Luisa C. Perosán: Y tú más.

Estamos tan acostumbrados a la corrupción que ya no nos afecta.

Está claro que donde hay poder, inevitablemente hay corrupción, pero lo que tenemos en España ya es insoportable. Los políticos ya no se molestan en disimular, parece más bien que han emprendido una carrera para ver quien denuncia más corruptelas del contrario. Si Koldo & company nos saquean, le buscan las multas al novio de Ayuso (que es la que más molesta a todo el mundo), si Armengol está bajo sospecha, algún pepero acabará en los titulares de El País.

Pisos y casas pagados de forma opaca, cuentas en países lejanos, cobro de comisiones, “distracción” de millones de fondos europeos, Falcon para ir a Cuenca, mariscadas, patrimonios engordados en cuatro años a razón de un 4000%, y algunas incluso, robando cremas. ¿Qué país puede aguantar esto?

No se dan cuenta de que, en su huida hacia adelante, en su vicio por denunciar la corrupción del otro, lo único que dejan claro al ciudadano, es que los partidos políticos están podridos hasta la raíz.

Mas parecen corporaciones mafiosas que partidos políticos. No es normal ,que desde que saliera el caso Roldán, el hermano de Guerra, los ERE de Andalucía, Bárcenas, y sus papeles, no hay mes sin un caso de corrupción (de todo tipo) en los titulares.

No hay desde hace años una legislatura que no esté salpicada por algún caso de corrupción.

A veces, da la sensación de que es el único método que conocen para cambiar votos. Sacar la porquería del contrario, o bien para tapar la propia, o bien para ganar votos por indignación, es una estrategia nefasta.

Ver las declaraciones airadas de políticos como parvulitos, entonando el “y tú más” es descorazonador. Pero es lo que tenemos, nuestros políticos se dedican a sacar la mugre en lugar de hacer su trabajo. Están más ocupados lanzando cubos de purines, que en mejorar la vida de los votantes.

Es triste, para quien paga religiosamente sus impuestos y trabaja como un esclavo, únicamente poder elegir, entre malo y peor.

Más allá de las ideologías está el sentido común. Uno puede pensar que una determinada ideología le es más conveniente, pero nadie en sus cabales puede pensar que un partido donde hay ladrones va a convenirle. Es muy simple, si hay ladrones en “malo” y “peor”, habrá que buscar alternativas. Pero, desgraciadamente las alternativas, hoy en día, están en el mismo sistema, y es ese sistema el que favorece la corrupción.

El cambio es necesario en todo. Los partidos políticos no deberían recibir ni un céntimo del estado.

Cada legislatura debería ser auditada al acabar de forma independiente, penalizar el incumplimiento de los programas electorales, y por descontado, ningún político debería estar aforado. Los diputados deberían ser votados por los ciudadanos y no puestos a dedo. Esto es lo que favorece que además de algún mangante, en el congreso abunden indocumentados e inútiles, a capazos.

Gracias a esta avalancha de putrefacción que sufrimos, ya no nos afecta que nos mientan en la cara. Estamos viendo estupefactos, cómo un presidente del gobierno nos miente y nos dice que “es un cambio de opinión”. Asistimos día sí y día también a la catarata de titulares y datos que acusan a uno de los dos bandos o a los dos a la vez. Y en vez de indignarnos con toda esta chusma, cada vez nos polarizamos más.

Es increíble ver gente defendiendo lo indefendible (en ambos bandos) y obviando que les están robando y que se están aprovechando.

La forma infalible de enriquecerse en este país es meterse en política. A pesar de cobrar sueldos desorbitantes que se engordan con dietas y complementos de todo tipo, muchos, están en asociaciones y todo tipo de tinglados, de los que también cobran (a veces más,) y parece que no les basta. El dinero tiene algo de adictivo cuando te das un atracón, es una droga dura que te engancha por cantidad. Y lo peor es, que, desde un puesto político es muy fácil (por lo visto) trincar. Una huelga de votos sería un buen escarmiento.