El Teléfono de la Esperanza asesora al Ayuntamiento de Valencia en una campaña de prevención de suicidios
El Teléfono de la Esperanza en Valencia colabora, junto con otras entidades, en el asesoramiento para la prevención de suicidios, dentro de una campaña anual puesta en marcha por el Ayuntamiento, y también ofrece formación a sacerdotes y seminaristas para atender casos de intentos de suicidio.
De esta forma, el Teléfono de la Esperanza es una de las entidades que colabora en la campaña municipal denominada «Valencia saludable«, un proyecto «para abordar el tratamiento de las enfermedades mentales, dentro del cual se incluye la atención a los intentos de suicidio, y en ese ámbito colaboramos, al igual que los equipos de psicólogos de Policía Local y Bomberos, en prevención de suicidios», ha destacado el psicólogo Jesús Pérez, Vicepresidente del Teléfono de la Esperanza en Valencia.
Se trata de una campaña «dirigida a toda la sociedad, en su conjunto, y la idea es que no se quede en una acción de un año sino que poco a poco se vaya expandiendo y que llegue a todos los ciudadanos, para evitar suicidios», ha explicado.
Asimismo, desde el Teléfono de la Esperanza «nos ponemos al servicio de todas aquellas parroquias y sacerdotes que quieran informar a su comunidad parroquial sobre la problemática del suicidio, a través de charlas de formación, porque nos parece muy interesante unir la parte científica y psicológica de esta temática con la dimensión espiritual del ser», ha señalado.
Por ello, «a raíz de una charla sobre el suicidio impartida en la parroquia de Chiva, el Seminario Mayor, en Moncada, nos pidió una actividad similar para los seminaristas y accedimos porque es importante que tengan herramientas para detectar estos casos y saber cómo actuar cuando sean sacerdotes ya que muchas personas acuden a ellos pidiendo auxilio», según Jesús Pérez, que ha subrayado «el interés que mostraron los seminaristas que hicieron preguntas durante más de una hora».
Igualmente, respecto a las personas que acuden al Teléfono de la Esperanza, el experto ha señalado que «en la relación terapéutica que se establece en esa llamada, lo primero que debemos hacer es escuchar, luego controlar las propias emociones del terapeuta y después recibir la información».
Por ello, «es importante establecer los factores de riesgo y de protección de la persona que llama, valorar los comentarios negativos sobre sí mismo o el futuro y detectar las señales de alerta verbales y no verbales», ha explicado Pérez, que también ha hecho hincapié en la importancia de «respetar y comprender a la persona angustiada».
Además, uno de los aspectos que preocupan en el Teléfono de la Esperanza es el aumento de llamadas de jóvenes y adolescentes. «Vivimos en una sociedad centrada en acumular bienes, fama y éxito, y los jóvenes no están acostumbrados al sacrificio, no se saben manejar demasiado bien con los sentimientos y presentan gran soledad interior, por eso es necesario reforzar la educación en los jóvenes», ha precisado el psicólogo.
UCV: atención a los signos de alerta y abrir una puerta al diálogo
El suicidio sigue siendo la primera causa de muerte no natural en España y la llegada de la pandemia de la Covid-19 y la crisis derivada de ella -sanitaria, económica y social- puede haber agravado la situación, según Sandra Pérez, investigadora principal del grupo «Personalidad, Sentido y Conducta Suicida», de la Facultad de Psicología de la Universidad Católica de Valencia (UCV), que lleva 12 años investigando este tema.
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La pandemia ha derivado en «mayores problemas de salud mental y, probablemente, en un incremento en las tasas de suicidio.
Esto lo sabremos con las cifras completas de 2020 y hasta la actualidad, que recogerán el efecto acumulativo de la pandemia, que ha supuesto un estresor crónico y prolongado en el tiempo», ha indicado.
La investigadora aconseja «no subestimar los comentarios directos o indirectos sobre el suicidio o el sufrimiento de una persona. Si un amigo o familiar nos dice ´me gustaría no levantarme` o ´no tengo ganas de vivir`, si respondemos ´no digas tonterías` o no decimos nada, esa persona no siente validadas sus emociones, se incrementa su sensación de incomprensión y cerramos la puerta a que hable y verbalice su deseo de muerte, que es una puerta para poder ayudarla. Es mejor preguntar».
También es importante estar atentos a los signos: «los comentarios negativos de sí mismo o de su vida, del estilo ´no valgo nada`, ´mi vida no tiene sentido`, o los que aluden al vacío en su vida o directamente a la ideación suicida (´he pensado en quitarme la vida`); despedidas abiertas o sutiles, regalar pertenencias, cerrar cuentas de redes sociales, enviar mensajes de afecto o pedir disculpas; cambios bruscos en las relaciones sociales, como un aislamiento exagerado, disminución en el nivel de actividad o en el rendimiento académico, etc. Son cambios que nos hacen percibir que la persona no es la misma o que nos indican que algo no va bien», ha explicado.
Para ayudar a una persona en esta situación, Pérez también recomienda «dejarle la puerta abierta a acompañarle a un profesional, darle información sobre recursos a los que acudir, muchas de las personas que sufren, aceptan recibir dicha ayuda. Tener un contacto con personas allegadas u amigos que hagan un seguimiento, preguntando cómo está, y recordándoles que pueden recibir ayuda y animándoles a ello, podría ser también un factor motivador para hacerlo en algún momento».
No aconsejar ni enjuiciar: indicar dónde está la salida
Del mismo modo, por su experiencia directa con las personas que llaman al Teléfono de la Esperanza de Valencia, 96 391 60 06, Jesús Pérez aconseja no hacer preguntas cerradas, ni críticas ni juicios valorativos. «Debemos abrir nuevos caminos para intervenir, entrar en los sentimientos de la persona y conseguir el diálogo, no dar consejos, sino indicar donde están las salidas, donde hay luz y que la persona, aunque no rechace la idea suicida, al menos dude de los beneficios de llevarla a término», ha concluido.
El Teléfono de la Esperanza en Valencia recibió en 2020 un total de 8.463 llamadas, un 22 por ciento más que las registradas el año anterior, debido a la situación de crisis sanitaria que ha agravado «muchas patologías» y ha afectado negativamente en la salud mental y emocional de muchas personas.
En Valencia, la ONG cuenta con la colaboración de 150 voluntarios especializados, entre psicólogos, abogados, sacerdotes, trabajadores sociales, orientadores familiares y coordinadores de grupo.
El Teléfono de la Esperanza fue fundado en 1971 en Sevilla por el religioso de la orden de San Juan de Dios Serafín Madrid, para «ofrecer un servicio permanente, confidencial y gratuito». En el año 2022 se cumplirá el 50 aniversario de su puesta en marcha en Valencia.