El mundo sin Irene Montero

Tras la aprobación de la ley de “sí es sí” y toda la normativa conexa con ella, me he preguntado qué sería del mundo sin Irene Montero y he llegado a la conclusión de que sería muy distinto.

Para empezar está la cosa esa que se llama Ministerio de Igualdad, antes del cual las mujeres no podían salir del oscuro gueto en el que les habían confinado unos individuos machistas y hetero patriarcales cuya obsesión era fastidiar a la mujer (y no empleo otro verbo en vez de fastidiar por sus connotaciones obvias y la sexualización del contexto).

O sea, que gracias al Ministerio de Igualdad y sus políticas relacionadas con él, vivimos en un mundo más feliz y más libre, del que se ha desterrado el galanteo y en el que las criaturas (obsérvese el lenguaje inclusivo) pueden elegir a qué género o sexo pertenecen dentro de la panoplia de nuevas oportunidades que la sociedad les ofrece.

Hemos conseguido, pues, erotizar la vida desde la más tierna infancia, introduciendo la sexualidad hasta en el estudio de las ciencias exactas, imponiendo una visión de género de las matemáticas y otras invenciones igual de grotescas.

Es más, al parecer, según las nuevas feministas radicales, existe no sólo el machismo a lo grande y en bruto, sino un micro machismo más sutil, como el denunciado por una concejala de Unidas Podemos al criticar el volumen del aire acondicionado en un pleno municipal.

Imagínense, por consiguiente, que distinto sería el mundo sin las políticas inclusivas y de igualdad que nos han impuesto y la horrible experiencia de vivir sometidos a un hetero patriarcado que nos imponía, sin darnos cuenta, una manera ominosa y funesta de relacionarnos unos con otros.

Enrique Arias Vega
A Contracorriente