Enrique Arias Vega: Degradación y reconciliación
Según el Gobierno y sus corifeos, la Ley de Amnistía supone la reconciliación de los catalanes con el resto de los españoles, cuando es justamente lo contrario. Nunca, en los tiempos recientes, los ciudadanos de este país han estado tan divididos como ahora ni han resultado tan desiguales ante la ley.
La prueba del nueve de dicho antagonismo está en que los secesionistas catalanes han anunciado ya su siguiente y próximo paso, la autodeterminación, o sea la separación de Cataluña del resto de España.
La presentación de un falso panorama idílico contrasta con la bajeza de las intervenciones parlamentarias, en las que ya no se insulta sólo al contrario, sino que se saca a colación a sus familias, como el caso de las facturas de la pareja de Isabel Díaz Ayuso o la relación con Air Europa de la mujer de Pedro Sánchez.
Estamos, pues, ante la degradación de la vida política que va más allá de nuestras fronteras. Para comprobarlo tenemos el encarnizamiento con que se increpan los socialistas y populares españoles en el Parlamento Europeo sobre temas domésticos. La saña ha sido tal que ha merecido el reproche público de un eurodiputado, que les ha afeado que no se dediquen a los temas que preocupan a los ciudadanos de Europa.
O sea, que no hay reconciliación que valga. En vez de ello tenemos un panorama desolador, con unas broncas elecciones autonómicas a la vuelta de la esquina, sin presupuestos generales del Estado, con jueces y tribunales puestos en cuestión y con delincuentes y prófugos dictando las leyes de este país. Es decir, una degradación sin precedentes.