EL CASO E.M.T.

No soy muy dado a poner nombre a las cosas más allá de su propio significado, pero esta vez me voy a dejar llevar por esa corriente tan de moda de poner título de novela a un suceso.

Sí, a un suceso, porque lo que acontece en la Empresa Municipal de Transportes de Valencia es más propio de las páginas de sucesos que de las de la información política.

Bueno, en realidad se mueve en esa ciénaga, terreno de nadie, que se sitúa a caballo entre la crónica de tribunales y la crónica política. Un territorio en el que en Valencia ya tenemos experiencia a la hora de movernos.

Así que, en la línea de lo acontecido en otras ocasiones, a partir de hoy yo me voy a referir a esta mangarrufa escandalosa que acontece en la capital valenciana como “Caso E.M.T.”.

Como si fuera el título de una novela negra, ya que tiene todos los ingredientes para formar parte de ese género literario. Incluso de un guión para una peli o, quien sabe, para una serie de la televisión autonómica. Bueno, no, esto último seguro que no…

Hay quien piensa que, a veces, es mejor no saber para no escandalizarse.

Eso debió pensar el alcalde Ribó y el regidor Grezzi, los que ocultaron a los concejales del Ayuntamiento de Valencia durante una semana, toda una semana, el fraude en la E.M.T. Eso es lo que pensaba mi madre que siempre me decía que no me metiera en líos pero, cuando es un tema de dinero público, prefiero estar enterado de todo que del bolsillo de todos se trata.

Por pura higiene democrática. Además, mi madre estaba muy mayor y arrastraba el miedo de otras épocas, ya saben.

Si esto se hubiera llevado con luz y taquígrafos desde el primer momento, no estaríamos hablando del asunto como de un “caso”. Pero cuando se intenta cubrir con un velo de silencio, es fácil que alguien tenga la necesidad, incluso la obligación, de tirar de la manta y averiguar. Y, eso es lo que está pasando.

Tras la ocultación se intentó despejar balones y soltar toda la porquería sobre una entidad bancaria. Pero CaixaBank no traga, defiende su integridad, buen nombre y profesionalidad, y pone contra las cuerdas a la EMT al desmentir ante el juez las declaraciones de sus responsables.

Por otra parte, el papel de la vicealcaldesa de Valencia, la socialista Sandra Gómez, es el de la prudencia, aunque muchos ciudadanos esperan una reacción contundente que no acaba de llegar pero, estoy seguro, llegará.

Eso espero ante su talla política, especialmente ahora que al escándalo del fraude se suman las suspicacias y sospechas sobre el Secretario del Consejo de Administración, sus relaciones empresariales con el cuñado del alcalde, el origen y facturación de su sueldo a través de Abastos Abogados.

Que ya sé, que son dos cosas que no están relacionadas entre sí, pero que no dejan de hacer crecer esa viscosa sensación de escándalo con la que se vive estos días en Valencia todo lo relativo al Caso E.M.T., en el que no paran de aparecer sorpresitas. ¿Cuál será la próxima? Sin duda alguna alguien se hace esa pregunta cada mañana antes de salir hacia su despacho. Pero es lo que hay.

En fin, que estamos a la espera del informe de la Comisión de Investigación, una comisión en la que la postura socialista ha de ser, necesariamente, firme y contundente ante el cese del Secretario de la E.M.T., cosa que no comparte Compromís. Ellos mismos. Ya veremos que sucede y ya veremos ese informe.

Y, a todo esto, con todo lo que ha caído y con lo que vamos sabiendo, aún no ha dimitido nadie. ¡¡¡Cachis!!! Tome nota el responsable. Como dice la vieja frase de Julio César que nos trasladó Plutarco, en política, como en la vida, “la mujer del César no sólo ha de ser honrada, sino parecerlo”. Claro que ni Ribó ni Grezzi son César, ni Salvador Martínez es Pompeya, aunque todos deberían leer el porqué de la causa de aquel egregio divorcio.

Así que, con permiso de la autoridad, a partir de hoy, “Caso E.M.T.”.

Ferran Garrido
Ferran Garrido, periodista, poeta. Comunicador.