Europa ya no es Europa

Desde los años sesenta del pasado siglo, Europa ha vivido cuatro décadas de desarrollo, democracia y bienestar. No sabemos por cuanto tiempo, pero eso se ha acabado. Vienen las vacas flacas y el presidente francés, Emmanuel Macron, le ha puesto voz al otoño e invierno que viene al pedir a sus compatriotas “esfuerzos” y “sacrificios” ante los recortes energéticos, la inflación y la recesión. Recesión, sí, y no una simple disminución del crecimiento económico.

Estas palabras las podría haber dicho también cualquier otro dirigente europeo. Y las dirá, antes que después, no lo duden. Hasta ahora, Europa ha pasado con bastante fortuna por las crisis económicas del mundo occidental, pero su mayor problema han sido los ingresos de los millenianns, que han llevado a los hijos a cobrar  menos que sus padres, pero manteniendo la sociedad del bienestar.

Ahora es distinto. Ahora, simplemente, vamos a vivir peor. Todos. Hasta el Gobierno español, siempre optimista al lanzar cifras de previsiones, reconoce que nos enfrentaremos a un “invierno muy duro”.

Son muchos y conocidos los factores de esta crisis. Cuando aún no hemos acabo de salir de la pandemia del Covid, ha venido la guerra de Ucrania a empeorarlo todo exponencialmente. Las sanciones energéticas a Rusia han tenido un efecto boomerang sobre las frágiles economías europeas, dañadas, además, por una sequía sin precedentes.

Europa no puede presumir ya de ser ese El Dorado de prosperidad que sigue atrayendo todos los días a inmigrantes ilegales. La Europa que viene, de restricciones, es lo contrario a la Europa de las subvenciones. Está por ver que los ciudadanos del continente acepten ser más pobres y dependientes o se lancen e a reivindicaciones imposibles, fruto de su pasada grandeza.

A Contracorriente
Enrique Arias Vega