El ministro tonto

Enrique Arias Vega: «El ministro tonto»

No se ha escrito lo suficiente sobre la airada reacción del ministro Óscar Puente al ser tildado de tonto. El hombre, que parecía bravucón y pendenciero, resulta que tiene un alma sensible a la que no le importan las duras descalificaciones e improperios que ha merecido en su paso por la política y, en cambio, se descompone por un insulto mínimo, casi cariñoso, como ese tontuelo con que muestran su afecto algunas parejas.

La reacción del ministro no es que haya sido desproporcionada, que lo es, sino también infantil, La suya ha sido la actitud del niño de tres años que acude compungido a casa y le dice a su progenitora: “Mamá, un compañero me ha llamado tonto en el colegio” mientras busca consuelo en las faldas maternas.

Quién lo iba a decir de un hombre bragado en el escenario embarrado de la política, donde los personajes de la vida pública se lanzan cantazos y no simples insultos infantiles. Lo inquietante de  su ministro es que con el poder y los medios de que dispone ha puesto a sus asesores a rastrear en medios de comunicación y redes sociales todo lo negativo que se dice sobre su persona. Ignoramos qué consecuencias puede tener para los culpables de los dicterios el que sean pillados en culpa. Pero lo de verdad humillante es que se haya puesto a servidores públicos a semejante labor.

Por si no sabíamos para que sirve tanto asesor nombrado a dedo, cuyo número duplica muchas veces el de los funcionarios asignados al ministerio respectivo, ahora sabemos que una de sus misiones puede ser la de espionaje. Lo peor de todo es que se use el dinero de los contribuyentes, es decir, el suyo y el mío, en resolver berrinches ministeriales, en vez de ahorrarlo y hacerlo servir para cosas realmente importantes al servicio de todos los ciudadanos.

A Contracorriente
Enrique Arias Vega