PON UN VIRUS EN TU VIDA

Este virus es lo más democrático que ha pisado nuestro territorio en años, afecta a todos y a todas, no discrimina ni por sexo ni por religión y aún menos por nacionalidad.

Afecta por igual a tontos y listos, tenemos varios casos que lo demuestran, y esta retratando a todo el mundo, devolviendo a la frase, “por sus actos los reconoceréis”, todo su valor.

Hay gente hiperegoísta que se lo lleva todo, y ha terminado en el hospital mendigando atención, como todos. Otros menos preparados se encontraron que los primeros les habían privado de la libertad de servirse.

La Ética que se ha impuesto ha sido, al principio al menos, tonto el último.

Cuando vimos que ningún acopio iba a ser el suficiente, volvió la cordura y la adaptación solidaria, ya se sabe, cuándo el río es demasiado ancho para poder cruzarlo solos, nos avenimos a pensar que trabajando juntos llegaremos mejor.

Ahondando más en este posicionamiento personal, pero a escala internacional, acabamos de descubrir uno de los cambios políticos más abismales.

Míster Trump abandona la política más arcaica del American First mezclado con el DIY más radical, para asumir en una tarde el criterio económico más izquierdista sin caer en el execrado comunismo, las teorías del mago de la economía intervencionista, Keynes.

¿Será el nuevo Roosevelt? Incluso rectifica y pacta con China “une entente cordiale” para resolver la crisis.

Este cambio no obstante no afecta a todo el Mundo por igual.

En casa, en nuestra UE, se están viviendo momentos cruciales, distribuidos por la asimetría de la crisis vírica.

Los países del Norte, siempre un  bloque unido para frenar el buen desarrollo del despilfarro del Sur, están comenzando este terrible Gólgota que significa crecer en muerte y aislamiento.

Están abandonando ahora mismo el leitmotiv de que “es una simple gripe”, para encontrarse con la dura realidad de que no tienen máscaras, ni camas, ni médicos suficientes.

Incluso Bélgica está pasando por lo mismo que España, millones de máscaras inservibles provenientes del mercado chino, o respiradores defectuosos.

Estos momentos de confusión o de falsa calma, en el caso de Holanda, o de los Países muy bajos, están alumbrando una situación con dos caras decisivas en el futuro de nuestro mundo europeo.

La fractura bien real entre Norte y Sur vuelve a abrirse de forma radical, con una diferencia, esta es la definitiva, no hay vuelta atrás.

El Norte vuelve a acusar al Sur de vago, autocomplaciente, y derrochador, que si bien es cierto, quien lo puede negar con un déficit que supera nuestro PIB, y el eterno postergamiento del cambio de modelo productivo, amen de nuestra clara tendencia al chanchullo sin castigo, presente también en el Norte, pero en menor cuantía y más castigo, no es el momento de ser cicateros o vengativos, es el momento de ser un Estado Unido.

Pero parece que algunos países no quieren ceder nada, ni en el buen juicio, de hecho, han resucitado todas las fronteras de Schengen, ¿Por qué? Pues porque no tenemos casi nada en común.

Y este pequeño virus ha ido saltando de país a país de forma desacompasada, produciendo una moviola infinita de las mismas ignorancias e incapacidades dilatadas en el tiempo.

Resulta muy curioso viajar por la prensa internacional y ver la repetición  en una especie de Deja VU, de los mismos errores y de las mismas rectificaciones en función del día X de la infección inicial.

Esto desemboca en la negativa Germano bátava, con apoyo de fineses y de austriacos, a la creación de una herramienta en común que nos obliga a todos, o sea que nos une en la respuesta económica, como es la creación de los eurobonos.

¿Serán eficaces?, no se sabe, pero lo que si se sabe es que los países del Sur, los mal llamados PIGS, no van a encontrar justificación alguna frente a su electorado para pertenecer a un club privado que  les abandona de manera reiterada.

