Vivimos en un país donde el acceso a la administración, la banca o incluso la sanidad ya depende, en muchos casos, de saber manejar un smartphone. Sin embargo, los gobiernos siguen impulsando la digitalización sin tener en cuenta a los mayores, que no siempre disponen de herramientas ni conocimientos para adaptarse.
Cajeros automáticos, trámites online y el olvido institucional
Cerrar oficinas bancarias, obligar a pedir cita previa por internet o imponer apps para gestiones básicas es una forma silenciosa de exclusión social. Y lo peor: quienes sufren las consecuencias no aparecen en los titulares. La España mayor, la que construyó este país, se queda atrás.
El falso progresismo que margina a los más vulnerables
Resulta llamativo que los mismos que presumen de políticas sociales e inclusivas hayan empujado a millones de mayores a la soledad tecnológica. No se trata de impedir el avance, sino de garantizar que nadie quede fuera. Pero en nombre del progreso se sacrifica, una vez más, a los de siempre.
Una cuestión de justicia, no de modernidad
No se puede hablar de un país justo cuando sus ciudadanos mayores tienen que rogar ayuda para hacer un trámite que antes podían resolver en ventanilla. La digitalización sin empatía no es futuro: es desprecio institucional maquillado de eficiencia.