La última vez que pagué la ecotasa balear en una recepción de hotel en Manacor recuerdo que no me gustó. Me pareció una broma de mal gusto, es cierto que el importe no era excesivo pero no entendí porque debía pagar un impuesto destinado a recordarme que mi presencia era molesta y contaminaba las islas. Es más me pareció realmente una forma de repagar mis impuestos. Pues no olvidemos que en el sistema fiscal español, todos los españoles, a excepción de navarros y vascos, pagamos a una caja común. Realizándose después en el marco del sistema de financiación autonomica la asignación de los recursos destinados a cada Comunidad.
Estigmatización de la imagen del turismo
Así que siempre he estado en contra de este tipo de tasas turísticas y ecotasas que lo único que buscan es estigmatizar la imagen del turismo desde un fundamento ideológico que piensa que el turismo es un privilegio de elites y clases pudientes que debe ser atacado en pos de la igualdad, nada más lejos de la realidad.
Nuestra Corporación Municipal la quiere imponer ahora, cuando los datos del turismo valenciano no son precisamente halagüeños. Según Hosbec, la patronal del turismo en la Comunidad Valenciana, en el primer trimestre de 2022 se han reducido en un 16,1 % las pernoctaciones al nivel pre-pandemia. Los empresarios han tenido que abaratar sus precios para poder salvar la temporada y lo que es más preocupante, el descenso en la plantilla ha sido de un 9,4%. Eso que dichos datos no evidencian los incrementos más importantes de inflación que se produjeron en julio de este año y que tienen la intención de quedarse junto con el incremento de los precios de la energía, que pese a la excepcionalidad ibérica, siguen subiendo.
El turismo como fuente de riqueza de la Ciudad
El Turismo ha sido una fuente extraordinaria de recursos para la Ciudad de Valencia, sobre todo en las épocas de mayor crisis en nuestro país. En el que todas las cifras eran negativas salvo las del sector turístico. Es un verdadero motor de la economía y un refugio seguro para el desempleado que sabía que podía encontrar un trabajo acercándose al turismo. Sólo los cruceros que recalan en nuestro puerto, tuvieron un impacto anual de 71 millones de euros en 2019, según estudios de la Universidad Politécnica de Valencia.
Pero es que la propia Fundación Visit Valencia hizo caja con el turismo en 2019. Sólo con la venta de la tourist card recaudó cerca de 1.790.827,65 euros, además de 4.085.333,98 euros en ventas e ingresos publicitarios. 1.861.407,57 de ingresos en las oficinas de tourist info y 1.735.135,13 de la online store. Hasta cuina oberta registró unas ventas de 530.000 euros.
Un nuevo modelo de turista
Valencia siempre ha sido una Ciudad de turismo familiar, sin desdeñar los 129.987 asistentes a Congresos que hubo en 2019. Pero desde luego siempre ha sido un destino de turismo cívico, aunque eso puede estar cambiando en los últimos años. El incremento de los apartamentos turísticos y los alojamientos hoteleros económicos en la Ciudad, ha supuesto la existencia de un tipo de turista, normalmente joven, que se desplaza por la ciudad en bicicleta, que no visita nuestros monumentos y que compra sus provisiones, incluido el alcohol, en las grandes superficies. Para comer, beber y hasta incluso para realizar actos incívicos en la calzada, es el turismo de bicicleta y litrona que tanto sufren los vecinos de Valencia.
La tasa turística les cobraría 50 céntimos por destrozar nuestra ciudad, como ocurrió recientemente en los estragos realizados en parte de la fuente del Palacio de la Música por un grupo de turistas escandinavos. Sin embargo le puede cobrar 2 euros al día a una familia de clase media que se hospede en un hotel que crea empleo para personal discapacitado, que coma en un restaurante del Barrio del Cabanyal y cene en otro del Eixample, compre un recuerdo en la calle del Micalet y pague la entrada de la Catedral y la Lonja.
No hay lógica en esta tasa turística, no se fomenta un turismo mejor, no evita los actos incívicos y sobre todo disminuye la competitividad turística de nuestra Ciudad frente a otros polos de atracción turística. ¿Por qué van a venir a gastar su dinero en un cuatro estrellas de la capital valenciana si pueden ir a Málaga o a Alicante?
Los hoteles de mi barrio jamás han dado un sólo problema, loa paratamentos turísticos no cesan de dar problemas
Tengo la suerte de vivir en un barrio, Penyaroja, cuajado de hoteles, que jamás han dado problema alguno. Es agradable ver a los turistas saliendo de los hoteles con un plano de la Ciudad buscando ir al centro. De hecho creo que todos los vecinos de Penyaroja alguna vez hemos dado indicaciones en inglés de como llegar al centro o al Puerto.
Sin embargo los apartamentos turísticos sí que nos dan problemas, sobre todo los ilegales, pero los legales también. En una misma casa pueden meterse varias familias, incluso grupos enteros de amigos, gente que destroza los pisos y la ciudad como si tuviera derecho a todo sin pagar. Gracias al Airbnb y en atención a la suculenta recompensa que recibirá el propietario del piso a cambio de sacrificar todo un vecindario, porque esos detestables propietarios también son incívicos.
Los apartamentos turísticos vacían nuestros barrios de vecinos y los llenan de elementos indeseables, encarecen los precios de arrendamiento de los pisos de la Ciudad y perjudican el descanso y la economía de los ciudadanos.
¿Queremos poner una tasa para mejorar el turismo? Pongámosela a los apartamentos turísticos, a sus propietarios y a sus inquilinos.
Eso si sería una apuesta inteligente por un turismo de calidad, pero no matemos a la gallina de los huevos de oro.
Los beneficios de un turismo familiar
Gracias al turismo, generaciones de familias han salido adelante, muchos jóvenes han podido pagar el alojamiento mientras estudiaban en nuestra Ciudad y hemos conseguido hacer de esta un destino preferente para la celebración de Congresos internacionales y una opción a barajar para la instalación de sedes de grandes mercantiles.
La Justicia social no se consigue ahogando los sectores económicos productivos de nuestra Economía. Si no utilizando sus rendimientos para garantizar la igualdad de oportunidades de los ciudadanos mediante la acción de las políticas públicas por ejemplo mediante las becas públicas, la construcción de nuevos colegios e institutos, la mejora de nuestra red de salud pública o el desarrollo de la acción cultural.
Así pues, no sacrifiquemos el turismo, utilicémoslo para conseguir mayores cotas de igualdad y bienestar.
José Salvador Tárrega Cervera
Activista vecinal