Han pasado 80 días

Fernando de Rosa: «Han pasado 80 días»

Ya han pasado 80 días desde que el pasado 17 de julio, Carlos Mazón, tomó posesión como president de la Generalitat Valenciana y el cambio es evidente en la acción de gobierno.

Estamos ante un Consell que en estos primeros días está intentando poner orden en las desastrosas cuentas que heredadas del gobierno de Puig, que por lo que parece, olvidó gestionar hace muchos años.

  • El desastre económico dejado por Compromís y los socialistas es muy preocupante, ya que está condicionando la acción del actual gobierno y fundamentalmente, las necesidades de los ciudadanos de nuestra Comunitat.

Un claro ejemplo del caos lo podemos ver en la Conselleria de Sanitat dirigida por Marciano Gómez, donde el nuevo equipo se ha encontrado 190.000 facturas pendientes de pago, lo cual pone en riesgo la salud de muchos ciudadanos.

Así pues, no se ha pagado el material médico y medicamentos de la Fe, el Clínico en Valencia o el hospital de Elche, mientras tanto, se regaba con millones de euros a entidades catalanistas que persiguen objetivos antiestatutarios. Ese era el doble rasero de la gestión de Puig: no se pagaban medicinas y se subvencionaba a los chiringuitos catalanistas.

  • Pero no es solamente en Sanidad donde la nefasta gestión “botánica” ha puesto en peligro a los más necesitados de nuestra Comunitat.

La actual vicepresidenta segunda del Consell, Susana Camarero, está encontrando situaciones de impago en centros de dependencia, residencias de mayores, centros de día y centros ocupacionales, convirtiendo la gestión de las ayudas de las personas más vulnerables en un verdadero sobresfuerzo en una materia ya de por sí bastante complicada.

En Educación, el conseller Rovira tuvo que sortear toda una serie de trampas dejadas por el antiguo equipo de la Conselleria botánica para impedir la normalidad del inicio del curso escolar, y lo más indignante ha sido que los que provocaron el caos se han dedicado a denunciar dicho caos tanto en la prensa como en las Corts valencianas sin pudor alguno.

Por lo que se ve, la sanidad, la educación y los servicios sociales son para la izquierda valenciana simplemente palabras para rellenar una pancarta, eso sí, siempre con el añadido de “pública”, para esconder su nefasta gestión con un eslogan ya bastante devaluado en la boca de esta izquierda.

Para Baldoví o Rebeca Torró, porque a Puig “el ausente” se le ve poco en Les Corts. Decir que defienden “ lo público” es el guion cotidiano con el que acaban todos sus  discursos, olvidando que los cajones de las consellerías están llenas de facturas impagadas de “lo público”, lo cual está poniendo en peligro precisamente dichos servicios tan necesarios en nuestra Comunitat.

La gestión de esta izquierda ha logrado el “gran éxito” de que un 27.4% de la población esté en riesgo de exclusión social

El 20% no pueda permitirse mantener su vivienda con una temperatura adecuada, o que el 34,6% no tenga capacidad para afrontar gastos imprevistos en salud o educación. Eso sí, dinero para asesores y chiringuitos no han faltado durante los años botánicos.

En estos 80 días de gestión del Consell del President Mazón, se está generando un cambio de tendencia mediante la reactivación de la maquinaria de las consellerías, las cuales han estado frenadas por la falta de dirección de una izquierda más preocupada en vigilarse entre ellos que en poner en práctica políticas activas.

El camino está iniciado de forma clara y transparente.

No solamente hay que reivindicar, sino que hay que  gestionar y abrir las puertas y ventanas, permitiendo convivir lo público con la iniciativa privada, la defensa del puerto de Valencia como polo de crecimiento económico, traer agua a nuestros sedientos campos, el corredor ferroviario mediterráneo y sobre todo, bajar impuestos garantizando los ingresos necesarios eliminando “grasa burocrática”, modernizando la Administración y sobre todo, ahorrando en gastos innecesarios para mantener chiringuitos y en contratos meramente ideológicos.

Es la hora de la gestión eficaz y profesional, aunque a Baldoví y a Rebeca Torró les moleste que se lo digan y pongan esa cara de eternos enfadados, porque “lo público” solo se defiende con una gestión eficaz y no con frases y discursos más o menos ocurrentes, como ellos están acostumbrados.

Han bastado 80 días para que se derrumbe la izquierda valenciana.

Ya solo les queda el recurso a la pancarta melancólica como la que llevaban los miembros de Compromís en la procesión cívica del pasado 9 de Octubre, que tenía como lema “tornarem”, y los valencianos nos preguntamos ¿para qué?