Luisa C. Perosán: El avispero europeo

Luisa C. Perosán: El avispero europeo

La derecha no es un problema, es una solución.

Europa es un avispero, nuestra historia lo demuestra. No entiendo por qué muchos medios de información no analizan seriamente los últimos cambios políticos. Lo único que parece importarles es calificar de “ultraderecha” todo lo que no sea izquierda. Para los medios generalistas, los de ultraderecha son fáciles de distinguir, son los que están de pie, no de rodillas.

La situación en muchos países de Europa empieza a ser insostenible. En Holanda, Geert Wilders, como primera medida, no permitirá construir y cerrará mezquitas en todo el territorio holandés. Es lógico, tienen unos índices de criminalidad elevadísimos y saben de dónde procede este aumento. La misma familia real está amenazada.

Décadas de inmigración descontrolada y procedente además de culturas totalmente opuestas a la nuestra, han propiciado esta situación.

En Suecia están en una situación límite. Francia o Alemania, casi todos los días se publican noticias sobre asesinatos y todo tipo de delitos, perpetrados por los hijos, y los nietos incluso, de esa primera ola de inmigración, que jamás se integrará. En Dublín ya se han hartado después de que apuñalaran incluso a niños. En España podemos hacer un recuento fácil, no hace falta ir a los datos oficiales (muy maquillados) basta con ver los principales periódicos. Llevo haciendo un recuento superficial desde julio, y cada dos o tres días aparecen noticias sobre violaciones grupales y, sí, la mayoría son extranjeros con nacionalidad regalada. Sólo hay que darse una vuelta por las Ramblas para hacerse una idea de cómo esta inmigración nos perjudica a todos.

Europa (que no la Unión Europea) se está hartando, y tenemos una historia que es para tomársela en serio.

En principio, las medidas que los gobiernos de derechas están implementando son, sobre todo, para “incomodar” a esta inmigración. Llevamos mucho tiempo recibiendo sin control millones de personas, además hemos regalado nacionalidades como si fueran cromos, y revertir esto es muy complicado. Los cierres de fronteras, como es lógico, van a ser determinantes, y medidas como las de Wilders, además de incomodar, lanzan un mensaje muy claro, y es éste: “En mi país, no”.

En España, tenemos la suerte de que las primeras oleadas de inmigración fueran mayoritariamente de hispanoamericanos, pero esto también nos hizo confiados y dejamos que siguieran llegando otros que nada tienen que ver con un español. Es a ésos a los que hay que indicarles la salida y cerrarles la puerta.

Como es imposible que un gobierno en España sea de Sánchez, Feijoo, Abascal o de cualquiera de nuestros políticos, vaya a implementar una sola medida que sea eficaz, como, por ejemplo, cortar de raíz paguitas y ayudas, debemos empezar a resolver esta situación nosotros mismos. Empecemos por hablar con claridad y sin complejos.

Enfrentémonos a quienes quieran amordazarnos con palabras como racismo o xenofobia.

No es nada de esto, se trata de supervivencia, se trata de tranquilidad. A la Unión Europea, a sus políticos, sólo les interesa que España siga siendo la puerta de entrada. No le ha interesado para nada nuestra situación ante el ataque a nuestra democracia, “un problema doméstico” han dicho, y con esto lo han zanjado. Ojalá opinaran lo mismo cuando nos imponen sus cuotas, perjudicando a nuestros sectores ganadero y agrícola. En Italia también están haciendo presión al gobierno con una inundación sin precedentes de inmigración africana, pero esto no va a hacer que el voto cambie.

Eso que tanto miedo les da a algunos, ese espantajo creado que llaman ultraderecha, es lo único que puede frenar que las cosas vayan a peor y lleguemos, como ya predijo Samuel Huntington en los noventa,  a enfrentamientos civiles.

Porque que a nadie le quepa duda de que, si esto no se para, el conflicto llegará.

Europa lleva muchos años de paz, pero tiene en su haber muchos más años en guerra. Europa es un avispero que no conviene agitar. El adoctrinamiento buenista se cura instantáneamente cuando a tu anciana madre le rompe el brazo un mena para robarle el móvil. Se cura cuando a una niña de 15 años la violan entre cinco animales. Se te pasa la tontería cuando te okupan la casa. Abres los ojos cuando ves cómo gente que no da un palo al agua recibe ayudas de todo tipo y vive mejor que tú, sin aportar nada. Ni los españoles, ni los europeos son ciegos. El avance de la “ultraderecha” es directamente proporcional al descontento, y es mucho. Que se vaya acostumbrando la izquierda absurda a no ser la ideología dominante.