El número de fallecidos estremece y son muchas las familias que están sufriendo lo indecible después de lo acaecido en nuestra provincia de Valencia. Muerte y destrucción en unas jornadas que ya han convertido las inundaciones de estos días en la mayor catástrofe natural en España de los últimos años.
La previsión era de una fuerte lluvia de hasta 180 litros por metro cuadrado, pero de repente se convirtieron en lluvias de hasta 500 litros a las que se sumaron sorprendentes tornados, una combinación que nadie pudo prever.
Se produjo un fuerte “tsunami” con inicio en las comarcas del interior, especialmente en las poblaciones de la comarca de Requena-Utiel y la Hoya de Buñol con epicentro en los municipios de Chiva, Utiel y Requena, que a través de los barrancos anegaron con olas destructivas la comarca de L´Horta Sud, pulmón económico de la provincia de Valencia, y que sorprendió a su casi medio millón de habitantes y a los miles de trabajadores de sus polígonos industriales y comerciales. Otra lengua de agua anegó las comarcas de las Riberas Alta y Ribera Baja que son cruzadas por el río Júcar.
Toda la provincia de Valencia ha sufrido con las víctimas y sus familias, pero la solidaridad es una de nuestras señas de identidad como pueblo.
Así, de forma inmediata se han organizado grupos de ayuda entre vecinos y barrios, se han habilitado “casales falleros”, parroquias y asociaciones para recoger alimentos y prendas de abrigo, se han abierto casas y pabellones para acoger a los damnificados. Esto es solidaridad valenciana de la que nos podemos sentir orgullosos.
Igualmente hay que estar orgullosos del President Mazón, del President de la Diputación, Vicent Mompó, de la Vicepresidenta, Susana Camarero, de la Consellera, Salomé Pradas y de todos sus equipos que de forma inmediata se pusieron a trabajar sin descanso dejando que fueran los profesionales los que fueran marcando la toma de decisiones a medida que iban sucediéndose los acontecimientos, siguiendo las indicaciones que llegaban de AEMET y la Confederación Hidrográfica del Júcar.
Así lo ha reconocido la propia Delegada del Gobierno en la Comunitat, Pilar Bernabé, desmintiendo las noticias publicadas por el ministro Marlaska o del ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres.
Es cierto que las vidas humanas no se pueden recuperar, tampoco el sufrimiento y el dolor, pero la rápida reacción del Consell aprobando una línea de ayuda de 250 millones de euros y de 25 millones de euros de la Diputación de Valencia, pone de manifiesto que Carlos Mazón y Vicent Mompó se han puesto manos a la obra para dar solución a miles de problemas que están en la mente de miles de afectados, como comenzar de nuevo.
Así, el paquete de ayudas se pueden ver ampliadas a medida que avance la valoración de los daños personales y materiales, así como complementarias a las aprobadas por otras administraciones.
Las ayudas se dividen en 4 bloques, por una parte, están las ayudas directas que serán inmediatas y sin burocracia en la que cada afectado recibirá como mínimo 6.000€.
Ayudas sociales para dependientes y tarjeta transporte gratuita por un año para la totalidad de afectados, un plan de infraestructuras a municipios, deducciones fiscales a los afectados en el IRPF y créditos con intereses del 0% que habilitará el Instituto Valenciano de Finanzas. Así mismo, la Diputación habilitará 13 millones para carreteras y 12 millones para reconstrucción de puentes.
Igualmente, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen y la Presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, se han comprometido con el president Mazón a activar el fondo de Solidaridad de la Unión Europea, que permitirá la llegada de fondos europeos directamente a los perjudicados.
La reconstrucción está en marcha y sin duda, lo lograremos trabajando todos unidos, administraciones y sociedad civil, partidos políticos de gobierno y oposición, y sobre todo, trabajando los valencianos juntos como lo hemos hecho siempre y así hemos logrado vencer los desastres climatológicos o económicos que hemos padecido los últimos tiempos. Sin duda, hay esperanza.