Desde el corazón de Gátova, reflexiono sobre la profunda crisis que atraviesa España, no solo en términos políticos, sino también sociales y morales. En este análisis, encuentro en la filosofía de María Zambrano una guía que nos permite comprender las raíces de nuestras dificultades. Zambrano, una de las grandes pensadoras españolas del siglo XX, hablaba de la necesidad de una “razón poética”, una forma de pensamiento que reconciliara lo racional y lo emocional, lo individual y lo colectivo. Y es precisamente esa reconciliación lo que parece haber desaparecido bajo el liderazgo de Pedro Sánchez.
España vive un momento de fragmentación, en el que los intereses partidistas prevalecen sobre el bien común. María Zambrano, exiliada durante la Guerra Civil y testigo de una España dividida, entendió que la auténtica política debía surgir de la escucha del pueblo y de un respeto profundo por la verdad y la justicia. Sánchez, sin embargo, parece haberse alejado de esa visión, gobernando con una calculadora electoral en la mano y priorizando su permanencia en el poder sobre la unidad y la estabilidad de nuestro país.
En su obra, Zambrano advertía sobre los peligros de una política sin alma, una política que busca imponer una verdad única sin considerar las necesidades profundas de la sociedad. Esta idea resuena hoy, cuando vemos cómo las decisiones del Gobierno están marcadas por la improvisación y la estrategia partidista. Pactos que hace unos años habrían sido inimaginables se justifican en nombre de una gobernabilidad que, paradójicamente, nos lleva a una mayor desconfianza en las instituciones.
Resulta además preocupante cómo, en momentos de crisis reales, como la reciente DANA, el gobierno parece más preocupado por controlar la narrativa que por garantizar soluciones efectivas a los afectados. Mientras muchos españoles lidian con pérdidas materiales y emocionales, Sánchez aprovecha estos escenarios para discursos vacíos, sin que las víctimas encuentren en sus palabras un compromiso real con la reconstrucción. En lugar de unirnos en torno a la solidaridad, estos momentos se convierten en herramientas para su agenda política.
Por si fuera poco, el recurrente uso de la memoria histórica, con menciones a Franco como arma política, agrava la división entre los españoles. En lugar de trabajar por un proyecto de país que nos una, se rescatan viejas heridas para distraer de los problemas del presente. María Zambrano, una mujer que conoció el exilio y el dolor de esa fractura, nunca habría defendido el uso de la historia como herramienta de confrontación. Para ella, España debía caminar hacia la reconciliación, no hacia la perpetuación del enfrentamiento.
Desde Gátova, un pequeño pueblo que encarna el espíritu de la España rural, creo firmemente que el cambio debe empezar desde lo local, desde el contacto directo con las necesidades de los ciudadanos. La política no puede ser un juego de intereses lejanos y ajenos al día a día de la gente. Debemos recuperar la confianza en nuestras instituciones, y eso solo será posible si los líderes del presente miran al futuro con valentía y sentido de Estado.
España no necesita retórica ni marketing político, sino una política que, como decía Zambrano, esté “al servicio del hombre”. Es hora de que nuestros gobernantes recuerden que su labor no es perpetuarse en el poder, sino servir a un país que, como siempre, está dispuesto a renacer si se le da la oportunidad.
Jesús Salmerón Berga
Alcalde de Gátova por el Partido Popular y abogado.