El pasado sábado en la pista de Silla, se produjo un accidente (uno de tantos) con cinco coches implicados. No es de extrañar, porque no se ve ni torta. Todas las farolas están apagadas, y las entradas y salidas de la V-30 parecen la boca de un lobo. Dentro, en la ciudad, las farolas de Playmobil tampoco hacen mucho papel, sería mejor cambiarlas por velas o antorchas, así sería más vintage y ecológico.
¿Qué les pasa en el ayuntamiento? ¿Qué tienen en contra de la iluminación?.
Llegas por ejemplo a Madrid y las entradas están iluminadas como siempre. Llegas a Valencia, y lo más luminoso son los semáforos. Dan ganas de sacar un mechero para ver por dónde vas. Y circular de noche por Valencia es una lotería. Entre carriles bici, patinetes y peatones ya no sabes donde mirar.
La firme apuesta del Ayuntamiento de Valencia (PSOE-Compromís) y de su personal técnico para mejorar el alumbrado urbano, ha resultado ser un fracaso, ha conseguido convertir la ciudad en un paradigma de lobreguez. Eso sí, todo muy sostenible y medioambiental. Las cucarachas y las ratas lo agradecen mucho.
El supuesto ahorro no parece ser por esas fuentes luminosas led, más bien debe ser porque toda la circunvalación está completamente a oscuras.
La mejor forma de no consumir. Si yo fuera mal pensada diría que ese bonito plan de sustituir las luces y justificarlo después con el ahorro, no es más que otro “tejemaneje”. Un gasto estratosférico en unas luces que consumen poca energía, pero porque no iluminan un carajo. ¿Y el ahorro? pues nada, dejamos las carreteras de circunvalación completamente a oscuras, ¡ y ya tenemos el ahorro! Un plan redondo y sin fisuras. No veo tampoco que ese ahorro se vea reflejado en una bajada de impuestos. Pago lo mismo y no “veo” mejora, al contrario, es cada vez peor.
La excusa era reducir la factura eléctrica de la ciudad y un supuesto impacto lumínico y medioambiental.
Lo que se ha conseguido es dejar la ciudad a oscuras. Entre 2017 y 2018 se emprendió la “renovación” de las instalaciones de alumbrado público, planazo que culminó en 2020 y cuyo resultado es bastante triste. Otro regalito de los ocho años de gobierno del PSOE y Compromís.
Me gusta mucho que lleguen la navidad o las fallas porque la iluminación mejora.
Mientras, la próxima vez que salga por la ciudad de noche, meteré una linterna en mi bolso. Si tuviera que circular por la V-30 por ejemplo, me plantearía adornar mi coche con bandas reflectantes y unas luces navideñas.
Señores del ayuntamiento preocúpense menos por el medioambiente y más por el ambiente en Valencia. La oscuridad alberga horrores, como dirían en Juego de Tronos.
Comiencen por desfacer entuertos. El trafico es un caos y la iluminación muy escasa.
Hay mucho trabajo por hacer en esos dos aspectos. Propongo a los “genios” que idearon el cambio de la iluminación, que prueben a circular por Valencia, de noche, con una de esas trombas de agua que nos caen de vez en cuando. Es tan efectivo para descargar adrenalina, como meterte en una jaula con un tigre que lleva tres días sin comer.