Si el campo no produce la ciudad no come. Hay pocas frases que tengan más razón que esta. Esta frase esconde una confrontación, ciudad contra campo, pero es necesario limar estás asperezas e introducir un elemento que a menudo se olvida (o se hace olvidar).
En primer lugar decir que ni la ciudad está contra el campo ni el campo contra la ciudad y que esto responde a una simplificación injusta. Todas, campo y ciudad, ciudad y campo, somos pueblo y país. La prosperidad es una cosa conjunta, vivamos en Valencia, en Camporrobles o Segart. El otro elemento que a menudo olvidan es que quienes intervienen en las cadenas de producción y distribución de los alimentos son empresas. Las que pagan mal las verduras, la leche, el maíz o la uva son empresas. Las que pagan miserablemente las naranjas valencianas mientras traen naranjas sudafricanas son las empresas.
Recuperar la lucha de los trabajadores del campo
La ciudad, y en especial la gente que vive en ellas al igual que la gente que vive en los pueblos, no suelen poder pararse a mirar la procedencia de cada alimento. Así que hay que desplazar el foco de esa estéril lucha ficticia de campo ciudad. Recuperar la lucha de trabajadores del campo (autónomos o no) junto a la lucha de los trabajadores de las grandes urbes.
Y esto, precisamente, es una de las tantas cosas importantes en las que está Podemos y el Gobierno de la nación. La ley de la Cadena Alimentaria viene para poner coto a las prácticas desleales de las distribuidoras contra agricultor y ganadero. Los compradores van a tener que garantizar en las compras mayores de mil euros que el precio pagado al menos cubre costes de producción para evitar la venta a pérdidas de quienes nos dan de comer. Además, ataja otros problemas como el desperdicio de comida y protege el producto patrio frente a los productos extranjeros que desde luego no responden a las mismas exigencias sanitarias y laborales que los producidos aquí. Se pone la calidad de nuestros productos en valor.
Así, cuando los vende patrias y los de las pulseritas rojigualdas digan que defienden al campo recuerden que nunca hicieron nada para protegerlo ni por proteger a quienes lo trabajan. Recuerden que ha sido este gobierno progresista quien pone la primera piedra para equilibrar la balanza entre las grandes empresas y los productores. Una cosa es decir muchas veces España o que los agricultores ordeñan como dijo Casado mostrando su total desconocimiento y desinterés real por el tema, y otra cosa es poner por delante los intereses de todas, proteger el sector primario y defender con orgullo a quienes nos dan de comer.