El Gobierno de España acaba de dar un nuevo hachazo a la economía de la Comunitat Valenciana.
Negar el agua del trasvase Tajo-Segura, tan necesaria, a la comarca de la Vega Baja en la provincia de Alicante supone condenar a 400.000 personas a sufrir en su principal medio de vida como es la agricultura y el turismo. Estamos ante una nueva versión sanchista de la frase “si quieren algo que lo pidan”, frase que apuñaló a los 400.000 valencianos afectados por la riada del 29 de octubre de 2024.
El desprecio de Sánchez a los ciudadanos de la Comunitat Valenciana ya es algo que persigue a los socialistas de esta tierra, que no saben cómo explicar porqué en seis meses su amado líder no ha vuelto, por ejemplo, a Paiporta o se niega a celebrar un funeral de Estado por las víctimas de la riada. Este abandono obliga a que las delegadas sanchistas Pilar Bernabé y Diana Morant solo puedan balbucear la frase “queremos votar” a sabiendas que se van sumando municipios a los lugares en los que Sánchez no va a poder acudir. Por ejemplo, sería curioso cómo van a pedir el voto las delegadas sanchistas, o el mismo Sánchez, en esas hipotéticas elecciones en municipios como Orihuela o Torrevieja donde la “cultura del agua” está en el ADN de todos sus ciudadanos, máxime cuando se quita el agua sin aval técnico, sin consenso territorial, a espaldas de los afectados y por mero interés político de castigar a los ciudadanos por el sentido del voto.
Las delegadas sanchistas se han quedado mudas ante el ataque de su gobierno a la necesidad de que siga llegando el agua del Tajo a nuestra Comunitat. Bernabé y Morant, tan locuaces a la hora de exigir explicaciones, callan cuando Sánchez sentencia a la muerte económica a amplias zonas de nuestra tierra, lo cual supone un vergonzoso recorte de más del 50% del agua que van a recibir los regadíos especialmente en Alicante, pero también en Almería y Murcia, en un momento en que las reservas hídricas en el Tajo están en máximos históricos y se está lanzando más que nunca, el agua sobrante al mar. Toda esta maniobra va a suponer unas pérdidas de 5.600 millones de euros, pero claro, esta amenaza no es de “suficiente” entidad para que las delegadas sanchistas se muevan ni un milímetro del guion marcado por su jefe en la Moncloa de “queremos votar” y “Mazón dimisión” y demás amenazas contra su integridad física.
La humillante frase sanchista “si quieren ayuda que la pidan” debe ser recordada diariamente y tiene una clara contestación.
Lo que pide la Comunitat Valenciana es Justicia, tanto en el reparto del agua como en la construcción de infraestructuras, que prevengan las riadas que cíclicamente nos golpean. Queremos justicia en la financiación y que no se castigue a los territorios por el sentido del voto, y sobre todo lo que necesita la Comunitat es que tanto la delegada Bernabé como la ministra Morant defiendan nuestros intereses económicos y sociales ante Pedro Sánchez, porque la política de pancarta, escraches y manifestaciones no dan de comer a los trabajadores afectados, solo sirven para su mediocre promoción particular. Pero esta actitud no les va a llevar a ninguna parte ya que los valencianos, castellonenses y alicantinos tendremos buena memoria cuando se convoquen esas elecciones que de forma nerviosa piden de forma insistente Pilar Bernabé y Diana Morant, verdaderas caras del más sectario sanchismo, en nuestra Comunitat.
La izquierda ha vuelto a castigar a nuestra tierra negándonos el agua por motivos ideológicos, simplemente porque no les ha gustado como votamos en las últimas elecciones autonómicas, pero como dijo Martin Luther King “el final de nuestras vidas comienza el día que nos volvemos silenciosos”, por eso no podemos estar callados ante la frase de Sánchez “si quieren algo que lo pidan” porque es aceptar que no tenemos derecho a que con el dinero de nuestros impuestos tengamos agua, luz, financiación, infraestructuras y mejores servicios. Los valencianos, alicantinos y castellonenses no tenemos que pedir lo que por derecho nos corresponde, y el silencio de las delegadas sanchistas lo único que pone de manifiesto es que cada vez están más alejadas de la sociedad que pretenden gestionar y no ven más allá de la pancarta de “Mazón dimisión”.