mayor parte de la ciudadanía no pasa desapercibido el estado político que padece nuestra nación, sumido en una más que notable crisis de valores y principios ciertamente preocupantes.

El alarmante bajo nivel político de quienes nos representan y dicen gobernar, provoca un oficio de escasa calidad como hace tiempo no se percibía. Los regidores de la vida política de hoy carecen de los mínimos criterios fundamentales para el desarrollo de su misión. Falta preparación y sobra prepotencia. Falta consenso y sobra imposición. Falta diálogo y sobra el abuso de poder. Falta ética y sobran malos modales. Falta estética y sobra postureo. Falta tolerancia y sobra odio. Falta respeto y sobra mala educación. Falta tolerancia y sobra radicalismo… Faltan tantas cosas como sobran otras tantas.

Pero dejando aparte cuantas consideraciones pudiéramos escribir sobre comportamientos improcedentes, inmorales y hasta ilegales, quiero centrarme en tres aspectos que están proliferando, donde el abuso de poder más se pone en evidencia. Tres supuestos que encajan en el proceder del alcalde de Valencia Joan Ribo. Aplicables a cualquier otro político que conforme el mapa institucional ya sea de ámbito estatal, autonómico o local, en el que me centro por ser el más próximo que nos toca y afecta de cerca.

Estos son, gobernar sólo para una parte del pueblo (evidentemente la de sus votantes, ninguneando o ignorando al resto), primar intereses particulares o de partido anteponiéndolos a los de servicio público en beneficio de la sociedad y el egocentrismo de considerar que siempre hacen lo correcto. Todo lo contrario que sus adversarios incluso cuando se opina de temas similares en temas puntuales. El yo siempre acierto y los demás se equivocan. La famosa doble vara de medir.

Inadecuadas formas de actuar impropias de cargos públicos que se han dado recientemente en varios casos como el del plan de Benimaclet con los huertos urbanos. El de la ampliación del Puerto o el de los arcos chinos en Pelayo. De los que no entraremos en profundo detalle por ser de total «vox populi».

En un rápido repaso vemos como el primer edil se empeña en unas parcelas hortofrutícolas. Que según encuestas solo son aceptadas por el 1’5% de la población, que se decanta por espacios verdes de parques y jardines del que el barrio está necesitando.

Más preocupante por sus consecuencias es su tenaz empecinamiento en negar las obras de mejora del Puerto. Amparándose en criterios costeros y medioambientales que no presentan ninguna incompatibilidad. Posicionándose en contra de la generación de empleo y crecimiento económico de riqueza que validan los empresarios y la Autoridad Portuaria para llegar a ser un referente en Europa.

En lo que se refiere al barrio de la Roqueta el mandatario municipal se enroca en validar la campaña «on line DecidimVLC» (una opaca forma de participación ciudadana. Poco publicitada y dirigida a fieles incondicionales) que con unos pírricos 340 votos, habría que saber si alguno es de los vecinos de la zona, (ni el de la propuesta es residente), que sí han conseguido más de mil firmas en contra de la ornamentación oriental y a favor de la mejora y potenciación de un barrio tradicional valenciano y pilotari por excelencia, con el trinquet como epicentro del mismo.

Pero nada, como siempre, prevalece lo que manda el jefe, que para eso siempre tiene la razón.

Pues no señor Ribó. Un alcalde que se precie no puede imponer o negar obras, reformas o cambios por capricho sin atender, consultar y consensuar con todas las partes implicadas. Los hechos consumados no tienen cabida en la función pública. No vale la política de Juan Palomo, pues el cargo no comporta ningún cheque en blanco. Usted, alcalde, no es un buen político ni buen gestor.

Eso sí, hay que reconocerle el mérito de estratega para saber exprimir al máximo sus hábiles dotes de transmisión dogmática e ideológica a su fiel, enseñada y bien gratificada parroquia.

Y termino con la anécdota de un inefable personaje del mundo de la canasta, renombrado entrenador catalán en los inicios del Valencia Basquet Club. Ya hace unas cuantas décadas. Famosas fueron sus dos palabras acuñadas en el vestuario al finalizar los partidos en función del resultado: «hemos ganado» o «habéis perdido». Elocuente cita que a buen seguro es compartida por su paisano Ribó.

Y es que hay mucho galáctico. Mucho ser superior. Mucho Florentino suelto.

Ferran Gil: A mi aire