La trampa de los debates electorales

Enrique Arias Vega: «La trampa de los debates electorales»

Los debates electorales son una necesidad y una trampa. La última ocurrencia de Pedro Sánchez ha sido la de un debate semanal con Núñez Feijóo con exclusión de los demás candidatos. El argumento para esa proliferación de encuentros excluyentes es que ambos son los dos únicos que pueden llegar a la presidencia del Gobierno. Justamente la explicación contraria a la de hace tres años, cuando afirmó que no era democrático propiciar la ausencia de nadie, ya que este es un país plural y todas las opciones políticas merecían igualdad de oportunidades.

Esta contradicción de posiciones demuestra que los debates se deciden no ya por la conveniencia de conocer los programas de los candidatos, sino por la exposición pública de éstos y poder chupar más o menos focos de televisión, que es lo que queda en la retina del espectador.

O sea, que las posibles confrontaciones de los cabezas de lista se suelen utilizar para fines ajenos a los argumentos programáticos de unos y otros. El ejemplo de cómo se puede aprovechar un debate sin asistir a él nos lo proporcionó en las últimas elecciones autonómicas Díaz Ayuso, que frente a los líderes de los demás partidos envió a su segundo, en un calculado menosprecio a sus rivales que, como era obvio, habrían aprovechado la presencia de la presidenta madrileña para atacarla todos ellos, Pues se quedaron con las ganas y Ayuso arrasó en las elecciones.

Así que, pese a la conveniencia de que los ciudadanos conozcamos a los elegibles y sus programas, los debates son usados torticeramente para arremeter contra el adversario y para aprovechar su celebración o no, según beneficie a unos y otros y no a los ciudadanos, que debería ser lo que cuenta.

A Contracorriente

Enrique Arias Vega