La izquierda incendia la democracia
Estos días estamos asistiendo a una situación extraordinariamente preocupante para el Estado de Derecho y la democracia. Bajo la falsedad de que actúan en defensa de la libertad de expresión, grupos de radicales están provocando graves disturbios en muchas ciudades españolas, entre ellas Valencia.
Por un lado, parece que han olvidado que estamos sufriendo una grave pandemia, y en esas concentraciones no hay respeto alguno a las necesarias medidas de seguridad y salud. Además, están causando graves daños al mobiliario urbano y negocios, en un momento en que la crisis económica golpea tan duramente.
Esos jóvenes radicales y antidemócratas, defienden a un rapero que incita al odio y que ha sido condenado también por agredir a un periodista o a un testigo que no le era favorable, y sin embargo, son incapaces de empatizar con las personas que cada día, en estos momentos difíciles, luchan por sacar adelante su negocio y a su familia.
A su vez, atacan con saña a los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que desarrollan un duro trabajo en defensa del orden y de las garantías constitucionales.
Todo esto no importa a la izquierda incendiaria, frentista y rupturista.
Así, Echenique jalea a esos que se manifiestan, animándoles a luchar contra el “fascismo”. Sin embargo, fascismo es precisamente, utilizar el poder para atacar el Estado democrático de Derecho. Así hace el chavismo y el autoritarismo, destruir la democracia desde dentro. Convertirla en un esqueleto frágil y endeble que sea fácil enterrar.
La izquierda radical y excluyente de nuestro país, se ha fijado el mismo objetivo. Da lo mismo que hablemos de Unidas-Podemos o de Compromís. Son lobos que se disfrazaron con piel de cordero, pero estamos viendo sus verdaderos rostros. Son termitas que, con sus actuaciones o declaraciones, a la vez que, con sus silencios elocuentes, van cortando todas las venas que nutren con sangre oxigenada el régimen democrático.
Desde la tribuna del parlamento, sede de la soberanía popular, el Vicepresidente Iglesias lanzó dos torpedos directos a la línea de flotación del régimen de libertad. Por un lado, señaló a los medios de comunicación como responsables de los males de nuestro país, y por otro, cuestionó la labor del Poder Judicial. Es algo inaudito en las democracias modernas: el poder ejecutivo atacando directamente al poder judicial que le sirve de contrapeso y es garante de los derechos.
-
A su vez, generan descrédito del “cuarto poder”, el que garantiza el juego de la libertad. Eso chavismo puro: querer convertir el “gobierno” de los que son afines al régimen, en el único poder legítimo del Estado. Todos los demás, son enemigos a los que hay que acallar.
En el ámbito autonómico, la izquierda radical sigue esas mismas pautas de actuación. Desde el Gobierno del Botánico, el Vicepresidente podemita Dalmau, sostiene que estas concentraciones “nunca deben encontrarse con violencia, sino con protección y garantías”. Con esas declaraciones apunta a la policía como responsable de la violencia, manipulando la verdad e insultando a la razón y a todos los que ven cómo los vándalos rompen escaparates, queman contenedores y lanzan botellas y adoquines a la policía.
A su vez, la Vicepresidenta Oltra, ha afirmado que “probablemente sí haga falta un cambio en el ordenamiento jurídico penal que preserve la libertad de expresión” y a la vez, aboga por revisar los protocolos de actuación de la policía para verificar si “realmente están sirviendo para velar por el bien jurídico superior del derecho de reunión pacífica”. Exaltar el terrorismo, justificar el tiro en la nuca, señalar al “enemigo” para que se le prive de la vida, fomentar el odio a las personas, como hace el rapero ingresado en prisión, no es libertad de expresión. No hay nada que revisar en ese sentido, al contrario, es preciso combatir el odio.
Por su parte, el alcalde de Valencia, tras meses desaparecido, y de abandono en la gestión de la pandemia en nuestra ciudad, con desfachatez afirma que la policía llevó a cabo “una actuación desproporcionada” que “aumenta la crispación social de forma gratuita”.
El alcalde Ribó señala a la policía y la pone a los pies de los caballos.
Es insultante que el alcalde, que ha sido incapaz de estar al frente en los momentos graves de la pandemia, de evitar las estafas de la EMT y del Palacio de Congresos, que abusa de los contratos menores, con ausencia de control en la justificación de las subvenciones que otorga el Ayuntamiento (tal y como informa la Intervención General), venga a decir que la actuación policial, genera crispación. Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad garantizan la protección de los personas y bienes que resultan afectados por el comportamiento insolidario e intolerable de quienes se concentran para defender lo que no es defendible.
Es vergonzoso que el President Puig no exija a sus compañeros de gobierno, que sigan en el juego democrático. O incluso, no pone orden en sus filas, pues la Vicealcaldesa de Valencia, Sandra Gómez, también critica la actuación policial, considerándola “desproporcionada”. La democracia y la libertad no pueden incendiarse con barricadas de intolerancia. Es preciso que la izquierda no justifique, o ampare el incendio de las calles, pues el fuego acabará generando una devastación muy dolorosa: la quema de la democracia.