Fernando de Rosa: “Oltra y la cacería”

Víctima de una “cacería”, complot o contubernio en el que expresamente me incluye. Así se presenta Mónica Oltra, Vicepresidenta primera y consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas, en la sesión de control en Les Corts del pasado jueves. “Unan los puntos”, sostenía Oltra desde el escaño exhibiendo una fotografía con la que justificar sus mentiras.

Como los cefalópodos, expulsa tinta, para cubrirse y posibilitar su huida. En su día utilizaba las camisetas como ariete para atacar. De su actitud pueril cuando estaba en la oposición, ha pasado a utilizar su cargo para protegerse y evitar dar la cara y asumir sus responsabilidades.

  • ¡Qué pronto caduca el discurso de la izquierda reaccionaria! Sus hechos cuando están en el gobierno, ponen de manifiesto las mentiras que utilizaron para llegar al poder, y las que siguen usando para mantenerse en él.

Desconocíamos el interés de Oltra por la cacería. No estaría de más recordarle que hay dos clases de la misma, en función de las piezas, la mayor y la menor. Precisamente, los mayores y los menores son las personas a las que debería prestar más atención desde su Conselleria y la realidad evidencia que la veda del descontrol, la ineficacia, los retrasos y los errores, está levantada desde que asumió la gestión de ese departamento.

  • Pretende presentarse como víctima, como la pieza de una cacería urdida, cuando realmente, intenta ponerse a salvo ante las investigaciones judiciales que se están realizando. Es una desvergüenza desde un punto de vista personal y político.

Mónica Oltra, se encuentra al borde de la imputación judicial. El titular del Juzgado de Instrucción número 15 de Valencia ha solicitado a la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana que cite como investigada a la consellera de Igualdad y Políticas Inclusivas. Son 71 páginas en las que se ponen de manifiesto los indicios que comprometen la actuación de Oltra en el caso de la menor que sufrió abusos por parte del que por entonces era su marido. En el auto del Juzgado se afirma que “al nivel propio de los indicios, no existió en sede de Conselleria ninguna voluntad real de esclarecer los hechos sino, por el contrario, de ocultarlos, con una mera apariencia de actuaciones dirigidas a esclarecerlos”.

  • Nos encontramos ante hechos graves, especialmente preocupantes, en donde nuestros responsables políticos deben estar a la altura de las circunstancias. Sin embargo, el President Puig, por un lado, y Mónica Oltra, por el otro, solamente luchan por salvarse.

Mónica Oltra compareció en les Corts con el rostro desencajado, a pesar de la mascarilla, se podía ver en sus ojos la preocupación que le invade. De hecho, no está ya en condiciones personales y políticas para seguir al frente de una Conselleria tan importante. La procesión va por dentro, la semana de pasión ha empezado para ella, y debería conducir a dimitir, a abandonar sus responsabilidades de gobierno, y comparecer ante la Justicia.

Oltra es sabedora de cuáles han sido sus actuaciones y las de su Conselleria en este caso y la decencia personal y democrática, deberían llevarle a presentar su dimisión. Sin embargo, desde el escaño Oltra solamente hizo lo que sabe hacer: descalificar y mentir. Y para sus mentiras, afirma que no le hacen falta presentar pruebas. ¡Menuda desfachatez!

En vez de asumir su responsabilidad política y personal, se envolvió en el discurso populista y falso del contubernio, cuando en realidad, no está en condiciones de gestionar una Conselleria que está al borde del colapso, y donde los supuestos de ineficacia en la gestión se van sumando, desde las ayudas a la dependencia, pasando por los centros de mayores, entre otros casos.

  • Oltra debe irse a su casa y reflexionar. No puede buscar culpables de su situación y de su nefasta gestión, fuera de lo que la Justicia está investigando.

Si Oltra no dimite, acabará arrastrando al President Puig y todo el Consell. Se agarra a sus exabruptos proferidos desde el escaño como si fuera su salvavidas para evitar su hundimiento.

Sin embargo, el casco del barco del Botànic ya se ha quebrado, ha chocado contra el iceberg del orgullo, de la falsa superioridad moral de la izquierda excluyente que nos gobierna, que es incapaz de reconocer sus errores y que hace todo lo contrario a lo que dice. La inacción de Puig ante el escándalo, ya le ha salpicado. El gobierno del Botànic se hunde.