Francisco Bueno  “La isla deshabitada en la ópera española ”

Francisco Bueno  “La isla deshabitada en la ópera española ”

En la Historia de la Música española ni abundan las óperas ni los conciertos para piano, violín, o la literatura concertística en general, pace la guitarrística. Por eso, felicitamos al Palau de Les Arts por haber traído esta coproducción del Teatro Arriaga de Bilbao y del Teatro de la Maestranza de Sevilla. En rigor, en la programación del magno coliseo valenciano, la ópera española es como una isla deshabitada. En ocasiones, una Insula Barataria.

  • Es curioso los tumbos que dio el libreto de “L’isola disabitata”, encargo del castrado Farinelli al gran Pietro Metastasio, en tiempos del Rey Fernando VI.

El que llegase a las manos de Manuel García, -quien durante un tiempo ejerció como profesor de canto del monarca Fernando VII- es algo verdaderamente insólito, en unos tiempos revolucionarios en que los argumentos metastasianos ya habían pasado de moda. El estreno de esta ópera es harto tardío: 1831. Ya nadie recordaba entonces la alabanza al déspota ilustrado, -mensaje cenital de Pietro Metastasio en sus libretos-, aquellos monarcas absolutos entregados a las obras públicas y a las reformas, buscando el amor de sus “súbditos”, como ya dejó escrito el Emperador José II de Austria en su obra “Antimaquiavelo”. También es infrecuente su plantilla musical: un cuarteto vocal solista y únicamente el piano como instrumento acompañante. Tal vez la ausencia de la orquesta, unido a las restricciones impuestas por la situación sanitaria coronavírica, así como el desconocimiento de esta ópera española, fueron una constelación de factores que provocaron una tibia presencia del público. Y, sin embargo, “L’isola disabitata” se escucha con agrado. Así lo sancionó el respetable con sus cálidos aplausos.

  • Trátase de una ópera de factura belcantista.

Manuel del Pópulo García, suegro durante un tiempo de Rossini, es deudor del estilo del “Cisne de Pésaro”. Brillan las coloraturas en todas las arias. Incluso el sevillano se permite el lujo de emular el plan del italiano en los accelerandi conclusivos de las arias. El cuarteto concertante final está escrito en el más puro estilo rossiniano. Creador de la canción española, es verdad que García desaprovecha algún momento de dramatismo del libreto metastasiano, como el tenso encuentro entre los hombres y las mujeres por vez primera. Pero las arias son lindas y los recitativos correctos. En general, la acción transcurre con fluidez discursiva.

  • Vayamos ahora por la senda de la crítica musical.

Expresar las tribulaciones en la vida por medio de un amasijo de sillas será un diseño escenográfico muy simbolista, pero poco útil desde el punto de vista visual y del movimiento escénico. Si tenemos en cuenta que la dirección de escena anduvo confiada al inconmensurable Emilio Sagi, existen errores que hay que enmendar. Y, como muestra, un botón. El reencuentro entre Gernando y Costanza, tras 6 años de aislamiento, y con el tenor afirmando “aquí tienes mis brazos” era el instante ideal para fundirse en el abrazo de entrambos, y no obligar a Gernando a permanecer inmóvil como si se tratase de “El Pensador” de Rodin, alejado de su amada. No. La iluminación tuvo poco trabajo. A destacar el cambio a la luz rosa en los instantes finales de la trama, con el lieto fine catártico, aristotélico. Los vestuarios, en sintonía con la puesta en escena.

  • En cuanto a los cantantes, hay que tener en cuenta que están en fase de perfeccionamiento y son voces jóvenes, por lo que se impone la indulgencia.

La soprano Larisa Stefan salió un poquito nerviosa. La rumana cantó bien su difícil papel. Conviene que sea más enfática y que evite las pérdidas de aire que tensan la voz en el registro sobreagudo. Aunque también se presentó en el proscenio con cierta inseguridad, Evgeniya Khomutova fue la mejor cantante femenina en la escena. La mezzosoprano rusa tiene una voz muy esmaltada en toda la gama, bien articulada, y le imprime carácter a su personaje. La coloratura es buena, aunque aún no alcanza los aflautados tan típicos de las mezzosopranos. El español Jorge Franco es un digníssimo tenor lírico-spinto. Al oscense no le arredran en absoluto los melismas ornamentales, y proyecta bien su voz, con un estilo italiano de canto. El barítono Oleh Lebedyev es un buen actor. En cuanto a sus dotes canoras, que no son pocas, le falta una pizca de flexibilidad y, sobre todo, debe cuidar el fiato, escaso, en estos años primaverales de su existencia.

Aunque metió algún “moro” de vez en cuando, Carlos Sanchis es un buen pianista. Interpretó con mucha calidad su cometido instrumental.

En suma: mueva las posaderas y vaya al Palau de Les Arts a contemplar y escuchar esta ópera escrita por el compositor español Manuel del Pópulo García. Aunque se sirva de moldes o fórmulas rossinianas, no es un escayolista; pues por debajo de sus pentagramas discurre una cierta frescura del discurso musical.

FICHA TÉCNICA:

  • Lugar y fecha: Palau de Les Arts, 13 de febrero, Teatre Martín y Soler, 18 horas.
  • Programa: “L’¡sola disabitata”, Ópera en 1 acto con libreto basado en un texto de Pietro Metastasio y música de Manuel García.
  • Reparto: Larisa Stefan, soprano (Costanza); Evgeniya Khomutova, mezzosoprano (Silvia); Jorge Franco, tenor (Gernando); Oleh Lebedyev, barítono (Enrico). Piano: Carlos Sanchis. Dirección de escena: Emilio Sagi.
  • Escenografía: Daniel Bianco.
  • Vestuario: Pepa Ojanguren.
  • Iluminación: Albert Faura.
Francisco Bueno.