España es más azul.

Luisa C. Perosán: España es más azul.

Tras la mayoría absoluta del PP en Galicia muchos se frotan las manos entusiasmados, otros creen ver la luz al final del túnel y por descontado, hay muchos que lloran. Y lo cierto es que era muy previsible tanto la victoria del PP como el batacazo del PSOE. La apuesta estaba en cuantos escaños sacarían los demás. Lo de Sumar y podemos estaba cantado, no se puede hacer tanto el tonto sin consecuencias.

La pregunta ahora es ¿Cuántos partidos van a desaparecer?

Sumar se va al garete seguro, tiene a la “cabeza” a una persona que no sabe hablar, es incapaz de leer un papel, solo dice sandeces y sus propuestas van de mal en peor. Para colmo se ha enemistado con el partido que la sacó de debajo de la cama y les ha pagado de la peor forma. Podemos, por supuesto es ya algo residual, y lo que queda se inmolará gustoso para llevarse por delante a la líder de Sumar. En definitiva, lo que se puede esperar de esa izquierda arácnida que como las arañas en una urna se devoran unas a otras hasta que solo queda una.

Otro partido al que todos quieren ver desaparecer es Vox.

El PP no quiere competencia y el PSOE no quiere que el PP tenga competencia porque el turnismo se va al garete. El PP es como el descafeinado, mismo aspecto y sabor, pero sin propiedades revitalizantes. Vox aparenta ser un café café, pero ¿lo será llegado el momento? Nunca lo sabremos. La victoria del PP en Galicia, gracias en gran parte a ese engaña bobos que es la estrategia del “voto útil” ha dejado claro que la gente va a lo seguro.

En España siempre votamos contra alguien, jamás desde hace cuarenta años hemos votado a favor de, por eso los partidos mayoritarios apelan siempre a eso del “voto útil” es lo único que asegura su existencia… ¿O no? el PSOE está en horas muy muy bajas, a pesar de el “éxito” tras el 23 de Junio. El PSOE con Sánchez a la cabeza puede quedar como una “enana roja” en las próximas elecciones. Del PSOE come mucha gente, depende mucha gente, por eso la siguiente pregunta es ¿van a consentir que su modo de vida se vaya al carajo? No.

Por mucho que se “corten cabezas” por mucha purga que se haga, si el barco hace aguas por culpa del capitán la tripulación lo tirará al mar.

Incluso sus aduladores más cercanos no dudarán en darle la patada con tal de conservar sueldo y prebendas. Ni la Unión Europea tumbando la ley de amnistía, ni las protestas, ni las manifestaciones, ni los escándalos ni las bajadas de pantalones frente a Marruecos y Puigdemont acabarán con Sánchez fuera del gobierno.

A Sánchez lo va a crucificar su propio partido.

Si la ley de amnistía sale adelante, ya sabemos que es lo que llegará después, bien dentro de cuatro años (si aguanta la legislatura) o bien si se ve obligado a convocar elecciones, el bajón en votos y en importancia del PSOE se verá muy claro. Partidos separatistas se llevan sus votos en algunas comunidades y muchas de las personas que les han votado toda la vida no irán a votar indignados por su política. Resultado, como en Galicia. Aunque también puede hacer uno de esos Houdini que tan bien se le dan y perpetuarse como presidente. Nunca se sabe. Para ser alguien a quien no se ha elegido mayoritariamente lleva gobernando seis años y va para diez.

De todas formas, los principales problemas de España seguirán sin solucionarse gobiernen rojos o azules.

Seguirá entrando inmigración ilegal sin control, perderemos soberanía alimentaria y energética, la vivienda seguirá siendo un lujo al alcance de muy pocos, el trabajo,  será cada vez más temporal y precario, nuestra cacareada sanidad pública colapsará por desbordamiento, y la deuda seguirá disparada y ya no podrán pagarla ni nuestro tataranietos… ¿Y cómo puede ser? Porque desde hace 40 años la clase política a demostrado con creces que no busca solucionar problemas reales, solo quieren poner las zarpas sobre el erario público, crear problemas inexistentes y poner una solución que les permita rascar dinero.

La política en España es un gran negocio y una agencia de contratación infalible.

Por eso se busca el voto, para llegar al congreso, lo que para algunos supone prácticamente un sueldo vitalicio, y para otros, un trampolín para ser colocados en empresas que, mediante un sustancioso sueldo, les pague de forma legal los favores hechos.