El crimen de ser Ayuso

El crimen de ser Ayuso

Los enemigos de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, no se andan con pamplinas. Las caricaturas que de ella hacen la dibujan como facha y hasta nazi, sedienta de sangre con unos colmillos vampíricos. ¿Tan mala es la líder madrileña?

No parece serlo a tenor de lo que piensa la mayoría de ciudadanos, que en su Comunidad le dieron más votos que a toda la oposición junta. Pero de ese éxito, incluso de antes, le viene la inquina de la izquierda que, en su caso, siempre es radical, como la propia Presidenta, aunque ésta en sentido contrario, obviamente.

Ahí reside  la ferocidad de los ataques a la líder madrileña, en que ella siempre ha sido clara y contundente en sus ideas, sin amilanarse ante sus rivales y yendo al choque ideológico cuando ha  sido preciso, en contraste con la tibieza de otros dirigentes de la derecha, acomplejados frente al relato de la izquierda.

Se le atribuye, pues, una malignidad que no ha demostrado en su discurso, Incluso se le achaca haber acabado con Pablo Casado,  cuando inversamente fue él quien quiso defenestrarla y salió trasquilado. Por eso, sus enemigos, agotado el asunto de la presunta corrupción de su hermano, buscan nuevos temas para erosionar su popularidad. Y a fe que lo han encontrado con las carencias de la sanidad madrileña, que no son superiores a las de otras autonomías pero que han dado munición con la que disparar contra la presidenta.

Lo importante para la denominada marea blanca, junto a otras posibles mareas de agitación popular, no es tanto acabar con los déficits de la sanidad pública como acabar con Ayuso. Mal haría ésta, de todas formas, en menospreciar este nuevo ataque dado el interés social que concita. Porque una cosa es defenderse de los ataques personales y otra muy distinta pasar de una protesta callejera que esta vez da donde duele.

A Contracorriente
Enrique Arias Vega