Genial y controvertida versión de “Don Giovanni”

– La versión de “Don Giovanni” ofrecida en el Palau de Les Arts resultó genial y controvertida a la vez, por la visión filosófica del director de escena, Damiano Michieletto.

El veneciano nos dio a entender que el personaje central, quien encarna a Don Juan, es un hipnotizador a la par que un libertino sin control. De hecho, en el lieto fine, Don Giovanni hipnotiza a todos los integrantes de la trama, con la excepción, claro está, del Comendador Don Luís, auténtico Deus ex machina, la figura que regresa de ultratumba para castigar al disoluto y restituir el orden moral en la sociedad.

También puede entenderse de otro modo: tal vez Michieletto se atenga a la versión de la Compañía de Jesús, en tanto que el mal, el maligno, siempre está presente, siempre acecha, a pesar de la justicia divina. Empero, se preserva el mensaje católico del libre albedrío. Una manera de leer el mensaje de esta tragicomedia muy original, aunque polémica. Michieletto cometió muchas licencias.

Según el argumento, Don Giovanni entra en los aposentos de Doña Ana y en la casa del Comendador embozado con una capa, de manera que nadie lo identifica en un primer momento. En cambio, Don Juan entró a cara descubierta. El combate con Don Luís es una pugna de esgrima, un duelo de hojas de metal. En la versión de Michieletto, Don Juan mató al Comendador a bastonazos.

En el baile de máscaras, éstas brillaron por su ausencia. La escena de la cena en casa de Don Giovanni, el director de escena italiano la convirtió en una bacanal. Allí no había pitanza; antes bien, se disfrutaban de otros manjares: los placeres de Don Carnal. La orquestina que ameniza el banquete, entonces, hubo de ubicarse en el foso, obviamente.

La escenografía de Paolo Fantin fue una maravilla, un mérito compartido con Elena Zamparutti. Ambos diseñaron una escena con practicables tradicionales, de neoclásico gusto, que giraba circularmente; de manera que, visualmente, el rápido movimiento de la tramoya contribuía subliminalmente a acelerar el discurso argumental. Las puertas que comunicaban las distintas estancias jugaron un papel decisivo para esconder, despedir o dar entrada a los personajes. Correcta la iluminación, con luces blancas. Los vestuarios, más o menos de época.

Los cantantes, en general, muy buenos.

Es verdad que el tenor lombardo Giovanni Sebastiano Sala no puede decirse que posea una maravillosa voz, un instrumento sobresaliente. Pero suple sus carencias naturales con un gran talento artístico. Es el único tenor que yo he conocido el cual ha ornamentado la tercera parte del aria da capo, A-B-A’, -es decir, la sección A’- como los viejos castrados, especialmente visible en <Dalla sua pace>. Al fin y al cabo, el personaje de Don Octavio pertenece a la nobleza española y, como tal, le corresponde por alcurnia la fórmula del aria da capo. La ornamentación de Giovanni Sala ha sido modélica. Este tenor italiano es un gran maestro cantando a mezza voce, terreno en el que el cantante de Lecco es un consumado maestro. Las coloraturas del aria <Il mio tesoro in tanto> estuvieron muy bien matizadas. Su partenaire fue encarnado por la soprano zaragozana Ruth Iniesta. La baturra es una excelente soprano lírico-dramática. Brilló especialmente en los recitativos accompagnati, calentando los fogones de la trama. Pero, asimismo, se defiende bien con las coloraturas.

Si la ópera “Don Giovanni” es una tragicomedia, el bajo italiano Riccardo Fassi hizo una lectura más trágica que cómica de su personaje, el criado Leporello. A pesar de todo, es un cantante que tiene un instrumento potente, rotundo, muy bien colocado. Davide Luciano encarnó el papel estelar, Don Giovanni. El de Benevento es un gran actor, y mantuvo en vilo a los espectadores con su dramática interpretación. Se trata de un buen barítono lírico quien, sin embargo, sabe destilar el pathos. Espectacular la soprano parisina Elsa Dreisig, en el papel de Doña Elvira. Esta cantante lo hizo todo bien: los dos tipos de recitativos, -el secco y el accompagnato-, y las aguerridas arias, con un instrumento que no es especialmente poderoso pero sí es muy poliédrico, que se adapta a todas las circunstancias. Aunque el papel de Zerlina suele confiarse a una mezzosoprano, lo cierto es que, en esta versión del Palau de Les Arts, se encomendó a una soprano, como ocurrió durante el estreno en Praga, en 1787. Fue la norteamericana Jacquelyn Stucker quien se encarnó a la campesina, con una delicadeza exquisita en sus arias. Más discreto fue su pareja, el bajo italiano Adolfo Corrado, en el papel de Masetto, quien, a pesar de todo, cumplió correctamente con su cometido.

El director de orquesta, Riccardo Minasi, le imprimió fuego y velocidad al discurso musical. Este músico romano es un maestro de los silencios operísticos. Alargó las pausas y ralentizó los tiempos de las fermatas de los cantantes, con el propósito de aumentar el lucimiento canoro y mantener la tensión dramática. A su vez, agregó fuego con las respuestas de los instrumentos de metal y el timbal.

Magnífica la Orquestra de la Comunitat Valenciana y el breve papel del Cor de la Generalitat Valenciana.

FICHA TÉCNICA

  • Lugar y fecha: Palau de Les Arts Reina Sofía, Sala Principal, domingo, 12 de marzo, 18 horas.
  • Programa: “Don Giovanni”, dramma giocoso en dos actos, con libreto de Lorenzo Da Ponte y música de W. A. Mozart, número de catálogo KV 527.
  • Reparto: Davide Luciano, barítono (Don Giovanni); Gianlucca Buratto, bajo profundo (El Comendador Don Luís); Ruth Iniesta, soprano (Doña Ana); Giovanni Sala, tenor (Don Octavio); Elsa Dreisig, soprano (Doña Elvira); Riccardo Fassi, bajo bufo (Leporello); Adolfo Corrado, bajo (Masetto); Jacquelyn Stucker, soprano (Zerlina).
  • Dirección de escena: Damiano Michieletto.
  • Escenografía: Paolo Fantin.
  • Vestuarios: Carla Teti.
  • Iluminación: Fabio Barettin.
  • Orquesta: Orquestra de la Comunitat Valenciana.
  • Coro: Cor de la Generalitat Valenciana.
  • Dirección musical: Riccardo Minasi.

Francisco Bueno Camejo