A.Armijos «La Ilustración dentro de la Monarquía Católica en América»

A. Armijos «La Ilustración dentro de la Monarquía Católica en América»

En varias partes de lo que hoy es considerado, de manera errónea, Latinoamérica, se ha incrustado un relato equivocado referente al desarrollo de lo que hoy es considerado como ciencias experimentales.

  • En el periodo de la monarquía hubo investigaciones científicas en el campo astronómico, botánico, naval y en lo económico, que han sido escondidos u olvidados de manera deliberada por la leyenda negra anti española.

Aunque muchas veces se ha acusado a las Españas de su oscurantismo, propaganda protestante y francesa, es sabido que en la época del Rey Felipe II, se implantó el calendario gregoriano, impulsado por el Papa Gregorio XIII y diseñado en la universidad de Salamanca, lo que no sucedía en la Europa protestante que mantenían el calendario juliano, como lo describe John Elliott: «La circunstancia de que los ingleses persistieran en el uso de un calendario abandonado por España y gran parte de Europa en 1582 es una señal, quizá pequeña pero reveladora, del carácter general de la transformación que había sufrido Europa… La reforma luterana, desató las fuerzas que iban a dividir la cristiandad en facciones religiosas enfrentadas.

La decisión de la Inglaterra isabelina de aferrarse al antiguo calendario en lugar de aceptar el nuevo calendario gregoriano procedente de la sede del Anticristo en Roma sugiere que, a pesar de lo supuesto por historiadores posteriores, protestantismo no siempre equivalía a modernidad». (Elliott, 2006)

  • Acá es necesario hacernos preguntas ¿qué definición de modernidad tenemos en la mente los hispanos? ¿Entonces, quiénes dieron el salto a la modernidad primero, Europa o las Españas?

La ilustración española tuvo una continuidad en la tradición aristotélica-tomista, llegando a reformarla, de ahí el término neo-escolástico. La universidad de Salamanca será la luz para el mundo hispano, recordemos que nuestros escolásticos, del siglo de oro, fueron los que formularon la teoría del valor subjetivo de las cosas, entre los más relevantes tenemos a Diego de Covarrubias y Leyva, Luis Saravia de la Calle, Juan de Lugo y Juan de Sala también a Juan de Mariana, Diego de Covarrubias y Martín de Azpilcueta. Esto se dará entre en el siglo XVI-XVII.

En el siglo XVIII, será un cambio importante en el mundo ilustrado de las Españas, sobre todo con el cambio de dinastía, luego de la guerra de sucesión, y la llegada de Felipe V al trono se creará una de las instituciones que hasta la época actual se la toma como referencia, la Real Academia de Lengua Española, y en América,  también se dará estudios científicos, nace una pregunta esencial ¿cuál fue el rol de muchos españoles americanos al desarrollo, codificación, ilustración y conservación del conocimiento? Aquí tenemos a los españoles de la ciudad de Quito, que colaboraron con el estudio hecho por José Celestino Mutis en la Flora de Bogotá.

Pintores quiteños en la Flora de Bogotá.

La fama de Quito como centro floreciente de arte se imponía de norte a sur por el mercado de imágenes y cuadros. Los temas religiosos constituían motivos de inspiración y, al mismo tiempo, fuentes de ingreso para imagineros y pintores. En el último cuarto de siglo XVIII se abrió un horizonte nuevo a los artistas de Quito.

Desde 1760 se hallaba en Nueva Granada don José Celestino Mutis, quien vino en calidad de médico del virrey don Pedro Mecía de la Zerda. Aficionado desde la juventud a las ciencias matemáticas y naturales, concibió, desde su llegada al Nuevo Reino, la idea de fundar un instituto científico que se dedicase al estudio de las riquezas naturales del país. Por iniciativa personal comenzó el trabajo, que luego fue patrocinado por el arzobispo virrey don Antonio Caballero y Góngora, quien consiguió del rey Carlos III la expedición de la real cédula de 1 de noviembre de 1783, mediante la cual creaba oficialmente el instituto Botánico de Bogotá, encomendando su dirección a Mutis.

  • El plan del sabio director abarcaba la investigación y estudio del inmenso campo de las ciencias naturales.

