Luisa C. Perosán: «Pedro, el eterno».

Luisa C. Perosán: «Pedro, el eterno».

Tenemos un presidente del gobierno alérgico al debate. Nos escribe cartas en vez de dar ruedas de prensa.

Nos suelta una y otra vez las mismas soflamas insultantes o carentes de sentido. Es un verdadero “vicio” lo que tiene con su poltrona. Se agarrará al sillón como una garrapata, y si nos descuidamos, se quedará muchos años más. No piensa dimitir, ni convocar elecciones, ni (me da a mí esa impresión) hacer juego limpio en los comicios.

En su carta, alude a que “Habitualmente, se ha seguido la regla no escrita de no dictar resoluciones susceptibles de condicionar el desarrollo normal de una campaña electoral”.

Si esto no es negar la separación de poderes, no sé qué puede ser. Que reconozca abiertamente que existe ese pacto, es tanto como admitir que tenemos una democracia de pega, y que, de facto, vivimos en una dictadura. Pero tan confiado está en el desconocimiento general y el “pasotismo”, que lo escribe, ¡lo deja por escrito!. Le da igual, ya no tiene que disimular, sabe que mientras la gente abarrote plazas y calles por un partido de fútbol, el está blindado en la Moncloa.

No, Pedro no piensa mudarse en muchos años. Si alguien piensa que se va a ir por las buenas está muy equivocado. Es un autócrata sin oposición.

El gallego es su compadre, los dos partidos hacen la misma política. Desde la “moción de censura” todo tiene mucho tufo a pacto turnista. Después del desastre Zapatero, el PSOE no iba a ganar unas elecciones en muchos años, y por lo visto no se les ocurrió mejor forma de alternar. Mariano acabó en un bar y Soraya puso un bolso, todo muy alegórico. Pero tanto el gallego como el resto de su partido se han equivocado con él. Pedro no va a respetar ningún pacto. Pedro está dejando muy claro, que no hay nada a lo que no esté dispuesto, con tal de continuar.

Es lastimoso ver al gallego tendiendo la mano. Es como ver a alguien intentando acariciar una cobra.

Porque repasando los datos objetivos, la cosa es más o menos así. No ha ganado unas elecciones nunca. Gobierna gracias a pactos con todos los residuos del nacionalismo y los cuatro pazguatos que dicen ser de izquierdas. Perdió en casi toda España en las autonómicas, y, ¡oh casualidad! descubrimos que un buen número de españoles cambiaba su voto en cuestión de un mes. Eligió una fecha infame para forzar el voto por correo y viendo cómo se hace el proceso, pues miren, tengo dudas… El día de la votación, ¡oh casualidad! Se estropea el AVE Valencia – Madrid, dejando a muchos madrileños que veraneaban, sin poder ir a votar. Aún así, no le dieron los números, pero se las arregló. Imagínense ahora, que ya ha colonizado con su gente las instituciones… ¡Va a hacer magia!.

El hecho de que su señora esté imputada no le hará dimitir, ni siquiera si resulta culpable, (admito apuestas).

Que uno de sus exministros, su asesor y ciertos empresarios estén imputados, tampoco va con él. El electorado susceptible de votarle de verdad cada vez es más escaso. Cuenta todavía con un buen número de hooligans pensionistas, que le votan por una subida paupérrima en su pensión, sin importarles la deuda que se comerán sus nietos.

Cuenta con otros que votan por tradición familiar, porque a su bisabuelo lo metieron en el trullo por matar a un cura. Otros, algo más veletas, le votarán porque cada vez queda menos gente que vote a Yolanda. Y por descontado, todo parásito importado con “una paga” le votará. Pero, de todas formas, nunca le darán los números. No puede “fabricarse una mayoría absoluta” porque cantaría como una almeja, pero yo no apostaría ni un euro, a que no sube de votos en estas elecciones del domingo.