Joaquín del Turia: “Kirinyaga y Palestina: ¿Es posible escapar de la globalización?”

Hace semanas que se ha recrudecido el conflicto en Oriente Medio. La guerra entre un pueblo que recuperó su hogar ancestral contra el que habitaba ese territorio. La confrontación entre dos religiones que, cuando son llevadas al extremo, se vuelven irreconciliables. Los valores occidentales frente al férreo control de una banda terrorista forzando a su población a vivir según las costumbres y convicciones morales de otro tiempo.

Hay ocasiones en que la Tierra se nos queda muy pequeña.

Nos ahorraríamos mucha sangre si cada etnia tuviera la posibilidad de mudarse a un planetoide propio para poder vivir según sus tradiciones. Pero ninguna solución es perfecta y al construir una tierra prometida correríamos el riesgo de que se convirtiera en un infierno.

Mike Resnick, autor de Kirinyaga, expone esta premisa que viene ahora muy a cuento, planteada no en el contexto del conflicto palestino-israelí, sino en el de un futuro cercano en el que la globalización ha llegado hasta el más remoto lugar de África, y preguntándose: ¿qué consecuencias tendría retornar a una utopía precolonial? ¿Es posible para una persona moderna volver al modo de vida tradicional de su etnia?

Tales dilemas nos propone Resnick en esta novela sublime. Originalmente se publicó separada en varios relatos que obtuvieron algunos de los premios internacionales más importantes otorgados a la literatura de género como son el Hugo, el Nébula o el Ignotus. Pero no fue hasta 1998 cuando, al ser reunidos en un mismo volumen, pudieron ser leídos en conjunto, como capítulos de un libro, alcanzando así toda su dimensión.

En esta historia seguimos los pasos de Koriba, el “mundumugu” (chamán) y parte de los kikuyus (el grupo étnico más numeroso de Kenia) hacia Kirinyaga, un planetoide llamado así en honor a su montaña sagrada. Este satélite había sido modificado para simular las condiciones de la Sabana africana antes de la llegada del hombre blanco. En él planean recuperar su religión, vivir de la tierra y renunciar a aquellos objetos y remedios que no puedan fabricar con sus propias manos. Puede parecer idílico, pero pronto empiezan a surgir tentaciones y dificultades que pondrán a prueba la capacidad del chamán para evitar que su sueño se desvanezca.

La tribu y la novela se sostienen en los hombros de Koriba. Retógrado e intransigente, es uno de los mejores personajes que he leído en mucho tiempo. A ratos lo odias y a ratos empatizas con ese viejo testarudo dispuesto a seguir hasta el final sus ideas para evitar que el “progreso” dé al traste con su utopía indigenista, aunque ello signifique asumir terribles consecuencias.

¿Para qué mudarse a otro planeta si vas a acabar viviendo igual que lo hacían en la Tierra?

Este libro, a pesar de su éxito, fue muy criticado por ciertos sectores debido a que, desde un punto de vista occidental, saca a la luz tabúes que afectan a la idealización de las formas de vida previas a la colonización del “hombre blanco”.

Mike Resnick, Kirinyaga, Barcelona, Gigamesh, 2017.

Deja ver que la globalización tiene la vertiente positiva de mejorar la calidad de vida de gran número de poblaciones y colectivos,  asegurando el cumplimiento de los derechos humanos y permitiéndoles acceder a avances tecnológicos con el potencial de hacer su vida más cómoda. Sin embargo, no oculta que este puede ser un regalo envenenado, capaz de terminar con la identidad y costumbres de cada pueblo, haciéndolos desaparecer a golpes de progreso y de la imposición de las ideas moralistas occidentales.

Por desgracia, el futuro que relata este libro no existe. Vivimos en un mundo del que no se puede escapar y estamos condenados a entendernos, o por lo menos a soportarnos. A defender nuestra forma de vida respetando las de los otros, porque si no, corremos el riesgo de terminar envueltos en guerras por motivos identitarios o religiosos. Conflictos que se enquistan en el tiempo sin traer jamás otra cosa que odio y muerte a quien menos lo merece.