Noelia Piquer Esteve: “Cosas que no cambiarán”

Noelia Piquer Esteve: “Cosas que no cambiarán”

Hay dos cosas que no cambiarán, o mejor dicho aún, dos cosas que no nos cambiarán a los valencianos: el himno original de la Coronación de la Virgen de los Desamparados y la toponimia de Valencia.

Hay que decirlo alto y claro, la celebración del Centenario de la Coronación de la Mare de Deu dels Desamparats -la mare dels bons valencians-, ha sido un motivo de satisfacción y orgullo. Nos ha traído paz y sosiego y nos ha recordado que todo tiene sus ciclos, por eso la Geperudeta nos ha concedido el fin de uno.

Bueno es recordar que su imagen fue esculpida en 1416 con el beneplácito de Alfonso el Magnánimo.

Unos dicen que se concibió tal como aparece, de forma tumbada con una almohada bajo su cuello, porque así se adaptaba mejor a las procesiones mortuorias sobre el féretro de abandonados, enfermos mentales, ahogados, ahorcados, en definitiva, desamparados. De ahí esa especie de chepa que al estar en posición vertical otorga a la imagen la sensación de que está mirando hacia abajo, y de donde procede el apelativo cariñoso con el que se la conoce

Sabemos que fue coronada el 12 de mayo de 1923 por el cardenal don Enrique Reig, por cierto Académico de la Real Academia de Cultura Valenciana Luego el alcalde de Valencia D. Juan Artal le entregó una corona y la declaró Reina de los Cielos y de la Tierra. A ese acto solemne asistieron el rey Alfonso XIII y su mujer Victoria Eugenia. El altar fue colocado a la subida del puente del Real mirando hacia la Plaza de Tetuán.

Puedo decir que mi abuela fue testigo de ese momento histórico; desde el balcón de su casa pudo presenciar el magnífico evento, compartiendo con toda la gente allí presente una emoción indescriptible. Todos querían estar lo más cerca posible de la Virgen y, fue tal el remolino que se formó a su alrededor que la plataforma se desmoronó.

Esto afortunadamente no sucedió en el Centenario (2023) aunque el acto no quedó exento de algún percance; no por un exceso de fervor, sino precisamente por todo lo contrario. A los valencianos que somos fieles seguidores de nuestra patrona nos resulta muy amargo, cuando no radicalmente indignante el trance de tener que soportar la presencia de aquellos que sabemos no sienten ningún respeto ni por nuestro símbolo más reverenciado ni por nuestra cultura católica en general. ¿Por qué fingen? Son los mismos que osan ausentarse de otras citas importantes. ¡Pues sean coherentes y ahórrense el esfuerzo y ahórrennos el disgusto!

Para los que sí sentimos devoción, recordamos que el Himno de la Coronación se compuso ese mismo año 1923. Es comparable al Himno de Valencia y se escribió en pura lengua valenciana y dice así:

La Pàtria Valenciana
s’ampara baix ton mant.
¡Oh, Verge Subirana de terres de LLevant!
La terra llevantina revíu en ta Capella al fer-vos homenage de pur i ver amor.
Puix sou la nostra Reyna, i vostra image bella pareix qu’està voltada de màgic resplandor.
La rosa perfumada, la mística açutcena, lo seu verger formaren als peus de ton altar, i fervorós en elles lo valencià t’ofrena la devoció més santa que puga profesar.
En terres valencianes la fe per vos no mor, i vostra Image Santa portem sempre en lo cor.
Salve, Reyna del cèl i la terra;
Salve, Verge dels Desamparats;
Salve, sempre adorada Patrona;
Salve, Mare dels bons valencians.

Desgraciadamente nuestra querida patrona ha sido testigo de sinsabores mucho más amargos. El 21 de julio de 1936, durante la Guerra Civil, gente desalmada asaltó la basílica y robó su corona. En 1941, en el deseo de restituir esa corona, los valencianos sufragaron una nueva gracias a generosos donativos. Una generosidad que se repitió en el Centenario a través de diferentes obsequios y, que se manifestó también a través de la participación de un grupo de valencianas que vivieron como un gran honor el poder bordar un nuevo manto a la Virgen.

