La inconsciencia sobre nuestra economía por parte del ciudadano

Y es que el crecimiento significativo del PIB del 16,7% “no ha sido suficiente para compensar las caídas de los trimestres anteriores” según indica el Observatorio Financiero que elabora el Consejo General de Economistas ya que la segunda ola pandémica, con un incremento desproporcionado de contagios y las férreas restricciones que han venido imponiéndose a sectores como el turismo y su movilidad, la hostelería, la restauración y todas las actividades de eventos artísticos y espectáculos ha sido letal, con lo que puede estimarse una caída del 3% o un poco superior del PIB, respecto al anterior trimestre, vamos que se mantiene la contracción del PIB del 12,2% en términos de tasa interanual a final de 2020, se revisa, a su vez, a la baja la previsión de crecimiento de septiembre que se estimó en el 7,2% pasando al 5,5%, ante la incertidumbre por el cierre masivo de empresas y consecuentemente pérdida de empleos tras la finalización de la prórroga de los ERTEs, la moratoria en las solicitudes concurso de acreedores de distintas empresas, que conduce también a situaciones de desempleo de larga duración, la evidente insolvencia con el consiguiente riesgo financiero, con lo cual, vamos directos a sumergirnos en una peligrosa deflación, bajaran los sueldos de los que queden en activo y bajaran precios por la disminución del poder adquisitivo, o sea que las previsiones reales de crecimiento van a quedar como mucho en un 5,5% para 2021, o sea, ni más, ni menos, que 3,3 puntos porcentuales menos de lo previsto en los ilusorios Presupuestos Generales del Estado (PGE) cuya tasa de crecimiento la fijaba en el 9,8%, eso sí, incluyendo el Fondo de Rescate Europeo y  a esto sumémosle la incertidumbre sanitaria, social y económica.

El estado de deflación al que nos vemos abocados tiene un significado poco positivo y voy a hacer una breve introducción para que el ciudadano de “a pie”, entienda su significado, ya que es el golpe generalizado a los precios de bienes y servicios de dentro de un país que se mantiene durante un largo período de tiempo, esto es, la burbuja de precios se extiende, afectando a mayoría de los productos y servicios de nuestro mercado, sus causas son principalmente una demanda insuficiente junto con un exceso de oferta, vamos que las intenciones de compra de los consumidores son más bajas de lo normal, por lo que para vender sus productos, las empresas tienen que bajar sus precios y por supuesto bajar los salarios de sus empleados o despedirlos, la gente percibe a su vez la baja tendencia y prefiere esperar por si compra más barato o no compra apresado por el temor a un futuro incierto. El único objetivo que debe marcarse el Ejecutivo para combatir la deflación es reactivar el consumo para que los precios vuelvan a recuperar sus estándares, reducir la presión fiscal para que las empresas puedan contar con más recursos y la población pueda disponer de mayor masa monetaria, incrementar la oferta de dinero reduciendo las tasas de interés y que circule el dinero a mayor velocidad y cantidad.

En este sentido, el Consejo General de Economistas mantiene la estimación de que la tasa de paro alcance el 18% para este año, frente al 17,1% estimado por el Gobierno, significando que «probablemente» en 2021 una «gran parte» de los ERTEs se pasen a despidos definitivos y dándose la circunstancia que esos probables desempleados estarán dentro de esa masa laboral sin cualificación y con pocas posibilidades de recolocación y, por tanto, afectando a su capacidad adquisitiva y por tanto afectando al consumo.

Teniendo en cuenta también que este estado de incertidumbre ha afectado íntegramente a la tasa de ahorro de los hogares sobre la renta disponible bruta trimestral, corregida de efectos estacionales y de calendario, alcanzando el 22,5% en el segundo trimestre, que significativamente supone 12,3 puntos más que la del anterior trimestre, aunque el CGE prevé que para finales de ejercicio esta tasa se modere y quede próxima al 18% y en la medida que el ciudadano vaya perdiendo el pánico pandémico vuelva a consumir hasta que la tasa de ahorro baje al 8 o 10%, sino hay masa monetaria nos hay consumo y la economía se ralentiza peligrosamente, si a esto, le añadimos el incremento del gasto público y el desplome de la recaudación no vamos a un Déficit Público de oscilará entre el 12% y el 15% y a una Deuda Pública que puede alcanzar el 125% en este año 2020.

