Prohibido fumar.

Luisa C. Perosán: Prohibido fumar.

Ya lo dije en 2005, que, si consentíamos en que se prohibiera fumar, consentiríamos en muchas otras cosas que entonces ni se nos hubieran ocurrido, como por ejemplo que nos encerraran tres meses sin decir ni mu. Nuestra nueva ministra de sanidad es muy consciente de los buenos resultados que da una prohibición.

Fumar es malo, eso no se discute, pero prohibir fumar sin prohibir el tabaco es como prohibir comer, pero tener los supermercados a pleno rendimiento. La cuestión no es el hecho de fumar, que, además no ha servido de nada. El número de fumadores es prácticamente el mismo. La cuestión es prohibir, y hacerlo sabiendo que no faltará gente que aplauda.

La aceptación de la prohibición de fumar fue lo que confirmó a mi entender que la sociedad ya estaba lista para asumir cualquier cosa.

No hay nada tan gratificante para algunas personas como el sentirse moralmente superiores a otras. Si acompañando la prohibición se hubiera decretado una ley, que permitiera a los talibanes anti tabaco, dar palizas a los fumadores, no me cabe duda, de que habría gente agazapada entre los arbustos de cualquier parque para saltar sobre el infractor y hacer cumplir la ley.

  • No hay cosa más gratificante para el mezquino que saber que puede arrebatarle un derecho a otro.

La cuestión es hacernos obedecer, agachar las orejas y tragar. No faltarán pelanas que harán de policías amateur sin cargo al erario público. No faltarán miserables mentales que en la puerta de un bar o en la calle te miren con asco o te increpen sin respeto por el hecho de tener un pitillo en la mano. Como cuando las beatas de los pueblos criticaban y difamaban a las hijas de sus vecinas, estos nuevos fascistas no se plantean en ningún momento que cuando se consienten estas pérdidas de libertad ajena, no tardan en llegar los recortes a casa. Si se consienten estas absurdeces, como prohibir fumar en terrazas, se da pie a otras cosas que acaban afectando a todo el mundo, incluidos los mojes trapenses anti tabaco.

Prohibir fumar en una discoteca es una ridiculez, cosas mucho más dañinas ocurren en los lavabos, prohibir fumar en una terraza es además de ridículo tremendamente dañino para la hostelería. Entiendo que hay lugares donde no se debe fumar y cualquiera con sentido común lo sabe. De hecho, normalmente, un fumador que sea una persona normal, si está reunido con otras preguntará ¿os importa si fumo? Si alguien responde que sí, que le molesta, la mayoría de la gente se va a fumarse el cigarro a la calle o sencillamente lo guarda. Es tan sencillo como eso. Vive y deja vivir, la cortesía es gratis.

  • El tema del tabaco polariza mucho. Para quienes quieren medir el nivel de obediencia es un baremo estupendo.

No ocurre lo mismo con otras cuestiones, el tabaco cuyos perjuicios han sido ampliamente difundidos, es como la energía nuclear, algo con lo que se ha metido mucho miedo. Últimamente he leído que tener una o más mascotas deja una gran huella de carbono ¿Qué opinarían esos anti tabaco si les prohibieran tener una mascota? ¿Qué opinarían si les razonaran que la prohibición también se sustenta en la higiene de calles y aceras? Les parecería una barbaridad, porque lo es. La única forma de que se entienda que los recortes de libertad al prójimo son el anuncio de los que nos van a llegar, es cuestionarlos desde la perspectiva del que los ve con buenos ojos.

  • Si aceptamos que se recorten las libertades ajenas estamos legitimando que se recorten las nuestras.

Es una cuestión de pura lógica, pero el poder sabe que la gente es intolerante con lo que no le gusta, y no perderá la oportunidad de prohibir lo que se le antoje, siempre habrá quien apoye la prohibición. Las prohibiciones deben ser las lógicas, no hacer daño al prójimo. Si alguien odia el humo del tabaco siempre puede irse, nadie lo retiene junto a un fumador.  Fumar está prohibido en espacios cerrados, pero la calle sigue siendo pública, y, las terrazas están al aire libre.

Algunas personas no se plantean la ley de eutanasia porque según ellos es el derecho a una muerte “digna”, que habría que discutirlo, pero no ven con buenos ojos que un fumador haga lo que le apetezca con su cuerpo. Si, están los que discuten que el cáncer de pulmón por ejemplo cuesta mucho a la seguridad social, pero por esa misma regla de tres un tipo que hace escalada y tiene un accidente ¿se debería excluir de la sanidad pública porque su operación es cara?. Rotundamente no. Y, además, los fumadores pagan religiosamente como los no fumadores sus impuestos. Si claudicamos, después se prohibirá el alcohol, las grasas, estar gordito, o ser sedentario. Eso es un campo de concentración. Poco a poco nos irán arrinconando y ya no seremos dueños ni de nuestro cuerpo.

Luisa C. Perosán