Crímenes no ficticios

Enrique Arias Vega: Crímenes no ficticios

Desde hace años, la mayor parte de las novelas son de crímenes de uno u otro tipo. Es la moda del thriller, del suspense, de lo policíaco, que se ha trasladado también a la televisión. La pequeña pantalla se ha llenado de series criminales que nos invitan a hacer largos maratones visuales de sus contenidos.

Pero no sólo es la ficción la que predomina. Últimamente son los crímenes reales los que llaman la atención del público, ya sea en versiones recreadas con actores como en docudramas con los personajes reales. Lo importante es que la tragedia, la maldad humana, sea exhibida en toda su plenitud en estas nuevas series y películas.

Traigo todo esto a colación por la oposición pública de Patricia Ramírez, la madre del niño Gabriel, asesinado alevosamente, a que se haga una historia fílmica de la tragedia. Los argumentos de la madre, plausibles todos ellos, es que no quiere revivir la tragedia ni que nadie se lucre con el resultado de su dolor. Sin embargo, su petición choca con la libertad de expresión reconocida en nuestras leyes.

Una cosa, prohibida ella, es filmar a personas sin su conocimiento, para preservar el derecho a su intimidad y privacidad, y otra muy distinta acudir a imágenes públicas o utilizar actores que encarnen a los personajes, Nos hallamos ante la colisión de dos derechos en los que prima el segundo.

Otra cosa distinta son las motivaciones de los espectadores, que van desde el puro morbo al interés por la verdad y al mejor conocimiento de la conducta humana al hallarnos frente a delitos muchas veces espantables. Si dilucidar una cosa u otra es difícil, también hay que hacer una defensa del interés público y de la comprensión del comportamiento de los malvados.

A Contracorriente
Enrique Arias Vega