La Monarquía católica y la Independencia de los Estados Unidos de América

La Monarquía católica y la Independencia de los Estados Unidos de América

En la actual propaganda de los Estados Unidos se ha invisibilizado el aporte hecho por los Hispanos representados por la Monarquía Universal, en la independencia de lo que ahora es considerada la Unión Americana del Norte. Uno de los factores para que esto sea ocultado, de manera deliberada, es la leyenda negra, que no permite ver y analizar correctamente su realidad y por ende tergiversa su ser y su historia.

El aporte hecho por el mundo Hispano conjuntamente con Francia, será vital, es necesario entender que Francia y las Españas tenían un pacto de familia, ya que la casa Borbón de Francia estaba unida de manera sanguínea con la casa Borbón de las Españas.

Aquí, se intentará acercarse de manera objetiva al aporte hecho por los hispanos de ambos Hemisferios y que puedan entender el valor de su unidad en el mundo.

El 30 de enero de 1776 José de Gálvez asume el cargo de Ministro de Indias, que retiene hasta su muerte en 1787. Es precisamente en este año de 1776 cuando, con el transcurso de poco más de un mes, se producen en el Hemisferio Americano dos actos que van a gravitar en la política del mundo.

Son tales la Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica el 4 de julio de 1776 y la creación del Virreinato del Río de la Plata, con capital en Buenos Aires, el 1 de agosto de1776.

La participación del gobierno español y del gobierno francés en la Independencia de los Estados Unidos de Norteamérica comenzó antes que ningún agente de estos Estados Unidos hubiese llegado a España (Rodríguez, Mario, 1976: 84). En el mes de mayo de 1776 se inició la intervención del gobierno de Francia y del gobierno de España con el aporte de un millón de libras tornesas, que en forma secreta facilitaron cada uno. Estos fondos fueron los primeros de una masa de varios millones que España entregó a través de una compañía ficticia denominada Rodríguez Hortales y Compañía (Rodríguez, Mario, 1976: 86).

El tabaco americano, al mismo tiempo, comenzó a ser intercambiado por municiones y suministros en los puertos españoles de Nueva Orleáns y La Habana. Esto se mantuvo en forma ininterrumpida.

El nacimiento de los Estados Unidos resultó así la expresión de una política franco- española, a la vez que una diferencia americana dentro del mundo anglo-sajón. El Dr. Benjamín Franklin (de Pennsylvania), Silas Deane (de Connecticut) y Arthur Lee (de Virginia) integraron la primera delegación de las colonias rebeldes. Deane propició una alianza entre Francia, España y los Estados Unidos (noviembre de 1776) donde “la perpetua unión de las tres naciones arrebataría a los ingleses todas sus posesiones en Norteamérica y las Indias Occidentales… el libre comercio entre ellas perpetuaría la alianza para siempre y a los británicos no se le dejaría nunca participar de ese tráfico… Francia podía retener la mitad de las pesquerías del norte y todas las islas azucareras… Los Americanos se quedarían con Canadá, Terranova, Nueva Escocia, St. Johns, las Floridas, Bermudas y Bahamas… y si España decidía unirse a la alianza, los Estados Unidos declararían la guerra a Portugal y tratarían de que se incorporara al territorio español” (Rodríguez, Mario, 1976: 86).

Arthur Lee arribó a Burgos el 28 de febrero de 1777. El gobierno español no lo dejó llegar hasta Madrid. “Permitir a un americano operar en una pequeña ciudad como Madrid, donde los espías ingleses abundaban, ponía en grave aprieto a la política de ayuda secreta a los americanos y esto podría provocar la guerra entre España y Gran Bretaña prematuramente” (Rodríguez, Mario, 1976: 90). Por eso se reunió en Burgos con los dos representantes del Rey de España: el Marqués de Grimaldi —ex ministro de Estado— y Diego de Gardoqui, comerciante de Bilbao. “En la esfera española —dice Mario Rodríguez (1976: 91)— la Compañía Gardoqui operaba igual que la de Beaumarchais en Francia, comerciantes privados que utilizaban el dinero del Estado para comprar y vender municiones, el vestuario y los suministros necesarios en la zona de guerra de América”.

La neutralidad formal de Francia y España disimulaba la ayuda económica encubierta que recibían los norteamericanos a través de la sociedad Willings, Morris y Co. de Filadelfia, que era la equivalente a lo que la Beaumarchais para el gobierno de Francia y a lo que la Compañía Gardoqui para el gobierno de España. Además, el tráfico marítimo inglés no soportaba las pérdidas: los buques ingleses tenían que viajar en convoy, protegidos por barcos de guerra para evitar a los corsarios americanos, tal como lo venían haciendo los españoles desde que Inglaterra dominaba los mares por medio de sus corsarios.

Esto elevaba los fletes y seguros marítimos, haciendo muy costosos los precios de los productos ingleses. El transcurso del tiempo en esta situación acumulaba las pérdidas del comercio británico. La guerra económica así concebida por los españoles se intensificó en el transcurso de 1777. Durante este año se incrementó la cantidad de buques españoles y franceses que llevaban suministros para los sublevados que eran desembarcados en los puertos del Caribe y estaban consignados a casas comerciales norteamericanas. Este servicio de aprovisionamiento se intensificó por los territorios españoles al Oeste de los Apalaches y en la cuenca del Mississippi. Buques de bandera española que los ingleses no se atrevían a requisar llevaron incesantes aprovisionamientos para los norteamericanos.

