Fernando de Rosa: “Torre de Marfil”

 

Comúnmente, se entiende que una “torre de marfil” es un lugar, espacio o ambiente en el que se vive felizmente, totalmente separado del mundo, y centrado exclusivamente en sus propias actividades y necesidades. En esa “torre” quienes allí están desconectan de la realidad y de las necesidades ajenas.

Hace tiempo que nuestros gobernantes de izquierda, desde Puig, a Ribó, pasando por Mónica Oltra, o Sandra Gómez, por citar algunos de ellos, se han instalado en la comodidad de su torre de marfil en donde gobiernan de espaldas a las verdaderas necesidades de los sectores económicos y de los ciudadanos.

Así, es oportuno indicar que el viernes tuvo lugar en la ciudad de Valencia una manifestación en la que participaron más de ocho mil agricultores y trescientos tractores. Las principales organizaciones y asociaciones del mundo agrario convocaron esta marcha pidiendo justicia para el campo valenciano y para lanzar un SOS por su supervivencia.

Resulta preocupante la balanza de la injustica que se genera por la nefasta política de nuestras autoridades autonómicas y centrales castigando al campo y a quienes luchan por vivir de él. Así, en la manifestación se puso de manifiesto que un agricultor percibe por un cajón de naranjas de dieciocho kilogramos, la cantidad de dinero que aproximadamente cuesta un café. Estos datos son realmente preocupantes y deberían hacer que nuestras autoridades adoptaran medidas efectivas y justas.

Es sintomático que ningún miembro de los partidos que integran el pacto del Botànic, bajara de su particular “torre” para acudir a esta manifestación y apoyar a los agricultores. El foso que separa a nuestros gobernantes de izquierda de la vida real, no se puede superar al no tender puentes que permitan entablar un diálogo real para tomar decisiones que protejan los intereses del sector del campo. La historia es siempre la misma. La izquierda desde lo alto de su torre de sus ideas trasnochadas, ataca al sector ganadero, deja desamparada la producción agrícola, o castiga otros sectores tan importantes para nuestra economía, como el turístico.

En el caso del President Puig, indiferente a la realidad y a los problemas reales de los sanitarios, les insulta en el recurso presentado contra la sentencia del Juzgado de lo Social número 5 de Alicante que condenó al gobierno autonómico a indemnizarles por no protegerlos adecuadamente frente al virus en los momentos más duros de la pandemia. En vez de salir de su torre de aislamiento, el recurso le aísla aún más, pues sostiene que las mascarillas se guardaron bajo llave para protegerlas de los robos del personal de los centros. Tras esta afirmación, es totalmente inaceptable que la consellera Barceló no haya presentado su dimisión y que el President Puig no dé explicaciones y rectifique. Nuestros sanitarios han demostrado una capacidad de entrega increíble y han estado en primera línea, aun cuando solamente se les facilitó una mascarilla a la semana, o se vieron en la necesidad de reutilizar las batas desechables.

Este ataque al personal sanitario ha motivado que el Consejo de Colegios Oficiales de Médicos valencianos, haya exigido una rectificación pública a la Generalitat, pues se “pone en entredicho la honorabilidad de quienes se enfrentaron con la máxima dedicación y en condiciones penosas a la tarea de contener la pandemia desde el comienzo, sin reparar en la falta de medios técnicos y de protección necesarios para garantizar su seguridad”.

Otros que viven en esa particular torre de distanciamiento de las necesidades de los ciudadanos son el alcalde Ribó y la vicealcaldesa, Gómez.

Según datos oficiales del Ministerio del Interior, la criminalidad en Valencia ha crecido en los últimos meses un 36,5%, siendo la ciudad española en donde más se ha incrementado la delincuencia, cometiéndose una media de 4.200 delitos al mes o 141 cada día. Mientras, el gobierno municipal hace oídos sordos a esta realidad, sin dotar de más medios personales y humanos a la policía local.

En definitiva, la izquierda se ha instalado en esa alta torre, pero su indiferencia y aislamiento hacen que los cimientos de la misma sean de barro quebradizo que les pasará factura.