Fernando de Rosa: “Sentarse a la mesa”

Fernando de Rosa: “Sentarse a la mesa”

Según el diccionario panhispánico de la lengua española, la expresión “sentarse a la mesa” en sentido figurado significa sentarse frente a una mesa para comer, negociar, etcétera. Los españoles somos muy dados a sentarnos alrededor de una mesa para celebrar o compartir grandes momentos. También las mesas sirven para solucionar los problemas y encontrar soluciones a las necesidades.

Hoy he querido utilizar la frase “sentarse a una mesa” para poner título al artículo porque es urgente que se busquen soluciones a los graves problemas que atraviesa España y que el Gobierno social-comunista no sabe gestionar.

  • Las crisis abiertas en varios frentes, están devorando a Pedro Sánchez y los suyos, mientras tantas familias lo pasan mal e innumerables sectores económicos se hunden.

En este sentido, la Ministra de Transportes, Raquel Sánchez, con ocasión de la huelga de transportistas que han conseguido paralizar una parte del sector productivo nacional. La ministra ha afirmado que “no me voy a sentar con un grupo de radicales violentos”, esos que “sustituyen la palabra por piedras, palos y clavos”. De igual manera, afirma que el Gobierno va a actuar con la “máxima contundencia” contra estos piquetes violentos, pues “no se puede consentir ni tolerar que en un Estado democrático y de Derecho se utilice la violencia y la fuerza para impedir trabajar a quien quiere trabajar”.

Llevamos una semana de paro, con el riesgo evidente de que se produzca el desabastecimiento de numerosos productos en los supermercados y con el sector productivo español sufriendo graves consecuencias. La cadena de suministros se ha roto.

El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, dice que ha dado instrucciones a la Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para que identifiquen a los piquetes violentos, pero no estaría de más recordar que el partido socialista, el 14 de abril de 2021, junto con sus socios podemitas, aprobó una reforma del Código Penal con la que derogaron el artículo que establecía penas de cárcel para los coaccionan a otras personas a iniciar o continuar una huelga. Con esa reforma se acabó legitimando a los piquetes violentos, y se dejaba sin instrumentos legales para poder reaccionar frente a quienes con coacción o violencia impiden el ejercicio legítimo de un derecho. Ahora, la realidad se les vuelve en contra, pues quien juega con fuego acaba quemándose. Con esa reforma, el gobierno social-comunista ha dado alas a los violentos y han dejado a la Justicia sin medios para perseguir criminalmente a los que hacen uso de la violencia para causar daño al bien común, provocar el desabastecimiento o lesionar al sector productivo español.

  • Estamos ante una muestra más de las graves incoherencias en las que cae este gobierno radical, que acaba legitimando a quienes no respetan los derechos ajenos.

De hecho, resulta también muy llamativo que la ministra de Transportes con una dignidad fingida diga que no quiere sentarse a la mesa con los violentos y, sin embargo, el partido socialista tenga como socio a EH-Bildu o haya constituido la “mesa de diálogo” a la que sí se sientan Sánchez y los suyos, para negociar con los golpistas catalanes. De hecho, se ha utilizado un programa de la televisión pública española para dar voz a la eurodiputada independentista, Clara Ponsatí, justificando la quimera de la independencia de Cataluña con el precio de las vidas humanas. A principios de mes, la exconsejera afirmó que “el Estado, si es necesario, utiliza la violencia tanto como lo necesite. ¿Esto significa que estarían dispuestos a matar? Estoy convencida”.

Resulta intolerable que el Gobierno social-comunista no haya criticado duramente estas declaraciones, y que a esa violencia que los golpistas justifican, se le dé altavoz por un Gobierno débil vendido a los radicales. La eurodiputada debería dar la cara y comparecer ante la Justicia para responder por su participación en el “procés”, en vez de alentar la violencia y el “sacrificio” de vidas humanas.

Pedro Sánchez y su gobierno no saben gestionar los problemas. El Gobierno está roto, yendo de la mano de quienes justifican la violencia y, sin saber dar respuesta a las necesidades de los ciudadanos. España merece un gobierno comprometido con el bien común y que garantice que la mesa a la que nos sentemos sea la de la celebración y la esperanza en el futuro.