Bajo su influjo paternal y a la sombra de su prestigio se formó una pléyade de jóvenes que tomó conciencia de la riqueza inexplorada de Nueva Granada. Entre ellos figuraban Francisco Antonio Zea, Joaquin Camacho, Jorge Tadeo Lozano, Francisco José Caldas, Salvador Rizo, Francisco Javier Mariz, Eloy de Valenzuela, José Manuel Restrepo, José Domingo Duquesne y algunos más que intervinieron en el movimiento de separatista.

La rama de la forma mereció la preferencia de Mutis. Para su estudio juzgó indispensable la pintura. En un oficio al virrey, le decía al respecto: «En todos mis oficios relativos a la Expedición Botánica y formación de mi flora, me manifestado mis suspiros por la parte no menos esencial de la puntura». Bajo la dirección del sabio se formó experto dibujante Pablo Antonio García, que se separó de él a fines de 1784. Para reemplazarle llegaron de España, enviados por el rey, los pintores José Calzado y Sebastián Méndez: el primero formado en la Escuela de Pintura de Madrid y el segundo discípulo de Antonio Rafael Mengs. Ambos defraudaron la expectativa de Mutis.

En cambio, Mutis depositó la confianza en Salvador Rizo, que se convirtió en colaborado más eficaz de la Expedición. Resultó el intérprete ideal del proyecto del maestro, tanto por el buen gusto como por el entusiasmo con que llevó a cabo la «Flora Bogotana».

  • Ante la necesidad de procurar dibujantes, el virrey de Nueva Granada escribió desde Tumaco, con fecha 11 de agosto de 1786. Al presidente de la Audiencia de Quito.

Ante la necesidad de procurar dibujantes, el virrey de Nueva Granada escribió desde Tumaco, con fecha 11 de agosto de 1786. Al presidente de la Audiencia de Quito, Villalengua y Marfil, pidiéndole que comprometiera a seis pintores para el proyecto de Mutis. Superados algunas dificultades, los dos maestros pintores José Cortés de Alcocer y Bernardo Rodriguez recomendaron a sus discípulos más aprovechados. De la talla de Cortés fueron sus dos hijos, y de parte de Rodriguez recomendaba a los suyos. Antes estos pintores habían enviado muestras de su trabajo, que fueron aprobadas por Mutis, quien garantizó que los jóvenes quiteños hallarían en el amor, afabilidad y buen tratamiento, con las demás preferencias que se hiciesen acreedores por su docilidad y buena conducta.

Tras una larga demora en Popayán a causa de enfermedad que atacó a todos, prosiguieron su viaje hasta Mariquita, donde iniciaron sus tareas en abril de 1787. Ahí permanecieron hasta 1790.

Por órdenes de Mutis, se trasladaron a Bogotá. Antes de eso, Mutis había procurado contratar en Quito a nuevos pintores para integrar el grupo de dibujantes. De este modo viajaron sucesivamente: primero, Francisco Villarroel, y Francisco Javier Cortés, en compañía de Manuela Gutierrez, esposa de Antonio; luego, Mariano Hinojosa, Manuel Rueles y José Martinez, y, por último, José Xironza, Féliz Tello y Jose Joaquin Pérez.

En cuanto al método de labor, trabajaban nueve horas al día, guardando profundo silencio en la oficina, donde, en lugar respectivo, cada uno se ocupaba en dibujar sobre el papel, ya solamente con lápiz, ya que colores, la planta tenía adelante. Respecto al valor de la pintura, escribió Humbolt: «Hacíanse los dibujos de la Flora de Bogotá en papel grand-aigle y se cogían al efecto las ramas más cargadas de flores. El análisis o anatomía de las pares de fructificación se ponían al pie de la lámina. Parte de los colores procedía de materias colorantes indígenas desconocidas en Europa. Jamás se ha hecho colección alguna de dibujos más lujosa, aun pudiera decirse que ni en más grande escala»

El trabajo de los quiteños siguió hasta la muerte de Mutis el 11 de septiembre de 1808. Iniciado el movimiento separatista el pacificador Murillo liquidó la expedición y el tesoro artístico de la Flora, que costa de 6.617 láminas fue trasladada a España y reposa en el Jardín Botánico de Madrid.

Bibliografía

Elliott, J. (2006). Imperios del mundo Atlántico, España y Gran Bretaña en América (1492-1830).

Crespo. T., Vargas. J (1977), Historia del arte ecuatoriano, Salvat. Barcelona-España.