La belleza de lo cotidiano: Masnái de Josep Carles Laínez

Josep Carles Laínez, escritor y artista cuya obra literaria abarca múltiples géneros y lenguas, y que es además colaborador de ValenciaNews, presenta en su libro más reciente, “Masnái” (Valencia, Olelibros, 2024), una colección de haikus que desafía las convenciones tradicionales de esta forma poética. Su proemio al volumen revela ya su intención de explorar la brevedad y la síntesis sin encasillarse en la definición estricta de este género: “Siempre he escrito aforismos, o sería preferible denominarlo ‘género en brevedad’”, dice Laínez, distanciándose de una adscripción clara a esa forma poética.

“Masnái” lo componen cuatro secciones que corresponden a las estaciones del año.

Esta división, que Laínez reconoce como muy nipona, no fue premeditada, sino que se impuso de manera natural a medida que el libro tomaba cuerpo. Cada sección refleja distintas facetas de la vida y la experiencia humana: de la búsqueda espiritual a la aceptación de las verdades ineludibles del invierno tomado, eso sí, en sentido metafórico.

En la primavera, representada en la sección “Ese sonido de luz”, Laínez aborda el vacío espiritual con haikus como: “Gente en la calle. / Hablan ahora. / No entendieron nada” (p. 19), capturando así la desconexión y la superficialidad de muchas interacciones. La metáfora de personas que hablan por hablar, en vez de quedarse en silencio, resuena en la búsqueda de un sentido más profundo en la vida.

El verano, bajo la sección “Martinis”, explora el deseo y la juventud. Así, por ejemplo, en el haiku “La luz de la piscina / se refleja en la terraza. / Una muchacha la atraviesa” (p. 25), Laínez nos ofrece una imagen cargada de sensualidad. La luz, el agua y la figura de la muchacha se combinan para crear una escena evocadora que refleja el calor y la intensidad del verano, tanto denotativa cuanto connotativamente.

El paso del tiempo y la transición inevitable hacia la madurez se encuentran en la sección dedicada al otoño, “La bella molinera”, con haikus como: “Dejar de ser joven / sin percibir que significa / hacerse viejo” (p. 57), mostrando la imperceptible y gradual transición de la juventud a la vejez, un pequeño chispazo sobre cómo el tiempo pasa sin que nos percatemos, hasta que un día miramos hacia atrás sin llegar a comprender la manera en que hemos cambiado.

Finalmente, en la sección dedicada al invierno, llamada también “Masnái” como el conjunto del libro, Laínez se enfrenta a las verdades de la vida con un enfoque directo y sin adornos. El invierno aquí, está claro, simboliza la aceptación y la reflexión final sobre la existencia.

Josep Carles Laínez escribió Masnái en lengua española

Sin embargo, es conocido su compromiso con las lenguas minorizadas hispánicas (e incluso desaparecidas…). De hecho, la palabra que da título al volumen es un término celtíbero, del bronce I de Botorrita, que presumiblemente significa “con desgarro”.

Ese desgarro aflora a través de una sensibilidad particular en los versos de este conjunto de haikus. Dejando aparte la belleza de muchos de sus versos, la obra de Laínez, y en particular “Masnái”, ofrece un espacio para el autoconocimiento y la reflexión. Sus brevísimos poemas nos invitan a detenernos y apreciar la belleza en lo efímero, recordándonos que cada momento, por breve que sea, tiene el potencial de ser eterno en su significado.