Fernando de Rosa “La cuesta de enero”

Fernando de Rosa “La cuesta de enero”

Sísifo fue un personaje de la mitología griega que engañó a los dioses. Por este motivo, fue condenado a subir un peñasco enorme a lo alto de una montaña. Una vez alcanzada la cumbre, la piedra caía a la base y debía volver a subirla. Así, una y otra vez, durante toda la eternidad.

Como le ocurre a este personaje mitológico, el sanchismo condena a los españoles a estar subiendo constantemente una “cuesta de enero” que no tiene fin. Da lo mismo que sea verano o invierno, marzo o septiembre, la cuesta se hace muy difícil para todos, menos para los “endiosados gobernantes”.

Según la Real Academia de la Lengua, la expresión “cuesta de enero”, se refiere al periodo de dificultades económicas que las personas pasan en el primer mes del año, como consecuencia de los gastos extraordinarios realizados durante las fiestas de Navidad. Estamos ya en la segunda quincena del mes de noviembre. En pocas semanas celebraremos la Navidad.

El año pasado, fue la Covid-19 la que nos tuvo que poner en alerta durante la celebración de las fiestas navideñas. Ahora es el virus del social-comunismo el que ha llevado a los españoles a estar constantemente subiendo una difícil e interminable cuesta de enero, con independencia del mes en que estemos.

Los gobernantes, desde su Olimpo del poder, no evitan la quiebra de muchas empresas y economías familiares, y como a Sísifo, se nos condena a subir la montaña con el gran peñasco, mientras ellos viven felices en su mundo ideal.

Sin embargo, el hartazgo se generaliza entre los españoles, que ya están cansados de la soberbia, las mentiras y la ineficacia del Gobierno de Sánchez. La propaganda monclovita pretende hacer creer que se está produciendo una “recuperación justa”, o que “España va mejor”. Pero lo cierto es que el descontento social aumenta día tras día y se manifiesta en la calle con protestas de transportistas, policías, ganaderos, autónomos o trabajadores del campo, tanto por las decisiones sectarias e ideologizadas que está adoptando el gobierno, así como por la escalada de precios que sigue arruinando a muchos sectores en nuestro país.

Además, como una muestra más de la falta de empatía con la ciudadanía, han decidido la creación de un impuesto al empleo. La pendiente se hará mucho más pronunciada, puesto que los trabajadores van a tener menos renta disponible y a las pequeñas y medianas empresas les va a ser mucho más gravoso proceder a crear trabajo.

A su vez, la inflación no da tregua y empobrece a los hogares, que ya pagan un 62,8% más cara la luz que hace un año, con una subida desbocada de los combustibles y la cesta de la compra.

Por otro lado, hace dos meses se produjo la erupción del volcán de la Palma. Viviendas, negocios y plantaciones de plátanos están resultando afectados por los efectos de la lava devastadora. Muchas familias lo han perdido todo. Y ante ello, Pedro Sánchez ha buscado la imagen, el titular fácil para su propaganda, adoptando una pose de hombre de Estado, y a la hora de la verdad, las ayudas a los afectados no llegan.

Mientras, el partido socialista ha rechazado en el Congreso de los diputados las enmiendas presentadas por el Partido Popular para frenar la subida de sueldo que el presidente y sus ministros se han autoconcedido en el proyecto de presupuestos generales del Estado para el año próximo.

Si todo lo dicho no fuera suficiente para poner en evidencia la palabrería de la izquierda, no hay que olvidar que Pedro Sánchez se ha convertido en el presidente del uso abusivo, para fines partidistas o personales, del avión Falcon y el helicóptero Súper Puma. Así, los utilizó para acudir al reciente Congreso del partido socialista de la Comunitat Valenciana, o en su día, para asistir a un concierto a Benicàssim, entre otros supuestos que podrían citarse.

Es hora de salir de este bucle de subidas de precio de la luz, de la cesta de la compra disparada, de tantos sectores económicos en crisis, del ataque a los miembros de la Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, y, en definitiva, de deterioro de los valores democráticos. No queremos gobernantes endiosados, alejados de las necesidades de los ciudadanos. Con soberbia no se gobierna, sino con empatía. Es preciso comenzar una verdadera desescalada. Empezar a bajar esta difícil cuesta en que nos ha metido el social-comunismo y que llegue la estabilidad y prosperidad a las familias, empresas y diferentes sectores de la economía.