¡¡¡Santiago y cierra España!!!

¡¡¡Santiago y cierra España!!! Per…Sombra

Hoy, en la jornada de reflexión, he pensado hablarles de historia, porque reflexionar sobre la historia acaecida siempre es una buena forma de afrontar el futuro, no olvidemos la gran verdad encerrada en la frase “el pueblo qué olvida su pasado esta condenado a repetirlo”.

Y lo gracioso de esto es qué, en realidad, a nivel histórico serio, parece ser que la batalla de Clavijo en la que se produjo la milagrosa aparición en sueños del Apóstol Santiago la noche anterior revelándole al Rey Ramiro I que Dios había dispuesto que él fuese el Patrón de España y qué si le invocaban acudiría a la batalla contra los moros y estos serían vencidos es una mera leyenda creada a posteriori, eso si, aunando hechos de varias batallas realmente acaecidas en la zona.

El lema como tal no aparece hasta que Cervantes lo plasma en El Quijote, pese a haber sido usado antes en la forma de las voces “¡Santiago!”, “¡Cierra!” y “¡España!” desde, al menos, la batalla de Las Navas de Tolosa y luego en cada ocasión que se enfrentaban tropas españolas cristianas empeñadas en la Reconquista contra las invasoras musulmanas.

Una de las razones de escribir esto es que ya Cervantes hace asombrarse a Sancho Panza, qué al oírlo se pregunta si España está, por ventura, abierta, y es menester cerrarla, y no, no es así:

La frase invoca el auxilio del apóstol Santiago, también llamado Santiago Matamoros, Patrón de España e incluye la voz “cierra”, que en términos militares llama a cerrar filas, a unirse frente al enemigo para enfrentarle mejor pero también y sobre todo, a trabar combate, a embestir, a acometer, a «cerrar», disminuir la distancia entre uno y el enemigo.

Ignoro si nuestras Fuerzas Armadas la siguen utilizando para llamar al combate porque lo cierto es que por fortuna salvo ocasionalmente en misiones de Paz no nos suelen dar noticia de que estén bajo fuego, aunque no seria de extrañar que eso fuese algo que se nos procura ocultar, no sea que fuese a despertarnos algún sentimiento patrio que nos llevase a cerrar a nosotros, el pueblo, lo que si sé es qué las brigadas de caballería lo incluyen en su himno como cierre del mismo.

Y lo que si siento es qué todo español, soldado o no, llevamos ese lema dentro y tengo la esperanza de qué si llegase el aciago día en que nos hiciera falta sabríamos tanto encontrarlo en nosotros mismos cómo responder a el. cerrando todos por España que, al fin y al cabo, somos todos nosotros.

La otra razón para escribir esto, contarlo y explicarlo es qué viendo los tiempos que nos esta tocando vivir y los que parecen venirsenos encima ya va siendo hora de qué lo conozcamos y empecemos a reflexionar sobre el.

Santiago Matamoros

Antes de que el acostumbrado coro de la patulea REGRESISTA se apresure a criticarme y a acusarme de incitar al odio, empezaré por señalar que la mitificación de la figura del Apóstol Santiago cómo MATAMOROS no fue si no una reacción Cristiana a las muchas figuras “matacristianos” y “matainfieles” qué alentaban a las fuerzas del islam, aparte de la “nimiedad” de la jiad, la “guerra santa contra el infiel” que les garantizaba Y LES GARANTIZA, aunque le pueda parecer increíble las cosas en ese sentido no han cambiado PARA ELLOS, su paraíso lleno de huríes, bellas y sumisas mujeres a su plena disposición por cierto señoras feministas, vírgenes, ¿eh? nuevecitas a estrenar, y no una ni dos ni tres, SETENTA Y DOS, si, han leído bien, 72 para cada fiel musulmán ya qué Dios, perdón, ALÁ, bendecirá de modo especial a los «mártires de la yihad» con siete señales o recompensas, una de las cuales es la concesión a los varones de 72 mujeres qué, les hagan lo que les hagan, siempre serán vírgenes cuando quieran volver a disponer a su antojo de ellas y qué, por lo tanto, ellos podrán “disfrutar al completo” cada vez que decidan hacerlo.

¡Ah, si!, lo olvidaba, las mujeres mártires, en cambio, recibirán en el paraíso un solo hombre «con el que estarán satisfechas», así que ánimo chicas, qué vais “perfectamente” encaminadas “bailándoles el agua” a los musulmanes… y ni se os ocurra pensar en daros un “desahogo” entre vosotras, que eso en el mundo islámico no sólo es pecado si no también DELITO y os puede llevar a ser encarceladas, colgadas o lapidadas, apedreadas.

