Juan Carlos Galindo «Las maniobras de desinformación política»

Juan Carlos Galindo «Las maniobras de desinformación política»

Juan Carlos Galindo. Pensadores y filósofos, como Jürgen Habermas, defienden que una esfera pública basada en la de liberación racional es la piedra angular sobre la que se asienta una democracia.

Juan Carlos Galindo «confusión deliberada entre opinión e información»

De esta manera, no pueden pasar desapercibidas las consecuencias que puede tener un ciberataque destinado a erosionar la opinión pública y que, de producirse de manera exitosa, sus daños no se limitarían a pérdidas económicas o materiales.

Podrían erosionar la naturaleza y razón de ser de un sistema de gobierno basado en una democracia liberal, afectando a los factores que proporcionan integridad a un Estado-Nación.

La comunicación utilizada como arma política y de guerra no es ninguna novedad. Existen referencias a la utilización de guerras comunicativas en contextos bélicos desde hace más de 2.500 años.

El general chino Sun Tzu, nacido en el año 544 antes de Cristo, ya dejó por escrito que “el arte de la guerra es el engaño”

Ya en nuestra época, en las facultades de Ciencias de la Información de todo el mundo se estudia la figura de Joseph Goebbles, ministro para la Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich entre los años 1933 y 1945, como el máximo representante del uso de la propaganda como arma de guerra.

Los postulados de Hitler y de su ministro marcaron las pautas de la comunicación y la desinformación, antes incluso del conflicto armado:

“Es indispensable desmoralizar a la nación enemiga, prepararla para capitular, constreñirla moralmente a la pasividad, incluso antes de planear cualquier acción militar… No vacilaremos en fomentar revoluciones en tierra enemiga”

Existen al menos 6 factores que contribuyen a impulsar el uso cada vez más recurrente de las acciones hostiles basadas en la distribución de desinformación:

 

1. Alto nivel de efectividad.

La revolución tecnológica ha permitido democratizar el acceso a los medios y a la tecnología de producción de mensajes informativos. Actualmente, resulta relativamente barato y fácil producir mensajes multimedia de alta calidad técnica. Difundirlos de manera directa y eficaz a las audiencias que se consideren más adecuadas.

2. Dificultad para establecer una atribución directa.

Una de las principales características de las campañas de desinformación es generar confusión, tanto a través de los mensajes, como de las fuentes.

3. Compleja regulación.

A diferencia de otras acciones ofensivas, como la guerra abierta en un campo de batalla, las acciones terroristas o el hackeo digital, las acciones de desinformación y de manipulación de opinión pública no son fáciles de combatir desde la perspectiva legal propia de las democracias liberales

4. Limitación para establecer una relación de causalidad.

Las actuales metodologías técnicas permiten detectar intentos de desinformación y atribuirlos, con mayor o menor grado de certeza, a determinados agentes nacionales o subnacionales con intenciones de condicionar de manera maliciosa el debate público en un Estado. Inclusive cuando es el propio estado el autor de estas.

5. Aprovechamiento de vulnerabilidades sociales ya existentes.

Los agentes responsables de emprender acciones de desinformación no inician sus acciones desde cero. Primero, detectan vulnerabilidades sociales y políticas reales y espontáneas que se están produciendo en el debate público, para después centrarse en aumentar y polarizar ese debate.

6. Infiltración de la desinformación ilegítima en los métodos de la comunicación social y política legítima.

La proliferación de acciones de desinformación ilegítima por parte de actores interesados en influir en la audiencia ciudadana se da, en sí misma en el marco de la utilización legítima que actores políticos y sociales hacen de las nuevas plataformas tecnológicas de difusión masiva de información para distribuir sus propios mensajes y contenidos.

El principal objetivo de una campaña de desinformación es suministrar en el proceso de formación de la opinión pública noticias falsas, medias verdades, información altamente subjetiva presentada como objetiva (confusión deliberada entre opinión e información)

Información diseñada para producir un efecto emocional en el receptor, minimizando la probabilidad de que la procese aplicando juicio crítico.

Esta información se distribuye desde plataformas y perfiles que aparentan ser creíbles, pero que ocultan su verdadero origen y dificultan su trazabilidad.

La distribución maliciosa y sistemática de informaciones de escasa calidad en el debate público pretende quebrar la confianza entre:

Los ciudadanos y las  instituciones y medios de comunicación, dos de los principales actores responsables de mantener la cohesión social

El Estado-Nación moderno está sustentado en un contrato social basado en la confianza que los ciudadanos depositan en su administración y sus instituciones.

La quiebra de esta relación de confianza puede comprometer la solidez del tejido democrático de un Estado.

Las consecuencias de una campaña sistemática y maliciosa de desinformación entre la opinión pública pueden derivar en peligrosas consecuencias para una democracia liberal.

La propia naturaleza de las plataformas digitales de información, que utilizan algoritmos.

Seleccionan de manera personalizada noticias que consideran del gusto del usuario. Contribuyen a la creación de conversaciones digitales altamente polarizadas.

Las campañas de desinformación buscan, precisamente, aumentar esta polarización.

En primer lugar, detectando aquellas conversaciones digitales que resultan más polémicas o causan mayor confrontación en el debate público.

Y, de una manera maliciosa, fomentando y ampliando estos debates con el fin de enfrentar a los ciudadanos en torno a determinados temas políticos o sociales.

Las campañas de desinformación no sólo están basadas en contenidos falsos.

En otras ocasiones, las informaciones difundidas con ánimo malicioso están basadas en un hecho real, pero se presentan ante la opinión pública con un enfoque elaborado y construido de tal manera que el usuario final interpreta ese hecho de una manera que no coincide con la realidad.

Los enfoques manipulan las percepciones que pueden generar los titulares y las fotografías, lo que se conoce como el “primer nivel de lectura” de una noticia.

Este primer nivel de lectura no sólo atrae la primera atención del usuario, sino que, con los actuales hábitos de consumo informativo en dispositivos móviles, constituye, en muchas ocasiones, la única información que se recibe de una noticia.

Pero… ¿y cuando es el propio estado el que las alimenta, promoviéndolas y regándolas de euros?.

O lo que es peor, censurando la opinión y editando titulares de prensa a cambio de subvenciones.

La transparencia informativa sin ningún género de dudas queda como asignatura pendiente, junto a la ya herida de muerte, transparencia publica.

Juan Carlos Galindo «Las maniobras de desinformación política»