Vivimos en una época en la que la política a menudo se ve dominada por la militancia y las ideologías, pero para mí, ser alcalde de Gátova significa mucho más que seguir las directrices de un partido. Significa ser la voz, el apoyo y el defensor de cada vecino, siempre priorizando las necesidades locales por encima de cualquier otra consideración.
En un entorno rural, los desafíos son diferentes y específicos.
Las necesidades de Gátova no siempre coinciden con las de grandes ciudades o incluso con las políticas de un partido a nivel regional o nacional. Aquí, las soluciones deben ser personalizadas, y cada acción debe ir dirigida a mejorar la calidad de vida de los vecinos, desde la mejora de infraestructuras hasta el apoyo a proyectos culturales y económicos que promuevan el desarrollo del pueblo. Por eso, para mí, ser alcalde de Gátova implica no solo gestionar recursos, sino también ser un intermediario que llame a las puertas necesarias para conseguir resultados.
A lo largo de la Legislatura , he aprendido que la cercanía y el diálogo son las herramientas más valiosas que un alcalde rural puede tener.
La gente de Gátova no necesita discursos vacíos ni promesas que no se cumplen; necesita ver acción, necesita sentir que sus preocupaciones son escuchadas y atendidas. Por eso, mi compromiso es y seguirá siendo el de trabajar con todos, sin importar colores políticos, para lograr lo mejor para el pueblo. He tenido que negociar, insistir y persistir, tocando las puertas que han hecho falta, siempre con la visión de anteponer Gátova al partido al que pertenezco.
Este enfoque me ha permitido entender que el verdadero liderazgo local se construye con empatía, conociendo de primera mano los problemas y aspiraciones de los vecinos. Ser alcalde antes que militante significa estar dispuesto a romper con la rutina partidista si eso es lo que se necesita para avanzar. Porque, al final, mi prioridad es clara: Gátova primero, siempre.
En mi experiencia, este tipo de política centrada en las personas es la que realmente marca la diferencia.
Es fácil dejarse llevar por la maquinaria partidista y anteponer las estrategias a las realidades locales, pero Gátova merece algo más. Merece un liderazgo comprometido, accesible y dispuesto a luchar por cada avance, sin importar cuántas puertas haya que tocar. Ser alcalde rural es ser un vecino más, un defensor incansable del pueblo, y esa es la esencia que guía cada una de mis decisiones.
Gátova es mi prioridad, mi hogar, y siempre pondré sus intereses por delante. Por eso, me honra ser su alcalde rural, y cada paso que dé será siempre por y para Gátova.