El bloqueo inglés a los puertos de los Estados Unidos sobre el litoral Atlántico resultó inútil. Aquí el protagonismo de José de Gálvez como Ministro de Indias y el de su sobrino Bernardo de Gálvez como Gobernador de la Luisiana española adquiere toda su trascendencia. Ellos canalizaron y efectivizaron el programa de ayuda secreta del gobierno de España a los norteamericanos. Más tarde, formalizada ya la guerra (1779) fue mérito de Bernardo de Gálvez erradicar a los ingleses de las posiciones que ocupaban en Fort Manchaca, Baton Rouge y a todo lo largo de la margen oriental del Mississippi. Posteriormente Bernardo de Gálvez venció a los ingleses en Pensacola,  Florida, y esos territorios volvieron a poder de España, que recuperó así el control del “seno mejicano”, a la vez que afianzaba las fronteras sudoriental y occidental de los Estados Unidos. La participación de las armas españolas en la guerra de la independencia de los Estados Unidos resultó de esta manera, decisiva Rodríguez, Mario, 1976:98-99 y 117).

  • ¿Cuánto apoyo dio la Monarquía Católica a la independencia de los Estados Unidos?

Fueron 120.000 reales de a ocho contantes y sonantes. Además de órdenes de pago por importe de otros 50.000 reales; eran los célebres ‘Spanish dollars’ que servirían para respaldar la deuda pública estadounidense, y que más tarde darían lugar u origen a su propia moneda, el dólar estadounidense. Además, a todo esto, a través de la naviera Gardoqui radicada en Bilbao, se enviarían 30.000 mosquetes, 30.000 bayonetas, 512.314 balas de mosquete, 215 cañones de bronce, 12.868 granadas de mano, 30.000 uniformes, 4.000 tiendas de campaña y 300 000 libras de pólvora con protección de sal contra la previsible humedad que te acosa en el mar de mala manera.

El valor total de estas entregas era de 946.906 reales. El ejército americano que combatió y ganó la batalla de Saratoga, sin ir más lejos, fue armado y equipado íntegramente por España, provocando como valor añadido la entrada de Francia en la guerra por los pactos de familias entre los Borbones de Francia y España.

En el Hemisferio Norte, la política de alianza entre la joven República Norteamericana y la España de Carlos III, siguió por los carriles trazados. En 1780 John Jay fue a cumplir a España las mismas gestiones que había comenzado Arthur Lee y que Benjamín Franklin desarrolló en París durante todo el transcurso de la guerra.

España no obstante la ayuda económica y militar permanente a los norteamericanos, tenía reservas sobre la futura expansión de los Estados Unidos. A Floridablanca le preocupaba el crecimiento de los norteamericanos al oeste de los Apalaches o Alleghanies y al sur, o sea, sobre la Florida. Por su parte los franceses no aceptaban el proyecto norteamericano de anexarse al Canadá. Los europeos —tanto franceses como españoles— avizoraban con razón que su original creación el “Hércules en la cuna”, según la expresión del propio Arthur Lee, desplazaría a los  españoles y llegaría a ser un poder mundial como en efecto lo fue (Rodríguez, Mario, 1976: 130).

Fotografía del monumento a Bernardo de Gálvez que los reyes de España inauguraron solemnemente en su primera visita a Washington en 1976.
Fotografía del monumento a Bernardo de Gálvez que los reyes de España inauguraron solemnemente en su primera visita a Washington en 1976.

Discurso de SM el Rey Juan Carlos I en la entrega de la estatua de Bernardo de Gálvez en Washington.

Washington, 3.6.1976

Al descubrir y hacer entrega de este monumento a Bernardo de Gálvez, el gran soldado español que contribuyó decisivamente al triunfo de los ejércitos de Jorge Washington en su lucha por la  independencia norteamericana, quiero recordar brevemente la brillante y valerosa campaña que realizó en las tierras del Bajo Misisipí.

La conquista de Florida Occidental fue, además de una obra maestra de la estrategia militar, la jugada que permitió, al aliviar de modo considerable la presión de los ingleses en la guerra contra los colonos americanos que deseaban la independencia, la victoria final de vuestros ejércitos y el término de la guerra con el nacimiento de los Estados Unidos.

Bernardo de Gálvez fue nombrado años más tarde Gobernador y Capitán General de las tierras de West-Florida y se casó con una criolla de Nueva Orleans, ciudad a la que amaba como propia, sintiéndose como un americano más. Mi antepasado el Rey Carlos III que mantuvo correspondencia y cruzó regalos con vuestro primer Presidente, le dio derecho a usar un escudo con el mote heráldico:

«Yo solo». Quiso con ello honrar el acto heroico de Gálvez cuando entró en la bahía de Pensacola con un solo navío, consiguiendo con sus tropas rendir la guarnición inglesa.

«Yo solo», ha sido muchas veces el símbolo de los pioneros españoles en América. Pero también es preciso decir que ese homenaje al gesto y a la acción de cada uno es un reconocimiento de lo que representa la generosidad, el valor y la riqueza moral de los actos humanos que han movido muchas veces la rueda de la historia

Que la estatua de Bernardo de Gálvez sirva para recordar que España ofreció la sangre de sus soldados para la causa de la Independencia norteamericana.

Fuentes:

Rodríguez, Mario (1976) La Revolución Americana de 1776 y el Mundo Hispánico, Tecnos, Madrid.