Luisa C. Perosán: Tragedias

Luisa C. Perosán: Tragedias

Hemos tenido un fin de semana trágico. El asesinato de guardias civiles a manos de narcotraficantes ha sido con diferencia la peor noticia. Si como argumentan sus propios compañeros era una misión suicida por falta de medios, debería de haber dimisiones, debería haber consecuencias, pero más allá de detener a los desalmados asesinos en unas horas, no parece que vaya a ver alguna reacción.

El ministro del interior Marlaska ya ha dicho que no piensa dimitir (qué sorpresa) no parece que entre la misma Guardia Civil se vayan a depurar responsabilidades (otra sorpresa, nótese otra vez la ironía) y lo que es peor, veremos cómo queda el juicio a esos ocho detenidos, igual NO hay sorpresas. En unas horas ya hay dos en la calle.

Pero ha sido trágico también por la politización de las protestas de los agricultores.

Algunos quieren aprovecharlas en beneficio de su partido, otros desprestigiarlas valiéndose de medios y periodistas subvencionados, muchos pretendían que los tractores llegaran a Ferraz o a los Goya, pero la mayoría de los agricultores no piensa ser instrumento de ningún partido ni de ninguna ideología.

Los agricultores y ganaderos protestan por el continuo estrangulamiento de Bruselas y la competencia desleal alentada por la UE y nuestro propio gobierno. Por otra parte, jamás hubieran llegado ni a Ferraz ni a los Goya, un formidable dispositivo policial lo hubiera impedido. Un dispositivo que ya quisiéramos en las fronteras, con unos medios que ya querrían en Barbate, y también en las calles de Barcelona o cualquier ciudad española para combatir la creciente delincuencia de importación que sufrimos y no deja de aumentar.

No parece que los esfuerzos de ganaderos, agricultores y transportistas vayan a tener un gran resultado, mas bien parece que como otras veces, se pondrá un parche y se ganará tiempo. Se plantea entonces la gran duda ¿qué hacer? Pues quizá lo que deberíamos hacer es dejar de hacer cosas en masa. De la misma forma que se organizó la tractorada se podrían organizar boicot específicos.

Salir y protestar, incluso cortar carreteras solo tiene una consecuencia y son cargas policiales.

Palos, denuncias, multas e incluso detenciones e imputaciones. Sin embargo, dejar de ir en masa a determinados supermercados unos cuantos días haría que los dueños de esos supermercados hicieran presión. Dejar de pagar un impuesto en masa y el mismo día haría que el gobierno reaccionase. Es más fácil y sobre todo más seguro dejar de hacer cosas. Dejar de ver la televisión, apagón de un mes. Y podría añadir no ir a ver películas subvencionadas, pero es innecesario, no recaudan ni mil euros.

Para tener al vulgo entretenido y para pegarse una buena fiestecita a cargo del contribuyente un año más, se han celebrado los premios Goya.

Ese espectáculo que cada vez resulta más ridículo e indignante. Una jaula de esperpentos, de gente radicalizada, inadaptados, vagos, mamones (del estado) un desfile de horrores. Para ver ancianas como Ana Belén operadas para intentar aparentar treinta años con más de setenta, y otras ancianas sacadas de sus sarcófagos para la ocasión contando el tiempo que hacía que no se comían una… Y actrices y actores con poco o ningún lustre con un vestuario pactado (había opción de rojo con el mismo número de Pantone aconsejado seguramente ) y de prestado la mayoría de las veces, muy feo, cutre y siempre vulgar.

Además del pelotilleo nauseabundo entre los que reciben la subvención y los que les comen los zancajos.

Por supuesto, cero sorpresas con los premiados, algo que por otra parte a la mayoría de los españoles nos la trae al pairo. La diferencia es que este año a las desafortunadas consignas políticas, las reivindicaciones de Hello Kitty y las meteduras de pata y las tonterías debemos añadir eructos en directo, frases como “creo que me he meado” y gritos histéricos de peloteo máximo al presidente del gobierno.

Los premios Goya, además de costarnos un dineral y no servir para nada de utilidad solo sirven para indignarnos y cabrearnos.

Una celebración garrula y muy cara de una “industria” que solo sirve para dar mal nombre a España, un cine que siempre representa esa imagen distorsionada de los españoles que tiene esta gente metida en la cabeza, la imagen de algo que odian profundamente. Dar pábulo a esta gente, es como meterse un escorpión en los pantalones.

La próxima gala debería sufrir una bajada de audiencia del 100%.

Que se vean entre ellos, que se dediquen como ya lo hacen, a mirarse el ombligo. Las lecciones de moral de Almodóvar y el comportamiento soez no tenemos porqué soportarlo. No podemos evitar que les regalen nuestro dinero, pero podemos mostrar nuestro desprecio siempre.