Los agricultores se hartan de la palabrería de los políticos y exigen parar las importanciones de cítricos y arroz

El campo valenciano lleva años lanzando un S.O.S., que no recogen los políticos, ni los gobernantes, ni los de la oposición. Miles de familias dependen de las cosechas, cada vez más mal pagadas y con unos costes disparados. Pero los políticos cada mes en su escaño de concejal, alcalde o diputado siguen cobrando su sueldo.

La desazón de los agricultores se torna rabia al ver cómos e imporatn miles de toenladas de arroz de Myanmar, o cítricos de Suráfrica. Estos productos compiten en los lineales de los supermercados con mejores precios. Una calidad ínfima y unas condiciones laborales de semiesclavitud en los países de origen. Un control sanitario inexistente y con precios que tiran por los suelos el producto nacional.

Echamos mano de los agricultores en la priemra oleada de la pandemia, para limpiar nuestras calles, nuestras poblaciones. Dejaron sus reivindicaciones para luchar de forma altruista contra la maldita pandemia. «Hemos salido más fuertes» dicen algunos, pero la realidad es que rápidamente olvidamos a los que nos ayudaron. se ha de cambiar la expresión por «hemos salido más tontos, más pobres y casi arruinados».

Los agricultores han dicho BASTA y hoy mismo de forma casi improvisada se han concentrado en la entrada de camiones del Puerto de Valencia.

Manifiesto de los agricultores

Ya estamos concentrados de forma pacífica un grupo de agricultores en la puerta de acceso a vehículos del Puerro de Valencia. Convocados de forma voluntaria y espontánea para mostrar nuestro hartazgo y desesperación ante la situación insostenible de nuestra actividad por culpa de las importaciones incontroladas de arroz y cítricos. Ya estamos aquí

Importaciones de estos alimentos, que se producen en otros países en desigualdad de condiciones a las nuestras en materia de calidad, costes, sanidad y medioambiente. Importaciones permitidas y apoyadas por acuerdos comerciales y decisiones políticas tomadas en Bruselas. Nuestros gobernantes no plantan cara ni se oponen, y si lo intentan son incapaces,.

«Nos dejan abandonados a nuestra suerte, con nuestras cosechas colgadas o pagadas a precios de hace 40 años.»

Estamos hartos de oír discursos y no ver acciones concretas

Estamos hartos de ver todos los años campos abandonados, familias arruinadas, y jóvenes que lo último que quieren es dedicarse al campo. Hartos de fotos, mítines, coloquios, foros sin tomar medidas valientes.
Estamos hartos de aguantar todo el coste económico en la producción para que se beneficien otros.

En nuestras caras hay desazón, en nuestras manos callos, en nuestros bolsillos ruina y en nuestro corazón dignidad.

Así que desesperados pero no rendidos, pedimos, exigimos y demandamos acciones concretas ya para parar esta situación que nos conduce a la ruina.