Ausencias significativas

Fernando de Rosa: Ausencias significativas

Acabamos de celebrar, el pasado día 6 de diciembre, los 45 años de la Constitución española de 1978. Esta fecha representó la llegada, de forma plena, de las libertades democráticas a nuestro país. Por eso, cada 6 de diciembre tenemos una cita  todos los que, desde muchos ámbitos y de distintas generaciones, trabajamos por un Estado Social, Democrático y de Derecho como establece el artículo 1 de la Carta Magna.

Pero no todos han acudido a dar apoyo al texto que recoge la libertad y los derechos fundamentales, faltaron aquellos que se empeñan todos los días en dividir: faltaron en la lectura y homenaje de la Constitución, los representantes de Compromís.

En la Diputación de Valencia acudimos los congresistas, senadores y diputados provinciales del Partido Popular encabezados por el presidente Vicent Mompó y la vicepresidenta segunda  Reme Mazzolari, para leer los artículos que sellan nuestra libertad. También acudió la vicepresidenta primera de la institución, Natalia Enguix de Ens Uneix, diputados provinciales del PSPV y de VOX, pero nadie de Compromís que seguramente tendrían cosas mejores que hacer que celebrar la consolidación durante 45 de nuestros derechos y libertades.

Los representantes de Compromís votados por muchos ciudadanos, seguramente que aman a la Constitución, no acompañaron a los ciudadanos que se acercaron al palacio de la Batlia para dar su homenaje personal y sentido. Estuvieron ciudadanos que votaron la Constitución. Jóvenes y niños que no la votaron pero que en sus casas les han enseñado a amarla.

Acudieron todas las generaciones y los partidos que los representan, pero faltó Compromís.

Es muy triste pensar que hay políticos que están siempre en lo que nos desune, como son las manifestaciones reclamando los fantasmagóricos “países catalanes”, en banderas “esteladas” y republicanas, acudiendo al Tribunal Supremo a denunciar a jueces para lograr atemorizarlos, y no acudan a leer la Constitución. Faltaron para leer que en España existe libertad de opinión, de expresión, sindical, de manifestación, de asociación y que se ha derogado la pena de muerte. Que gracias a ella se lucha contra toda discriminación por razón de sexo, religión, orientación sexual, religión o raza, y que  propugna como valores superiores “la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”.

No reconocer que estos valores han permitido el progreso de España, tanto económica como socialmente, y que nos ha hecho más fuertes y orgullosos como pueblo, convierte a estos negacionistas de la libertad en un partido sumamente reaccionario.

La democracia no solo se defiende con las pancartas sino con hechos tan sencillos como leer la Constitución con los vecinos que te han votado. Se defiende no ausentándose en los momentos en los que hay que decir alto y claro que la libertad y los derechos fundamentales son sagrados  en  democracia. Se defiende estando junto a aquellos de los que se puede disentir democráticamente hablando, pero que no son enemigos, sino simplemente adversarios.

Hay ausencias muy significativas como la que se produjo el pasado 6 de diciembre en la lectura de la Constitución en el salón de plenos de la Diputación de Valencia por parte de los representantes de Compromís, porque es toda una declaración de intenciones de desprecio a los que lucharon por traer la democracia a España y de los ciudadanos, que después de 45 años somos sus herederos.

Seguro que hay cuestiones que son caballos de batalla políticos, y que pueden encender intensos debates por existir opiniones distintas e incluso enfrentadas, pero dedicar unos minutos, cada 6 de diciembre, a leer en la sede donde se representa a los vecinos de la provincia de Valencia, los artículos que suponen los  pilares de nuestra convivencia no debería ser una carga para ningún cargo público.

Por eso, ausentarse en un día así, supone apearse de la democracia y retroceder a un pasado de enfrentamiento que gracias a la Constitución se superó.

El voto de 1.676.680 valencianos el miércoles 6 de diciembre de 1978, que representaba el 88,85 % de los votantes, derrumbó el muro de la intolerancia, por lo que debemos censurar a aquellos que con su actitud sectaria quieren volver a levantar muros entre los españoles.