La ensoñación con los Fondos Europeos no va a ser la panacea de esta situación ya que en principio, no parece, que se vaya evitar en la economía española, los inminentes cierres de pequeñas y medianas empresas, teniendo en cuenta que para acceder a los prometidos Fondos, los proyectos deben estar adaptados a las prioridades establecidas por la Unión Europea: competitividad industrial digitalización, economía verde… y todo ello supone un esfuerzo inversor al que solo tienen acceso las grandes empresas.

Es por todo ello que los Fondos deberán destinarse a realizar las reformas necesarias que permitan corregir las deficiencias de la economía centrándose en elevar la productividad dentro de los cauces de la modernización de nuestra estructura económica, el tejido empresarial español en un 95% está formado por PYMEs y hay que ayudarles urgentemente a su reestructuración, potenciando la tecnología y la digitalización para que puedan continuar en el mercado y dejarnos de bobadas y absurdas propuestas que salen del seno del Ejecutivo y que en sus bizantinas propuestas se nota mucho el componente “populista” y tocan mucho de oído… de las últimas genialidades esperpénticas:  la propuesta de limitación de los precios de los alquileres donde se va a producir un efecto contrario al pretendido en todo el sector inmobiliario generando «inseguridad jurídica y desincentivando la inversión en este sector».

Sin embargo, no piensan por ejemplo en medidas, como ayudas al arrendamiento, ayudas a la construcción, adquisición de edificios que se destinen a vivienda en alquiler social y/o precio limitado con algún tipo de subsidio público, que permita la colaboración público-privada para la construcción de un parque de vivienda asequible al ciudadano, que es lo que realmente necesita nuestra sociedad.

Otra de las historias que nos cuentan son los datos de empleo y paro, que, si lo analizamos bien, noviembre plantea un panorama igual al que teníamos, hablan de que “se han conseguido 19 millones de afiliados”, pero las cifras tangibles de desempleo siguen altísimas, sin contar los trabajadores que siguen en ERTE y ciertos estratos de la población como mujeres y jóvenes que se ven más afectados por esta crisis pandémica, además los precios están íntegramente afectados, ya que según los últimos datos, el Índice de Precios de Consumo (IPC) continúa su caída durante el pasado octubre, los bienes y los servicios cayeron un 0,9% en comparación interanual, y es que el IPC viene en caída libre desde el mes de Abril, que donde se llega al -0,7 y así vamos siete meses en negativo hasta llegar a ese -0,9% de octubre, el mayor retroceso de este ejercicio, desde el sufrido en mayo, en pleno confinamiento y tendríamos que remontarnos a mayo de 2016 para encontrarnos en una situación similar. Si analizamos por sectores el comportamiento del IPC ha sido negativo en transportes, comunicaciones, vivienda, agua y otros suministros, ocio y cultura, en bares, restaurantes y hoteles, pero sorprendentemente subieron los alimentos hasta un 2,3% en su tasa anual, de hecho ya en abril, su precio  se disparó en abril, afectando a las frutas, las verduras, el pescado y la carne porcina. Del estudio anual de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) se desprende que la cesta de la compra ha subido un 2,8%, afectando al 64% de los productos que componen esa cesta de la compra, sobre todo a los productos frescos que se han ido por las nubes y los menos afectados han sido la alimentación envasada y los llamados productos de marca blanca.

Otro tema es que la actividad económica ha disminuido sensiblemente, con lo cual es, más, que evidente que la recaudación de impuestos se ha visto afectada en la misma proporción, y es significativo que solo en la recaudación del IVA se haya perdido algo más del 18% de ese ingreso tributario y que representa aproximadamente el 30% de la recaudación global, el Covid19 entre otras más cosas, está provocando la caída del precio de la vivienda, lo cual no quiere decir, que porque los inmuebles bajen de precio sean mas asequibles, ya que los ciudadanos también están afectados por el menor nivel de ingresos, a parte que la banca endurece sus condiciones para facilitar sus préstamos y ahora pongámonos en guardia para la situación que se avecina para el próximo enero donde muchas empresas cerraran sus persianas y en estos momentos lo único que pretenden es recuperar parte de su inversión y liquidar stocks durante la campaña navideña…, para echarse a temblar, francamente!!!

Federico Bisquert Lafuente
Economista