Cuando leas esta carta

Cómo me gustaría que recuperáramos aquella buena costumbre de escribir cartas. No sé si por el placer de escribirlas o por el de recibirlas. Seguramente por recibirlas. A mí me gustaban las de amor, pero nunca me llegaban de esas. Yo sí, escribí muchas. A veces pienso que mi pasión de escritor no es más que la necesidad de llevar al papel una carta de amor eterna. Tal vez.

Recordarán que el otro día, en las página de este diario tuvieron a bien publicarme un artículo titulado “Héroes anónimos” lectura que recomiendo si se sienten hoy más tiernos de corazón que encabritados de carácter, porque lo de hoy igual les tuerce un poco el gesto.

El caso es que aquel artículo provocó algunas respuestas. Me llegaron por diversos medios, la mayoría electrónicos, el mail, tuiter, el wathsapp… pero una me llegó por carta y no puedo resistir la tentación de, preservando el anonimato de su remitente, compartirla con ustedes, entrecomillada y con letras en cursiva para respetar el contenido epistolar de la misiva.

A ello:

“Hola Ferran, ¿cómo estás? Cuando leas esta carta espero y deseo que sigas bien.

Gracias por tus artículos, y por tu labor, tan importante, como la de todos esos héroes anónimos que citas en tus comentarios.

Ya sabes que, como profesional de la salud, estoy en primera línea de batalla ahí, en mi hospital. Ciertamente trabajamos muy duro, enfrentándonos a situaciones muy tristes, que no te comentaré para no extenderme en el pesimismo, ya te puedes hacer una idea…

Trabajamos con los medios justos, o menos, es indignante, agudizamos el ingenio y los inventos caseros, algunos nuestros y otros de toda esa gente que nos ayuda desinteresadamente, donándonos sus batas y mascarillas hechas con los materiales que tienen a mano por ahí.

Recibimos mascaras de protección facial de los talleres de pintura de automoción o fabricadas con impresoras 3D por chavales adolescentes y por muchos voluntarios. Es impresionante la solidaridad de la gente.

Es evidente que vamos todos a una en esto, excepto unos pocos “covidiotas” que no son conscientes de la necesidad de pensar en los demás a la vez que en uno mismo.

Todos los sanitarios tenemos una cosa clara. Sabemos que, aunque duela el pensarlo, será así.

Ahora somos esos héroes sin capa que todos los días reciben aplausos que se agradecen profundamente, de corazón.

Pero saldremos de esta crisis sanitaria y llegará la crisis económica. Y en ese contexto futuro (mucho más largo en el tiempo que la actual crisis sanitaria) volveremos a ser castigados con recortes, reducciones de plantilla y todos esos males que acompañan históricamente a la Sanidad en este país, acrecentados por una economía aún más castigada por la actual situación.

Serán demasiados frentes abiertos como para pensar en reforzar la Sanidad y, si para finales de este año, aún sin vacuna, probablemente vuelva otra oleada, tendremos que volver a ponernos esa capa de héroes fabricada en casa con una bolsa de basura, porque la previsión no es precisamente una de nuestras virtudes y ojalá me equivoque…

Bueno, en el trabajo, a pesar de todo, seguimos en la lucha, como un equipo con un solo objetivo. Tenemos miedo, pero ahí seguimos, con la obligación de protegernos para proteger, cuidarnos para seguir cuidando.

La Enfermería no nació precisamente de una situación idílica, sino de la necesidad de cuidar cuando la enfermedad y el sufrimiento parecen no dar tregua al ser humano. Así se forjó nuestra vocación y así lo estamos demostrando, y encima con buen humor. Es asombroso.

Alguno de mis compañeros están en casa, han dado positivo, o están a la espera de resultados, otros ya casi recuperados. Uno está bastante fastidiado y esperamos su pronta recuperación.

Esta enfermedad no sería tan terrible si supiésemos cuántos de nosotros somos positivos en Covid 19. Estoy convencido de que las cifras serían muy distintas si se hubieran hecho las cosas de otra manera (OMS: test, test, test !!!)

El ejemplo de Corea del Sur lo dice a las claras, pero nadie ha querido o podido hacer lo mismo.

Su mortalidad ,0’6 % .La nuestra 9%.  Las cuentas no se están haciendo bien, lo terrible de este virus no son las cifras, claramente erróneas, sino las personas para las que es nefasto: nuestros mayores. ¡Qué doloroso es eso!

Mis mejores deseos de salud para ti y todos los tuyos, por aquí seguimos todos bien, ojalá pronto  podamos volver a la normalidad, pero ojalá  que sea más sabios y cuidadosos con la humanidad y nuestro planeta.

Un abrazo”.

Qué quieren que les diga. Ahí la dejo. Hoy no tengo mucho más que añadir. La carta de este valiente lector me ha dejado sin palabras.

Cuídense mucho.

Ferran Garrido. periodista, poeta