Al comenzar el s.XIX, fue nombrada Capitana Generala después de la guerra contra Napoleón

Imponiéndole las insignias correspondientes. Aunque no fue hasta el 10 de mayo de 1947cuando Franco le volvió a imponer dichas insignias, símbolos de su alta jerarquía militar y le ciñó el fajín de General que él mismo portó en la Guerra Civil. Acto seguido, en la Capilla se cantó el Benedictus qui venit in nomine Domini, de Giesbstyer

En 1954, nuestra patrona fue nombrada Alcaldesa Honoraria y Perpetua de Valencia

La devoción ha sido tal que la identificación con todo el territorio valenciano llegó en 1961, cuando el papa Juan XXIII proclamó a nuestra Virgen, la Patrona Primera y Principal de toda la Región Valenciana. Hoy toca llamarla Patrona de la Comunidad Autónoma Valenciana aunque suene algo artificial. En todo caso, si preferimos ser fieles a la historia mejor recordar que es -y será siempre- la Virgen de los Desamparados del Reino de Valencia.

Y repito, todo es cíclico por eso ella hará que una anormalidad vuelva a la normalidad y Valencia vuelva a ser Valencia. Y ésta es la segunda cosa que no cambiará; que no nos cambiarán.

La historia no se inventa, y escribir «Valencia» con una tilde en la «e» es un invento, por mucho que algunos traten de imponerlo a modo de dogma o axioma. Si prefieren es sencillamente una mentira sin fundamento, aunque sea repetida mil veces.

No hay más que consultar el informe del gran experto valenciano en toponimia, Don Leopoldo Peñarroja Torrejón (1954), quien ha abordado con todo rigor ese problema normativo planteado alrededor de la acentuación gráfica del topónimo «Valencia«.

Él parte de una observación de que no hay uno, sino dos «Valencia», en el sentido de que dicha forma es tradicional e histórica tanto si el usuario se expresa en valenciano como si lo hace en español -lengua también propia de los valencianos sobre la que la Administración Valenciana no tiene competencia normativa-.

La parte inicial desvirtúa el «método al revés» del Gabinete de Normalización Lingüística del Ayuntamiento de Valencia, el cual convierte lo anormal en norma y la norma en anormalidad.

En la segunda parte de la observación se procede a dos abordajes filológicos, de los que se derivan algunas conclusiones clave:

1º. Las rimas de la poesía valenciana clásica no prueban que los valencianos del siglo XV pronunciaran [valɛnsja], con è abierta de “cèl”, manifiestan una licencia poética, que permitía armonizar vocales abiertas y vocales cerradas, como Vicent y valent, sèu y seu.

2º. Un análisis de las fuentes árabes, no realizado hasta ahora, permite establecer que la forma “Balansiya”, tantas veces citada en aquellas, no era una «pronunciación», sino una adaptación gráfica al alifato; y que no apunta a una pronunciación nativa genuina «València», con è abierta de “mèl”, sino Valencia, o sea, Valénsja con é cerrada.

Por tanto:

 a) los rasgos propios del topónimo estaban ya consumados en el siglo VIII;
 b) la forma Valéncia con é cerrada, no dejó nunca de circular entre la población de lengua románica nativa, y estaba vigente cuando la conquista del s. XIII;
c) el topónimo, debido a su fuerte individualidad y simbolismo social, quedó desligado de la familia de nombres en -éncia que podían haber inducido una pronunciación abierta de la [e], pero que no la alteraron;
d) un proceso de nivelación de estratos lingüísticos simultáneos acabó imponiendo, en el s.XIII, una forma Valencia (Valénsja) con é cerrada, no sólo al ser la forma compartida por más grupos sociales diferentes, sino por constituir la forma antigua y genuina de la palabra;
e) no hay razón científica que refrende la oficialización de una forma escrita “ València” con acento grave, que reflejaría una pronunciación ajena a la tradición y a la fonética viva del dominio lingüístico valenciano.

El orgullo de ser valenciano, empieza por respetar la Historia propia. Todo lo que sea reinventar el pasado, equivaldrá a alejarnos de la verdad, alejarnos de nosotros mismos por querer ser parte de otros. Otros que construyen su historia a base de arrebatar la ajena.

Pero la Mare de Deu ha dut trellat i coneiximent, ha bufat corage en els cors dels bons valencians tan apallissats en la seua cultura des de fa décadas, aplegant al punt de voler chuplar-mos l’anima. I aço s’ha acabat mentres hi haja un bon valencià. En l’ajuda de la Mare de Deu, els valencians tanquem un tràgic periodo de la nostra Història, esperant que no es repetixca. ¡Vixca nostra Mare dels Desamparats!