Aclarado esto, espero, nuestro Santiago y su leyenda histórica aparece para que los sometidos cristianos también sientan que Dios, este si, nuestro Dios, esta con nosotros y también dispuesto a combatir el islam.

Y no, no incito a nadie al odio, ESO AÚN HOY EN DIA LO HACEN ELLOS, LOS MUSULMANES qué, por cierto, también os ven a las mujeres occidentales por vuestro modo de vestir y comportaros cómo “mujeres usables”, por no decir a las claras prostitutas, y de ahí esas “manadas” que los medios “políticamente correctos” procuran silenciar y que aún estoy por ver a una feminazi denunciar ni clamar por su condena porqué, claro, estaría mal y podría dar lugar a que alguien pudiera concluir que ellas odian a los musulmanes del velo y el burka que en el islam las mujeres escogen tan alegre y dispuestamente y que los hombres les imponen para “protegerlas”… de ellos mismos, supongo ¿o va y será de los patriarcales infieles cristianos que es indubitable que las feminazis si odian?.

La leyenda del Matamoros

Volviendo al tema, la leyenda se remonta al reinado de Ramiro I (muerto en el 850) que tras suceder en el trono de Asturias a su tío Alfonso el Casto (muerto en el 842), se encuentra con qué los moros del Emirato de Córdoba le reclaman el tributo de cien doncellas al año, cincuenta de ellas hidalgas y cincuenta plebeyas, que tenían impuesto a los reinos cristianos del norte.

El Rey Ramiro I, que estaba en Bardulia, que es cómo por aquel entonces se llamaba la primitiva Castilla, no quiso entregarles las cien doncellas y se encontró frente a frente con las fuerzas moras en Clavijo, en La Rioja, donde la noche antes se le aparece en sueños el apóstol Santiago.

Santiago le desvela que Dios le ha nombrado Patrón de las Españas, animando a Ramiro al combate diciéndole que si le invoca acudirá, así que los españoles vamos a la batalla al grito de «¡Dios ayuda a Santiago!», y vencemos a los moros matando más de cinco mil de ellos en aquella jornada.

¡Santiago y cierra España!

Hoy suena trasnochado y desfasado, ¿verdad?.

Pues mire, ojalá qué siga sonandonos así y no nos veamos abocados a invocar a nuestro Santo Patrón por que nuestros jóvenes, nuestro pueblo todo, ha sido conducido a olvidarle y a olvidar porque se hizo necesaria esa invocación.

Comenzaba este artículo con una cita, “el pueblo que olvida su pasado esta condenado a repetirlo”, de Marco Tulio Cicerón, nacido en Arpino, el 3 de enero del 106 a. C. y muerto en  Formia el 7 de diciembre del 43 a. C., jurista, político, filósofo, escritor y orador romano considerado como uno de los más grandes retóricos y estilistas de la prosa en latín de la República romana, Republicano, si.

También podría haber recurrido a una cita más extensa e igualmente apropiada a estos tiempos de tribulación y desencanto:

“Los dos partidos que se han concordado para turnarse pacíficamente en el Poder son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado los mueve; no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, pobrísima y analfabeta.

Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que, de fijo, ha de acabar en muerte. No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos…”.

Lo triste del caso es que esto que suena tan familiar no lo escribió nadie hace unas semanas o meses, no, esto es un fragmento del libro «La fe nacional y otros escritos sobre España», publicado en 1912, hace ya más de un siglo, y escrito por Don Benito Pérez Galdós, republicano y liberal.

Miren, el que la unión hace la fuerza es algo sobradamente sabido, y el qué algo escrito hace más de un siglo nos suene tan familiar denota que llevamos demasiado tiempo sin cerrar, desunidos, siendo desunidos mejor dicho, y cabe mirar la historia y empezar a preguntarse porqué y a quien beneficia en realidad esa desunión cómo primer y fundamental paso para acabar con ella y volver a avanzar y ganar las batallas que algunos parecen querer que permanentemente perdamos.

Así pues les exhortó, ¡Santiago y cierra, España! porque empezar a hacerlo ahora, cómo nos enseña la historia, nos ahorrará quizás ya no poder hacerlo después.

¡¡¡Santiago y cierra España!!! Per…Sombra