Eran las 17:30 cuando los primeros familiares de las víctimas de la DANA comenzaron a llegar a la Catedral de Valencia. A paso lento, los familiares cruzaban las puertas de la Catedral con fotografías de sus seres queridos entre las manos para asistir a la misa funeral organizada en memoria de los fallecidos. En el exterior, la calma todavía se mantenía, pero conforme avanzó el tiempo, el ambiente cambió.
“¡Cárcel!”, “¡Dimisión!”, “¡Asesinos!»
Un poco antes de las 18:00 horas, un grupo de manifestantes comenzó a aglomerarse frente a la catedral. Las voces, poco a poco, se fueron elevando en gritos de protesta. “¡Cárcel!”, “¡Dimisión!”, “¡Asesinos!, exigían los manifestantes en referencia al presidente Pedro Sánchez y al presidente autonómico Carlos Mazón.
Por la parte trasera de la Catedral, alrededor de las 18:15, coches oficiales con cristales tintados se detuvieron enfrente de la puerta de la Almoina. De ellos bajaron, con gesto contenido y serio, la alcaldesa de Valencia, María José Catalá; el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón; y la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, entre otras autoridades.
En contraste, Juan Roig accedió por la puerta principal de la Catedral, donde fue recibido con aplausos por los asistentes. Y, a diferencia de los representantes políticos, el empresario fue el único que logró evitar los abucheos, un gesto marcado por las ayudas que ha aportado el empresario a los afectados por la DANA.
“Yo tengo las invitaciones, pero me quedo en la calle»
A las 18:30, el interior de la Catedral de Valencia comenzaba a llenarse de asistentes y brillaba con una luz solemne, con la figura de la Virgen de los Desamparados, que lucía su manto penitencial de color morado, símbolo de luto y dolor.
Con cerca de 400 familiares ya en el interior de la Catedral, el ambiente reflejaba dolor. Situados en los bancos centrales, cruzaban miradas de sufrimiento y entre ellos se daban abrazos buscando consuelo. Pero, al igual que en el exterior, la indignación también estaba presente.
De hecho, algunos familiares, al ver entrar a los representantes políticos, figuras a quienes señalan como responsables de la tragedia, abandonaron la Catedral, rechazando compartir la misa con ellos. Además, para otros, celebrar el acto litúrgico mientras aún quedan víctimas por encontrar era poco menos que un insulto para los desaparecidos y sus familias. “Yo tengo las invitaciones, pero me quedo en la calle, porque a mí me gustaría que, si a mi madre aún no la hubieran encontrado, al menos quedarnos todos en la calle”, expresaba un hombre a los medios presentes en el exterior.
La llegada de Sus Majestades los Reyes de España
A medida que se acercaba la hora del inicio de la misa, la expectación entre los asistentes crecía, dirigida inevitablemente, hacia un mismo momento: la llegada de Sus Majestades los Reyes de España, la presencia más esperada en una tarde marcada por el duelo.
A solo diez minutos de las siete, las campanas del Miguelete comenzaron a sonar, y el arzobispo Enrique Benavent, acompañado por dos miembros del cabildo, salieron a la puerta principal de la Catedral al encuentro de Sus Majestades los Reyes de España.
La llegada de Sus Majestades no dejó indiferente a nadie. En el exterior, los aplausos y los gritos de «¡Viva el Rey!» se mezclaron con los abucheos de los manifestantes que, entre la indignación, les increpaban con gritos de «¡Asesinos!».
Mientras tanto, en el interior de la Catedral comenzaron a sonar las primeras notas del Himno de España, y los Reyes hicieron su entrada, avanzando con paso firme entre la mirada de los asistentes, muchos de los cuales levantaban sus teléfonos móviles para capturar el momento.

“El sufrimiento se superará si juntos somos capaces de ponernos en pie»
El arzobispo de Valencia, Enrique Benavent, comenzó su homilía con un mensaje de esperanza y unidad. “El sufrimiento se superará si juntos somos capaces de ponernos en pie, de mirar el futuro con esperanza, de unir nuestras fuerzas en favor de los más golpeados por la tragedia», afirmó con firmeza. Además, refiriéndose a la misión de la Iglesia, subrayó que «no podemos ser indiferentes ante el sufrimiento, y estamos llamados a ofrecer a todos el consuelo de Cristo».
Como cierre de su intervención, el arzobispo dirigió su mirada a la Virgen de los Desamparados, cuya figura acompañó la ceremonia: «Los que más sufren son los que ocupan el primer lugar en su corazón. Ella, que fue la que más cerca estuvo de su Hijo en el momento de la cruz, es la que está hoy más cerca de todos los que sufren”.
La humanidad de los Reyes de España
Al finalizar la misa, marcada por fuertes emociones y esperanza, los Reyes de España se detuvieron durante más de media hora para dar consuelo a los cerca de 400 familiares que se encontraban en el interior. Uno a uno, los Reyes se acercaron a ellos, expresando palabras de apoyo, respondiendo con cercanía y actuando con humanidad.
La Reina Letizia, visiblemente afectada, no pudo contener la emoción en varias ocasiones, llegando incluso a estar al borde de las lágrimas mientras las familias compartían con ella sus experiencias y dolor. Además, en más de cinco ocasiones, los familiares expresaron su gratitud con un emotivo «¡Viva el Rey!», un grito que resonó con emoción en la Catedral.

Pilar Bernabé: “Esto es muy duro, muy duro”
Mientras tanto, las autoridades, ubicadas en el lateral derecho de la Catedral, recibieron a los vecinos que se acercaban a compartir sus historias. Diana Morant, ministra de Innovación, se mostró visiblemente afectada, abrazando a los vecinos que se acercaban a ella. Por su parte, la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, también estaba profundamente conmovida, y no pudo evitar expresiones como “Esto es muy duro, muy duro”. En un momento, una vecina se le acercó y le recriminó: “Nos hemos quedado sin nada por vuestra culpa”, una frase que hizo que Bernabé se rompiera nuevamente en lágrimas.
Otra figura política representativa fue la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien también mantuvo conversaciones con algunos vecinos e incluso accedió a hacerse fotografías con ellos.
El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, compartió breves momentos con los afectados, y su presencia estuvo marcada por la tensión y el malestar de muchos ciudadanos, que le atribuyeron responsabilidad sobre la tragedia. Tanto en el interior de la Catedral como en el exterior, lo señalaron con dureza con acusaciones como “incompetente” y “asesino”.
La tensión aumentaba en el exterior
En el exterior de la Catedral, la protesta continuó con la misma intensidad que había marcado el inicio de la tarde. Los manifestantes mantuvieron su protesta durante casi dos horas después de la misa. Su indignación no dio tregua, y las acusaciones se dirigieron no solo a los políticos, sino también a los medios de comunicación, a quienes consideraban cómplices en la gestión de la crisis. A los periodistas que se encontraban cubriendo el acto, los acusaron de ser “marionetas” al servicio del poder y de estar “comprados”, lanzando estas críticas a lo que percibían como una manipulación de la información y una falta de transparencia en la cobertura de los hechos.