José María Llanos: «El Pensamiento Único NO es una opción».

Hace unas semanas escuché una entrevista al eminente psiquiatra español, el Dr. Enrique Rojas, en la que decía: “el mundo está cansado de seductores mentirosos”.

Y reflexionando estos días sobre los recientes acontecimientos políticos: los cinco días “para pensar” de Pedro Sánchez, su “resistiré”, su ataque a la libertad, a la prensa y a la independencia judicial, y su victimismo, me di cuenta que la frase del Dr. Rojas es exactamente un ejemplo de tanta mentira.

Alex Grijelmo escribió un magnífico libro, titulado “La Seducción de las Palabras”, y si ponemos esta obra en relación con la frase anterior, obtenemos una imagen exacta de la situación en la que nos encontramos los españoles ante la política sociocomunista que impera en el gobierno Frankenstein de Sánchez.

Durante un tiempo, el pensamiento único era el defendido por el liberalismo económico; posteriormente, y como buenos aprendices, el socialismo se adueñó del término pero arrimando, eso sí, el ascua a su sardina. Y de esta manera, el pensamiento único dejó de ser “la verdad” que defendía la economía liberal, pasando a ser “la verdad” cultural y moral que defiende la izquierda: el pensamiento único es democracia, el pensamiento único es lo que vale, el pensamiento único es el nuestro, el pensamiento único se ha de “imponer” a todos.

Pues no, señores, no; el “pensamiento único”, equiparable a lo que se ha venido en llamar “corrección política” o “lo políticamente correcto”, no es más que la imposición en nuestro tiempo de las mismas premisas totalitarias del marxismo desde su aparición. No es cierto que pensar igual sea más democrático, ni que someterse al mismo modo de pensar sea lo único que vale, ni que se tenga que imponer porque es lo mejor.

Si fuera lo mejor, no necesitaría imponerse.

Por ello les rechina tanto a los “demócratas” que todavía cantan la internacional con el puño en alto, que algunos pensemos distinto, pensemos de otra manera; en definitiva, “pensemos”. Porque si uno piensa, es libre para extraer sus propias conclusiones sobre todos y sobre todo, de forma que no hay una sumisión casi involuntaria a lo que “nos mandan”. Y un hombre libre, es para éstos del pensamiento único, un verdadero peligro. Y tan peligroso es que se cumple con la reconocida frase de Orwell: “en tiempos de Mentira Universal, decir la VERDAD se convierte en un Acto Revolucionario”.

Seamos revolucionarios; pensemos como queramos; decidamos cómo pensar; busquemos fomentar nuestro espíritu crítico.

Porque todos pueden creer que tienen la razón, pero nadie tiene derecho a imponerla.

La naturaleza totalitaria e impositiva, ya sea por medio de leyes, o mediante la propaganda, o incluso usando la fuerza (verbal o física), forma parte del ADN del marxismo, cual si hubiera resucitado Mólotov -hombre fuerte de Stalin-. Y coincide fielmente con el estilo del “Mesías de la Moncloa”, que monta una farsa -como acertadamente señala Santiago Abascal-, que lloriquea (a la política se viene llorado de casa, Sr. Sánchez), que mete a S.M. el Rey en su “juego de trileros”, y que aparece en la Televisión “Sanchiana” -que no española-, en olor de multitudes y en plena campaña catalana, para “jugar con los espectadores”, engañar a los españoles, sacar rédito electoral, y dar la razón a sus padres espirituales: Maduro, Fidel Castro, Stalin; en fin, todos unos demócratas.

Porque todos éstos han utilizado la propaganda, han hecho doctrina de Estado, y han impuesto sus “ideas” a sangre o a fuego. Bien lo sabía Orwell cuando dijo: “Quien controla el poder de definir las palabras, controla también las mentes”. De ahí toda la maquinaria del PSOE puesta en marcha para ganar el lenguaje, y así imponer las ideas: “pseudomedios”, “lawfare”, “no todo vale en política…”.

Tienen la piel muy fina, pero sólo cuando les toca a ellos, porque sus insultos, ataques, persecución y violencia sobre los demás, parece que no existe:

Ellos dominan la mayoría de los medios, un Tribunal Constitucional politizado, el lenguaje y el eufemismo, la educación. Es la colectivización frente a la dignidad individual; la deshumanización frente al ser humano. Lo dejaba bien claro hace ya tiempo el filósofo marxista Theodor Adorno: “Mientras el individuo desaparece frente al aparato al que sirve, éste le provee mejor que nunca. En una situación injusta la impotencia y la ductilidad de las masas crecen con los bienes que se les otorga”. O lo que es lo mismo: sometámonos al poder del “aparato” y no nos faltará de nada, aunque sea una limosna … y no tendremos nada, absolutamente nada, de Libertad.

Frente a todo esto, ¿qué nos queda? Actuar, tomar partido, salvar la calle, recuperar el sentido común; en definitiva, hacer algo que no quieren que hagamos: PENSAR. Esto nos llevará a reconocer la Verdad y, como decía Juan Pablo II, “la Verdad nos hará libres”.