Estamos pues, en un momento crucial, el virus no es culpa de nadie, o mas bien es culpa de todos, ya que nos afecta a todos por igual.

Al margen de si hemos hecho los deberes internos bien o mal. Pero esto no puede ser el punto de partida esta vez.

No es una crisis económica, es una crisis sanitaria y el pueblo no puede ser rehén de este hecho, ya que, si lo transforman en eso, se rebelará y los populismos de hoy, serán leche materna frente a los del “por venir”.

Además, los más reacios a la ayuda universal son los democristianos en su inmensa mayoría, lo que nos lleva a la segunda parte de la moneda.

La ética y la moral que debe imponerse en esta crisis, ya que el virus también ha tocado este eje humano fundamental de forma drástica.

De nuevo cierto Norte, el que nada tiene de latín o poco, los británicos, los holandeses, los flamencos belgas, austriacos y escandinavos con distinta intensidad, se ha puesto a defender la vía de la contaminación localizada, con el fin de crear resistencia grupal o de rebaño.

Esto condujo a ciertos lideres a vaticinar una gran mortandad en los grupos de la tercera y cuarta edad, cuanto más a la derecha más asumida la pérdida en vidas, incluso alabada por cierto senador Tejano por el grado de sacrificio que esto implicaba.

Las personas mayores irían gustosas al patíbulo vírico para salvar la economía. Ya no se habla de esto en los EE. UU., y su presidente ha reaccionado como un filo marxista económico.

Aquí no. Los holandeses defienden que los muertos son inevitables y critican a los que si se preocupan por sus mayores. Los británicos han retrocedido de forma drástica desde que la Universidad de Londres les indicó que la cifra de muertos se conjugaba en millones.

Por lo tanto, tenemos, por un lado, una ética que justifica la eugenesia controlada en aras de la economía y por el otro la protección cribada de toda la ciudadanía, incluidos nuestros ayos.

Sinceramente me quedo con la segunda opción y hasta proclamo a todos los vientos que este es el camino. Pero debo admitir que el liberalismo económico ha hecho aflorar una línea muy peligrosa que determina que los abuelos no son productivos y por ello no se merecen una inversión en esfuerzo y en dinero, cosa que llevo advirtiendo hace decenios. Esta es la confirmación.

Este pequeño virus ha sido definitivo para crear una ecuación ineludible, la solución es: más organización, solidaridad y cooperación, y no menos.

Dentro de dos semanas hasta los holandeses se darán cuenta, y pensarán si ser democristianos no implica el cumplimiento de un cierto Código que no existe en el ultraliberalismo económico practicado hasta ahora mismo y si en su cristianismo.

Sin el cumplimiento de un código ético no hay sociedad, hay jungla, donde ya no es lo de, American first lo que se impone, sino yo primero y tonto el último, escenario donde estuvimos todos al principio de esto, ya que es lo que nos habían enseñado.

El virus ha venido a susurrarnos al oído, que a solas nos mata fácilmente, juntos lo tiene más difícil.

Todo ello nos enseña que en el mundo siempre hay dos posturas, la pasiva, inmediata, egoísta e inútil, incluso peligrosa por su negación a crear solución y la otra, la que utiliza la curiosidad para crear y unir.

Incluso me atrevería a decir que estas épocas, a parte de ser oportunidades, promueven la sabia rectificación, incluso el descubrimiento y la recuperación del tejido social, lo vemos con la cantidad de participaciones que surgen de la nada.

La gente, tenemos hambre de solidaridad, participación y de comunicación.

YA que este pequeño virus nos ha brindado una cosa de un incalculable valor, tiempo, para reflexionar, para intercambiar, para hablar, para perderlo, y hasta para rectificar.

Este pequeño virus ha conseguido poner en orden nuestra vida, lo más importante primero y lo demás, después.

Autor: Guillermo Vansteenberghe Waeterschoot